Singapur, un pa¨ªs sobre l¨¢pidas
La peque?a ciudad-Estado lleva medio siglo desarroll¨¢ndose sobre los terrenos de sus antiguos cementerios. Con su desaparici¨®n se consume la historia de un pa¨ªs que est¨¢ perdiendo su memoria
Sobre la tumba de Teow Peng hay papeles de colores. Rojos. Azules. Amarillos. El oro, el cobre y la plata. El dinero fantasma con el que las familias chinas veneran a sus muertos. ¡°La tradici¨®n era quemarlos, pero ahora algunos los dejan tirados tras la ceremonia. Al menos son biodegradables¡±, bromea Darren Koh. Estamos en Bukit Brown, el mayor cementerio chino fuera del pa¨ªs. Un pedazo de historia devorado por el presente. En Singapur, con apenas 707 kil¨®metros cuadrados de extensi¨®n para una poblaci¨®n de 5,4 millones de personas, no hay espacio para el pasado. Todo es nuevo. Y lo nuevo nunca es suficiente.
Bukit Brown est¨¢ situado a las afueras de la ciudad. Apenas a unos kil¨®metros de la autopista que conduce a la vecina Malasia. Son 200 hect¨¢reas en las que descansan 100.000 almas. Puede que m¨¢s. Tal vez sean 200.000. Porque Bukit Brown no es un cementerio. Es un cementerio de cementerios. Inaugurado en 1922, su tumba m¨¢s antigua ¡ªla de alguien llamado Fang Shan¡ª data de 1833. A medida que el crecimiento del pa¨ªs ¡ªconvertido en apenas medio siglo en uno de los Estados m¨¢s desarrollados del mundo, con un poder adquisitivo per c¨¢pita de m¨¢s de 85.000 d¨®lares¡ª requer¨ªa m¨¢s espacio para sus nuevas necesidades, los cementerios se convirtieron en la menos importante de todas ellas. En su lugar se construyeron carreteras, escuelas, bloques de apartamentos, centros comerciales, hoteles¡Los muertos encontraron refugio en Bukit Brown.
Este camposanto es testigo ¨²nico de la historia de Singapur. Un museo al aire libre por la memoria de los primeros comerciantes chinos que se instalaron en este rinc¨®n del estrecho de Malaca a mediados del siglo XIX; de los l¨ªderes de la revoluci¨®n china de 1911; de las v¨ªctimas de la II Guerra Mundial y de la ocupaci¨®n japonesa. Bukit Brown es el recuerdo de lo que Singapur es hoy. Pero hoy Singapur no tiene tiempo para recordar. Necesita nuevas carreteras que aten¨²en los atascos de tr¨¢fico. Nuevas viviendas que alivien la presi¨®n demogr¨¢fica. Y Bukit Brown es el mejor lugar para levantarlas.
En agosto de 2013, la Autoridad de Transporte Terrestre de Singapur anunci¨® la adjudicaci¨®n de un proyecto para construir una nueva autopista de ocho carriles que atraviesa el cementerio. Las obras comenzaron en octubre. Desde entonces, al menos 4.000 tumbas han sido exhumadas y los restos que conten¨ªan, apilados en peque?as parcelas o incinerados. ¡°No sabemos cuando terminar¨¢n los trabajos, est¨¢n yendo m¨¢s lentos de lo previsto¡±, se?ala Chew Keng Kiat, uno de los voluntarios que ha puesto en marcha una organizaci¨®n, All Things Bukit Brown, para reivindicar el valor patrimonial del camposanto.
En 1978, hab¨ªa en Singapur 213 camposantos. Hoy, el 80% de sus habitantes opta por la cremaci¨®n
Mas los planes urban¨ªsticos no acaban ah¨ª. El ministerio de Desarrollo (MND) est¨¢ valorando convertir los terrenos del cementerio en un ¨¢rea residencial para 2030. ¡°Esta es una zona muy valiosa, dado el problema de espacio que tiene el pa¨ªs¡±, subraya Chew Keng. Mientras recorremos las cuatro colinas que dan forma a uno de los recintos de Bukit Brown, nos cruzamos con un grupo de atletas que desaf¨ªan la humedad asfixiante. Tambi¨¦n hay ciclistas. Y algunos caballos. En las proximidades hay un centro de equitaci¨®n y un campo de golf donde se re¨²nen los grandes empresarios. Esos que tienen a Bukit Brown en su punto de mira.
No es pa¨ªs para cementerios
Cada domingo, Orchard Road es el epicentro del mundo en Singapur. Las familias aprovechan las horas libres para pasear por la decena de centros comerciales que se encadenan a lo largo de la avenida, mientras los m¨¢s j¨®venes chatean, patinan y se besan en cada rinc¨®n libre. Hay pantallas gigantes y coches de alta gama. Del interior de las tiendas sale un soplo de aire artificialmente fresco. Tambi¨¦n el olor de perfumes caros. Orchard Road es el reino del consumo. Y est¨¢ levantado sobre otro antiguo cementerio.
