Todo es m¨¢s sencillo
La Constituci¨®n proh¨ªbe la secesi¨®n de un territorio, pero no impide consultar sobre ello
Las ¨²ltimas elecciones han deparado un escenario que enseguida ha sido calificado por muchos analistas de ingobernable. En el fondo, solo una cosa ha cambiado de un modo determinante, y es el peso espec¨ªfico que ha alcanzado el soberanismo catal¨¢n. Sin esos 17 diputados abiertamente independentistas ya se habr¨ªa abierto un nuevo per¨ªodo de alternancia: un Gobierno de izquierdas con el apoyo de los nacionalistas. Nada que no se hubiera visto antes en otras elecciones auton¨®micas o locales. Si acaso, con el descubrimiento de que en nuestro sistema parlamentario, a diferencia de una carrera de atletismo, el vencedor no es quien llega el primero a la meta, sino quien consigue m¨¢s apoyos entre los que han llegado hasta el final.
Otros art¨ªculos del autor
En el momento en que los partidos perif¨¦ricos, imprescindibles para cuadrar los apoyos del nuevo Gobierno, han pasado a ser considerados unos parias con los que no se debe pactar, la formaci¨®n de un nuevo Ejecutivo se ha revelado una misi¨®n imposible. Y sin embargo, todo es m¨¢s sencillo si se piensa en t¨¦rminos de solucionar lo que dificulta el acuerdo en lugar de querer mantener un statu quo que ha saltado por los aires. En este sentido, la aceptaci¨®n por Podemos de un refer¨¦ndum para dirimir el pleito catal¨¢n ha introducido en el panorama pol¨ªtico un factor relevante. Por primera vez alguien plantea esta propuesta para facilitar el encaje de Catalu?a en Espa?a y no para conseguir su desconexi¨®n.
Si se hubiera aceptado de entrada la oportunidad de una consulta, ahora estar¨ªamos discutiendo distintas propuestas y razonamientos bien elaborados, en lugar de estar lanz¨¢ndonos encendidos reproches unos a otros. Pero la actualidad pol¨ªtica revela que el rechazo a afrontar este debate es muy fuerte. Desde un independentismo al que se ha negado cualquier posibilidad de di¨¢logo, muchas voces dan por superado el refer¨¦ndum, reemplazado por una futura consulta sobre la constituci¨®n de la nueva rep¨²blica catalana. Y desde el unionismo se propone como soluci¨®n de emergencia una gran coalici¨®n que sustituya a la tradicional alternancia de los dos grandes partidos tradicionales para enfrentarse a lo que se ve como una provocaci¨®n intolerable. Esta propuesta, al no ir encaminada a resolver el problema catal¨¢n, se funda en la dudosa creencia de que el embrollo puede arreglarse solo. Pero parece m¨¢s l¨®gico pensar, al contrario, que solo se envenenar¨¢ m¨¢s.
El hecho de que no haya surgido como una evidencia que solo un refer¨¦ndum posibilita resolver este contencioso se debe a viejos prejuicios que arrastra la democracia espa?ola. Los argumentos que se han esgrimido en contra, como si fueran irrebatibles, descansan sobre miedos muy arraigados y grandes inseguridades. En realidad, son muy fr¨¢giles. Ni la idea de que la Constituci¨®n no permite un refer¨¦ndum consultivo ni la objeci¨®n de que la soberan¨ªa reside en el conjunto del Estado pueden constituir un obst¨¢culo. Ni siquiera el argumento de que no debe pactarse con quien pretende fracturar el Estado.
Desde luego, la Constituci¨®n espa?ola no permite a un territorio independizarse, pero de ning¨²n modo impide consultarle sobre ello. Como tampoco impide preguntar solo a una parte del Estado y dar validez inicial a este pronunciamiento: esto es exactamente lo que se hizo al someter a refer¨¦ndum el estatuto de Catalu?a. En cuanto a trazar l¨ªneas rojas frente a los secesionistas como si fuesen ap¨¢tridas o ciudadanos de segunda no hay m¨¢s que observar que en otras instancias superiores ocurre lo contrario. Nadie se rasg¨® las vestiduras porque algunos pol¨ªticos euroesc¨¦pticos presidieran la Uni¨®n Europea cuando les lleg¨® su turno.
La consulta debe ser previa a cualquier reforma constitucional. Tiene que haber un compromiso compartido sobre el modo de asumir el veredicto de las urnas
El Tribunal Supremo canadiense resolvi¨® un problema similar cuando fall¨® en 1998 que Quebec no pod¨ªa declarar la independencia unilateralmente, pero que en caso de una expresi¨®n clara de la voluntad de secesi¨®n el Estado deb¨ªa atenderla y abrir un proceso de negociaci¨®n bilateral para materializarla. Si el resultado de un eventual refer¨¦ndum sobre la separaci¨®n de Catalu?a fuera negativo, no habr¨ªa que cambiar nada de la Constituci¨®n en este sentido. La consulta debe ser previa a cualquier reforma constitucional. Deber¨ªa haber un compromiso compartido sobre el modo de asumir el veredicto de las urnas, que puede ser m¨¢s o menos contundente. Si se constatara que la voluntad de una mayor¨ªa clara de los catalanes es la independencia, se ejercer¨ªa despu¨¦s la soberan¨ªa del pueblo espa?ol ratificando, en su caso, la secesi¨®n. Hasta que no llegue este momento, todo puede ser m¨¢s sencillo.
Albert Rossich es catedr¨¢tico de Filolog¨ªa Catalana de la Universidad de Girona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.