?Por qu¨¦ los Grammys son cada a?o m¨¢s irrelevantes?
Las cr¨ªticas arrecian y el declive se pronuncia por primar m¨¢s las ventas que el talento. Este a?o Taylor Swift y Kendrick Lamar se disputan estos Oscars de la m¨²sica
En la madrugada del 15 al 16 de febrero todas las miradas estar¨¢n puestas en el Staples Center de Los ?ngeles, el escenario en el que la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabaci¨®n (NARAS) celebrar¨¢ la 58? edici¨®n de los premios Grammys, los considerados Oscars de la M¨²sica. El acontecimiento, como viene siendo habitual, ser¨¢ seguido con lupa por millones de espectadores. Sin embargo, las voces cr¨ªticas que se?alan desde hace a?os el desprestigio de estos premios no hace m¨¢s que ir en aumento. ?Significa algo presumir hoy en d¨ªa de tener un Grammy en casa? ?Ganan realmente aquellos que se lo merecen? ?Los miembros de la Academia se limitan a laurear a los m¨¢s vendedores y se olvidan del talento? En breve saldremos de dudas, pero hay patrones inamovibles que muy probablemente se repetir¨¢n este a?o.
Falta de sorpresas (por norma general)
Cuatro artistas son los que m¨¢s opciones tienen de acaparar todos los titulares durante la gala: el rapero Kendrick Lamar parte con once nominaciones, The Weeknd y Taylor Swift con siete, Drake con cinco y Alabama Shakes, por su parte, con cuatro. Todos ellos, junto a Chris Stapleton, competir¨¢n por el ?lbum del A?o. Y atendiendo a lo que ha sucedido en ediciones precedentes, los miembros de NARAS en pocas ocasiones han acabado sorprendiendo proclamando como vencedor en la categor¨ªa madre a alguien que no estuviera en todas las casas de apuestas. La estatuilla que los canadienses Arcade Fire se llevaron a casa por su The Suburbs en 2011 o Beck el a?o pasado por Morning Phase son meras an¨¦cdotas dentro de un historial que ha pecado siempre de predecible.
?Acaso hab¨ªa alguien que dudaba en 2012 de que Adele y su 21 ser¨ªan los grandes protagonistas? ?O alguien pensaba que los rob¨®ticos Daft Punk dos a?os m¨¢s tarde con su Random Access Memories y el trillado Get Lucky se volver¨ªan a casa con las manos vac¨ªas? Teniendo presente que en la actualidad Taylor Swift no s¨®lo es la artista pop m¨¢s mimada por la industria musical estadounidense junto a Beyonc¨¦, sino tambi¨¦n uno de los nombres propios que m¨¢s beneficios generan, todo apunta a que vamos a verla recogiendo premios a granel por su 1989. Ya en 2010, cuando era una c¨¢ndida ni?a adscrita al country inofensivo, se alz¨® con el disco del a?o por su Fearless, as¨ª que con este antecedente reciente s¨®lo Kendrick Lamar y su excelente To Pimp a Butterfly podr¨ªa amargarle la fiesta a la musa del Partido Republicano. Ojala as¨ª sea.
Conservadurismo al servicio de la mercadotecnia
El l¨ªder de los estadounidenses Tool, Maynard James Keenan, en 2002 dej¨® clara su postura acerca de esta entrega de premios en una entrevista a NY Rock: ¡°Creo que los Grammys no son m¨¢s que una m¨¢quina gigantesca de promoci¨®n para la industria de la m¨²sica. Se dirigen a un p¨²blico de inteligencia baja y alimentan a las masas. No se dedican a honrar las artes o las creaciones de los artistas. Es el negocio de la m¨²sica celebr¨¢ndose a s¨ª mismo, eso es b¨¢sicamente de lo que se trata¡±, afirm¨®. Si bien durante los noventa los Acad¨¦micos se las daban de elitistas, con la llegada del nuevo milenio el filtro para nominar ha ido bajando considerablemente en lo que a calidad se refiere. Actualmente pocas diferencias hay entre unos Grammys y unos MTV Video Music Awards: se aplaude por encima de todo a los m¨¢s vendedores, a aquellos que siguen generando cuantiosos beneficios en una industria que ha sufrido como pocas los da?os colaterales de la crisis y la gratuidad de las descargas.