Como casi toda la ciudad. En 1978, hab¨ªa en Singapur 213 camposantos que ocupaban 2.146 hect¨¢reas, el 3,6 por ciento de la superficie del pa¨ªs. En la actualidad, enterrarse es casi un lujo. Solo el cementerio de Choa Chu Kang ¡ªal oeste, en una de las zonas menos desarrolladas del pa¨ªs¡ª sigue aceptando nuevos sepelios. La mayor¨ªa de los singapurenses, hasta un 80%, opta por la cremaci¨®n. Los cementerios han desaparecido casi por completo de la geograf¨ªa de la ciudad. El Bidadari, donde descansaban los restos Augustine Podmore Williams, el marino ingl¨¦s que inspir¨® a Joseph Conrad la novela Lord Jim, fue clausurado en 2001. En 2006 hab¨ªan sido exhumadas hasta 58.000 tumbas cristianas y 68.000 musulmanas. Hoy, el Gobierno ultima la inauguraci¨®n de un moderno barrio residencial.
Desde que alcanzara la independencia en 1965, la falta de espacio ha sido un problema end¨¦mico para la diminuta ciudad-Estado. Sus calles, por las que en los a?os sesenta las ratas correteaban entre la basura, son hoy una geograf¨ªa impoluta de rascacielos cristalinos. Pero la presi¨®n demogr¨¢fica, con 7.636 habitantes por kil¨®metro cuadrado, sigue siendo imparable. Las previsiones del Gobierno apuntan a que la poblaci¨®n se disparar¨¢ en 2030 hasta los 6,9 millones de habitantes ¡ªcasi la mitad de ellos extranjeros¡ª lo que ha alimentado por primera vez las cr¨ªticas contra el Ejecutivo del Partido de Acci¨®n Popular (PAP), que lleva gobernando el pa¨ªs desde 1959. Las nuevas generaciones de singapurenses, educados en las m¨¢s prestigiosas universidades del mundo, se quejan del alto coste de la vivienda y de la masificaci¨®n de los espacios p¨²blicos.
Muchas familias son incapaces de recordar d¨®nde est¨¢n enterrados sus antepasados
El Gobierno, dirigido por Lee Hsien Loong, hijo del Lee Kuan Yew, el 'aut¨®crata bueno', fallecido este mismo a?o, lleva a?os tratando de mitigar el problema. ¡°La estrategia consiste en intensificar el uso de la tierra, pero protegiendo tanto como sea posible los espacios verdes y naturales. Hay que tener en cuenta que somos tanto una ciudad como un pa¨ªs que tiene que proporcionar espacio para nuestro aeropuerto, puerto, Ej¨¦rcito¡¡±, se?ala la doctora Gillian Koh, investigadora del Institute of Policy Studies (IPS) de la National University of Singapore.
En la pr¨¢ctica, el concepto de ¡°desarrollo sostenible¡± incorporado por Lee Kuan Yew en su cat¨¢logo de principios fundacionales ¡ªen un ordenamiento en el que se proh¨ªben cosas tan dispares como la homosexualidad o mascar chicle y se multa con hasta 900 escupir o arrojar desperdicios¡ª queda supeditado a las necesidades y prioridades econ¨®micas del pa¨ªs. Y hoy las autopistas son m¨¢s importantes que los muertos.
¡°No son solo huesos, son historias¡±
¡°Antes las familias ven¨ªan al menos una vez al a?o a Bukit Brown. Todas las familias ten¨ªan un t¨ªo que conoc¨ªa las tumbas y dirig¨ªa la visita, pero al ir muriendo los t¨ªos los dem¨¢s dejan de venir¡±, bromea, socarr¨®n, Darren Koh. Sus palabras esconden una tr¨¢gica realidad: el legado cultural de Singapur est¨¢ desapareciendo. ¡°En la cultura china, los abuelos son los encargados de transmitir la sabidur¨ªa, su bagaje cultural, pero en Singapur apenas pueden. En pos de la ingenier¨ªa social, los ni?os fueron obligados a aprender el mandar¨ªn en lugar de los dialectos del sur que suelen hablar sus abuelos, as¨ª que en muchas ocasiones tienen dificultades para comunicarse¡±, explica el gu¨ªa de All Things Bukit Brown ante la mirada resignada de tres j¨®venes de origen chino que han acudido al paseo esta ma?ana.
Hoy, muchas familias desconocen d¨®nde est¨¢n enterrados sus antepasados. No hay nadie que recuerde. O no hay nadie capaz de entender esos recuerdos. Adem¨¢s, desde que en 1973 se prohibiesen nuevos entierros en Bukit Brown, el bosque ha vuelto a adue?arse del camposanto. ¡°Algunos perdieron las referencias y ahora son incapaces de encontrar a sus ancestros¡±, a?ade Chew Keng Kiat. M¨¢s all¨¢ del desconsuelo personal, las ausencias de la memoria son un drama para el relato cultural com¨²n. Las tumbas de este cementerio, incluido por World Monuments Fund en su lista de monumentos amenazados, son un patrimonio indeleble de la historia de Singapur. Un paseo por la cultura Peranakan y por los ritos, costumbres y creencias de un pueblo creado a s¨ª mismo a lo largo del ¨²ltimo siglo. Un paseo sin el que no podr¨ªa entenderse Singapur.
¡°Lo que hay aqu¨ª enterrado no son solo huesos, son historias¡±.
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