El silencio del dictador vencido
Hiss¨¦ne Habr¨¦, durante su juicio en Dakar. / CAE
Ah¨ª ha estado todos estos meses, d¨ªa tras d¨ªa. Sentado en primera fila, hier¨¢tico, apenas un movimiento imperceptible de una mano, un pie que se balancea, el atisbo de una mirada. Escondido tras un turbante blanco y sus eternas gafas de sol, siempre rodeado de fornidos polic¨ªas, el dictador chadiano Hiss¨¨ne Habr¨¦ se ha pasado todo el juicio que se ha celebrado contra ¨¦l en Dakar y que acab¨® ayer en completo silencio. Sin decir ni m¨². Ni siquiera se le escap¨® un respingo cuando el pasado mi¨¦rcoles el fiscal Mbacke Fall pidi¨® la cadena perpetua. Pero en la misma sala del Palacio de Justicia Lat Dior a la que era llevado a la fuerza cada ma?ana s¨ª que se ha hablado de ¨¦l. Y mucho. El proceso, que ha quedado visto para una sentencia que se prev¨¦ para el pr¨®ximo 30 de mayo, ha servido para desmenuzar y sacar a la luz todo el sistema de represi¨®n, violencia, torturas y asesinatos que, entre 1982 y 1990, puso en marcha y elev¨® a una categor¨ªa superior de la infamia este hombre de turbante blanco que hoy luce derrotado, pero a¨²n ofensivo. ¡°Su silencio es su ¨²ltimo insulto a las v¨ªctimas¡±, dijo esta semana William Bourdon, abogado de la parte civil.
No se sabe muy bien en qu¨¦ pliegue de su alma ni c¨®mo pudo hacerlo, pero Khadiya Hassan Zidane puso su historia a buen recaudo durante un cuarto de siglo. Veinticinco a?os esperando el momento y s¨®lo lo supieron unas pocas mujeres que la apoyaron y protegieron. Pero el d¨ªa de descorrer el velo lleg¨® el pasado 20 de octubre. Khadiya se present¨® en la sala y delante del s¨¢trapa, delante de todo el mundo, de todos sus paisanos y familiares que siguen el juicio a trav¨¦s de la televisi¨®n, dijo las palabras que le estaban quemando en la garganta. ¡°Hiss¨¨ne Habr¨¦ me viol¨® y lo hizo en cuatro ocasiones¡±, dijo Khadiya. Y despu¨¦s de que el tiempo se congelara, tras dar los detalles aberrantes de los abusos sufridos y cuando uno de los abogados le pregunt¨® si era consciente de la importancia de aquella revelaci¨®n, ella simplemente a?adi¨®: ¡°No tengo nada que esconder, Hiss¨¨ne y sus hombres me torturaron y abusaron sexualmente de m¨ª. Si no me hubiera hecho nada, ?por qu¨¦ iba a venir hasta aqu¨ª y lanzar estas acusaciones?, ?me van a conceder una medalla?¡±.
Jacqueline Moudeina, abogada de las v¨ªctimas de Habr¨¦, durante el juicio. / CAE
La utilizaci¨®n de mujeres como esclavas sexuales, su ¡°cosificaci¨®n¡± por parte del r¨¦gimen de Habr¨¦, como bien lo defini¨® la incre¨ªble y corajuda abogada de las v¨ªctimas Jacqueline Moudeina, fue una de las sorpresas del juicio. Se sab¨ªa que hab¨ªa casos, pero se desconoc¨ªa su verdadera dimensi¨®n. El tab¨², el miedo al rechazo, la verg¨¹enza de hablar, pero tambi¨¦n la alargada sombra de un r¨¦gimen que no se lleg¨® a desmontar por completo despu¨¦s de 1990. Todo esto hab¨ªa influido en que hubiera un manto de silencio en torno a este aspecto concreto de la represi¨®n sangrante de Habr¨¦. Pero en el juicio se abri¨® la caja de Pandora. Hawa Brahim declar¨® haber sido detenida con 14 a?os y llevada, junto a su madre, a un campamento militar en el norte del pa¨ªs donde la obligaron a acostarse con el comandante en repetidas ocasiones. Otras tres mujeres declararon haber padecido el mismo suplicio. Y al menos una decena haber sido violadas en las c¨¢rceles del r¨¦gimen, lo que indica que hubo violencia sexual sistem¨¢tica.