Conservadores como pocos, echando la vista atr¨¢s sorprende comprobar c¨®mo se ningune¨® en 2001 el Kid A de Radiohead (uno de los ¨¢lbumes m¨¢s un¨¢nimemente laureados por la cr¨ªtica) o en 2007, por el contrario, se galardon¨® un producto tan local e intrascendente como las Dixie Chicks. Nada de lo que ocurra podr¨¢ rozar las cuotas de surrealismo que en 1990 se vivieron cuando se premi¨® a Milli Vanilli en la categor¨ªa de mejores debutantes (nueves meses despu¨¦s se les arrebat¨® la condecoraci¨®n cuando vio la luz que s¨®lo pod¨ªan ser nominados por sus dotes con el lip sync), pero indudablemente ganar un Grammy en la actualidad no significa nada. Y sino que se lo pregunten a un cad¨¢ver medi¨¢tico como Alanis Morrisette (despu¨¦s de ganar cinco en 1996 con Jagged Little Pill su carrera jam¨¢s ha reflotado) o al propio Homer Simpson, que no dud¨® en regalar el premio en un sketch memorable.
Repudiando a los mitos
A Madonna los Grammys no empezaron a tomarla en serio hasta 1999, cuando dej¨® de ense?ar m¨¢s carne de la cuenta en la era Ray Of Light. No obstante, sorprende, y mucho, que a lo largo de sus 57 ediciones previas, estos galardones hayan ninguneado a grandes estrellas que, por m¨¦ritos propios, ya figuran en todos los libros de historia de la m¨²sica. Janis Joplin, Bob Marley, The Who, Led Zeppelin o Depeche Mode, entre un extenso etc¨¦tera, jam¨¢s fueron premiados. Y hasta Oasis con su Wonderwall, una de las canciones m¨¢s ic¨®nicas de los noventa, fueron humillados en la categor¨ªa de Mejor Canci¨®n Rock por el Give Me One Reason de Tracy Chapman. Ver para creer.
Diana Ross, con 12 opciones de llevarse la estatuilla en vida, tuvo que conformarse con un menor premio honor¨ªfico. Pero es que hasta Tupac o The Notorious B.I.G., con siete y cuatro frustradas nominaciones respectivamente, tampoco han sabido lo que es tener uno de estos gram¨®fonos en las manos.
?Cualquier tiempo pasado siempre fue mejor?
Las muertes de David Bowie (Lady Gaga le homenajear¨¢ este a?o, por cierto), Lou Reed o Lemmy Kilmister, el l¨ªder de Mot?rhead, evidencian un escenario desesperanzador: se nos van los grandes mitos de la m¨²sica y no hay relevos contempor¨¢neos que puedan realmente tomar el testigo. A medida que pasen los a?os ir¨¢n cayendo paulatinamente un inmenso grueso de artistas y bandas que han marcado a generaciones enteras. Cuando Bob Dylan, Bruce Springsteen, The Rolling Stones, Neil Young, Paul McCartney o la propia Madonna (por citar s¨®lo algunos) se despidan de este mundo, ?con qu¨¦ nos vamos a quedar?
Por mucho que las modas pongan en el candelero nuevas caras cada temporada, se echa en falta la irrupci¨®n de nuevos mitos que realmente impacten dentro de la cultura popular. El espect¨¢culo debe continuar, por supuesto, pero tambi¨¦n hay que mentalizarse de que los verdaderos iconos est¨¢n en peligro de extinci¨®n, al igual que la reputaci¨®n de estos premios.
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