Pavese
El aut¨¦ntico suicida decide primero matarse y luego busca alg¨²n pretexto para darse valor
Hace un par de meses supe que tambi¨¦n Enrique Vila Matas estaba leyendo El oficio de vivir de Cesare Pavese. Yo me lo volv¨ª a comprar este septiembre en Tur¨ªn, la abrumadora edici¨®n anotada de Einaudi, y desde entonces me ha acompa?ado el desasosiego de su latido crudamente cercano, sin alharacas, que descubr¨ª a los ventipocos a?os. Comenc¨¦ a releerlo frente al hotel Roma de Tur¨ªn, en la plaza de la estaci¨®n, donde se suicid¨®. All¨ª dej¨® su ¨²ltimo verso: ¡°Vendr¨¢ la muerte y tendr¨¢ tus ojos¡±. Hay quien se mata cuando pierde a un ser querido, o la salud, o el dinero. Pero el aut¨¦ntico suicida decide primero matarse y luego busca alg¨²n pretexto para darse valor: para ¨¦l, la p¨¦rdida es la vida misma.
Se preguntaba Vila Matas si habr¨¢ j¨®venes hoy en Espa?a que lean el diario de Pavese como lo le¨ªmos nosotros. El pesimismo cultural reinante hace dudar de ello, el cambio de circunstancias y enredos hist¨®ricos... Sobre todo, su tono de radical frustraci¨®n er¨®tica resulta ahora escandaloso. Le vuelve ferozmente mis¨®gino su protesta por no poder satisfacer a la mujer como y donde ¨¦l cree que ella desea, una impotencia fisiol¨®gica que convierte en fracaso ontol¨®gico, la ¡°astilla en la carne¡± de que habl¨® Kierkegaard. Supongo que para los menos sutiles incluso merecer¨¢ la lacra de ¡°machismo¡±, ese saco del ogro donde caben juntos la alima?a que arroja un beb¨¦ por la ventana despu¨¦s de apalear a su mujer y el anciano que mata a la compa?era de su vida con alzh¨¦imer porque teme no poder ya cuidarla, suicid¨¢ndose luego. Brocha gorda, no pincel fino. El var¨®n Pavese quedar¨¢ incomprendido: ¡°No se mata uno por amor de una mujer. Uno se mata porque un amor, cualquier amor, revela nuestra desnudez, miseria, desprotecci¨®n, nada¡±.
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