Que Habr¨¦ fuera acusado de haber cometido personalmente una violaci¨®n en el propio Palacio Presidencial de Yamena no es una cuesti¨®n balad¨ª y por eso el fiscal general de las C¨¢maras Africanas Extraordinarias, Mbacke Fall, enfatiz¨® en la cuesti¨®n durante su alegato final. Y es que este es un juicio penal y hab¨ªa que probar la participaci¨®n directa de Habr¨¦ en los cr¨ªmenes de los que se le acusa, en concreto, cr¨ªmenes de guerra, contra la Humanidad y torturas. Para los abogados de las v¨ªctimas y la acusaci¨®n no hay ninguna duda no s¨®lo de que particip¨® directamente y que estaba al corriente de todo, sino de que planific¨® de manera meticulosa y concienzuda la eliminaci¨®n f¨ªsica de aquellos a los que consideraba sus enemigos, los rebeldes sure?os primero y luego, en sucesivas campa?as ¨¦tnicas, los Hadjarai y los Zaghawa, sino todo el aparato de Polic¨ªa Pol¨ªtica (DDS) y prisiones al margen de la ley en las que la tortura y la muerte eran el pan nuestro de cada d¨ªa.
Clement Abeifouta y Reed Brody, en Yamena junto a las v¨ªctimas. / ALFREDO C?LIZ
Se ha dicho y lo hemos contado una y otra vez. Este juicio, que comenz¨® de manera efectiva en septiembre pasado, es un hito hist¨®rico. Por primera vez, un dictador africano ha sido juzgado en el continente por jueces africanos gracias al tes¨®n y la insistencia de sus v¨ªctimas que, 25 a?os despu¨¦s de su derrocamiento y exilio dorado en Senegal, han logrado sentarlo ante un tribunal en aplicaci¨®n de la justicia universal. Es un mensaje contra la impunidad. ¡°Ha sido un juicio muy ca¨®tico, en muchas ocasiones se ha saltado el gui¨®n. Pero creo que ha quedado suficientemente acreditada la participaci¨®n personal de Habr¨¦ en los hechos. Su silencio no cambia nada, hay que elogiar la firmeza del Tribunal que le oblig¨® a comparecer desde el primer d¨ªa. Para las v¨ªctimas era importante que estuviera ah¨ª. La idea es que con perseverancia y determinaci¨®n, las v¨ªctimas de un dictador pueden llevarle ante la Justicia. Y esto ocurre en ?frica, un lugar donde abunda el fatalismo y donde se pensaba que esto era imposible¡±, asegura Reed Brody, abogado de Human Rights Watch que ha acompa?ado a las v¨ªctimas durante 16 a?os.
Habr¨¦ no reconoci¨® nunca la legitimidad de las C¨¢maras Africanas Extraordinarias, la instancia judicial creada ad hoc para este juicio a iniciativa de la Uni¨®n Africana y el Gobierno senegal¨¦s, y sus abogados no participaron en el proceso aunque lo siguieron desde los asientos del p¨²blico. Su visi¨®n, desde luego, es radicalmente diferente. Uno de ellos, Fran?ois Serres, asegura que ¡°hemos asistido a una letan¨ªa de insultos y acusaciones que no se pueden demostrar. Existen contradicciones sustanciales en los testimonios y declaraciones falseadas. La acumulaci¨®n de irregularidades es enorme¡±. A juicio de Serres, el proceso ha sido pol¨ªtico, financiado y alentado por Idriss D¨¦by, actual presidente de Chad que derroc¨® a Habr¨¦ en 1990, y ¡°el instrumento de una liquidaci¨®n pol¨ªtica y f¨ªsica de Habr¨¦ puesto en marcha por un Tribunal manipulado por peque?os maestros de obra senegaleses, chadianos y ONG a sueldo de las potencias occidentales¡±.
Organigrama que muestra la estructura del r¨¦gimen de Habr¨¦ y sus torturadores. / HRW
Por su parte, Munir Ballal, uno de los tres abogados de oficio a quien se encarg¨® la defensa del acusado para poder seguir adelante con el proceso se empe?¨® durante su alegato final en mostrar que las circunstancias hist¨®ricas forzaron al dictador a emplearse con mano dura. ¡°Habr¨¦ fue un patriota con un sentido elevado del inter¨¦s nacional. Se enfrent¨® a rebeliones, como la de los Hadjarai y los Zaghawa, apoyadas desde el exterior del pa¨ªs y puso en marcha una aut¨¦ntica pol¨ªtica de reconciliaci¨®n nacional¡±. De igual modo, los letrados de oficio trataron de convencer a los jueces de que la participaci¨®n de Habr¨¦ en los hechos o su conocimiento de los mismos no pudo quedar suficientemente probada, as¨ª como de la debilidad de testimonios ¡°fabricados¡±.
M¨¢s all¨¢ de las divergencias entre unos y otros, entre los d¨¦ficits del proceso hay que situar las escasas y aisladas referencias al enorme apoyo internacional con el que cont¨® Habr¨¦ durante sus ocho a?os de terror, en concreto procedente de Francia y Estados Unidos, pa¨ªses que no s¨®lo apuntalaron el poder omn¨ªmodo del dictador financiera y militarmente, sino que lo usaron para desgastar al enemigo com¨²n, la Libia de Gadafi. Tanto Par¨ªs como Washington prefirieron mirar para otro lado ante el creciente clamor de violaciones de los Derechos Humanos que emanaba desde Yamena y justificaron aquellos cr¨ªmenes de guerra, que conoc¨ªan y ocultaban, en aras al beneficio de seguir teniendo un aliado en la regi¨®n que frenara el expansionismo libio en los ¨²ltimos estertores de la Guerra Fr¨ªa.
Souleymane Guengueng, primer presidente de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas. / AFP
La retransmisi¨®n de las audiencias a trav¨¦s de la Radio Televisi¨®n Senegalesa, que facilitaba las im¨¢genes para su difusi¨®n, con un d¨ªa de diferencia, a la televisi¨®n p¨²blica chadiana, ha sido otro de los grandes ¨¦xitos del proceso. Pr¨¢cticamente todos los testimonios est¨¢n colgados en Youtube y a disposici¨®n de quien quiera verlos. La relevancia del proceso y su transparencia hace que cada semana lleguen a las organizaciones de Derechos Humanos correos desde distintos pa¨ªses de ?frica y del mundo diciendo ¡°?y nosotros qu¨¦?¡±. Al igual que el caso Habr¨¦ se puso en marcha inspirado por la detenci¨®n en Londres del general Pinochet, el fin de la impunidad de alg¨²n otro dictador o de alg¨²n dirigente que se cree a salvo de la mano de la Justicia podr¨ªa haber nacido estos d¨ªas en Dakar. Y todo ellos gracias al contable Souleymane Guengueng, que hace 25 a?os comenz¨® a recoger testimonios en Yamena y que esta semana luc¨ªa radiante en Dakar, pero tambi¨¦n y sobre todo a Khadiya Zidane, Clement Abeifouta, Ginette Ngarbaye, Bichara Djibrile Ahmat, Robert Gambier y todas las 4.500 v¨ªctimas que nunca tiraron la toalla.
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