Volando hacia la muerte
La verdadera culpa del acoso escolar est¨¢ en los adultos perezosos y c¨®mplices, en el profesorado, los padres, las instituciones
Como ahora estamos todav¨ªa estremecidos por el caso de Diego, el ni?o de 11 a?os que se arroj¨® por la ventana de una quinta planta, nos parece que el acoso escolar es una abominaci¨®n tan espantosa que todos nos vamos a unir contra ello y vamos a acabar con esta lacra. Nuestra indignaci¨®n es muy loable, pero a m¨ª lo que m¨¢s me indigna, precisamente, es que esta atrocidad inadmisible termina siendo digerida y a la postre admitida una y otra vez por las enormes tragaderas de nuestra c¨®mplice y ab¨²lica sociedad. Cinco meses antes que Diego, y tambi¨¦n en Madrid, Arancha, de 16 a?os, con discapacidad intelectual y motora, se arroj¨® por el hueco de una escalera de seis pisos tras sufrir palizas y chantajes por parte de un compa?ero, que adem¨¢s comet¨ªa estas brutalidades delante de numerosos testigos que jam¨¢s hicieron nada. Claro que tampoco hicimos mucho los dem¨¢s, el Gobierno, las instituciones, los ciudadanos.
Tambi¨¦n se nos encogi¨® nuestro delicado coraz¨®n en 2013, cuando Carla, una chica de 14 a?os, se tir¨® desde un acantilado en Gij¨®n. Su ¨²nico delito era ser estr¨¢bica, y a causa de ello dos compa?eras la maltrataron hasta llevarla a la muerte. Pero ya ven, al poco de aquella tragedia se nos fue el asunto de la cabeza. Ya nos hab¨ªa acometido antes una desmemoria parecida: la primera vez que se habl¨® de forma masiva del acoso escolar fue en 2004, cuando Jokin Ceberio, de 14 a?os, se mat¨® lanz¨¢ndose desde la muralla de Hondarribia tras dos a?os de sistem¨¢tica tortura. Entonces nos rasgamos las vestiduras y se nos llen¨® la boca de buenos prop¨®sitos. Hasta que la gran ballena arponeada del acoso escolar se sumergi¨® de nuevo bajo las aguas de nuestra indiferencia. Han pasado 12 a?os desde la tragedia de Jokin y aqu¨ª seguimos, enterrando ni?os.
Necesitamos un plan nacional contra el acoso, incluso una ley. Necesitamos que este tema sea un asunto de Estado
Tras el suicidio de Diego contact¨® conmigo Roc¨ªo, una chica de 24 a?os de un pueblo de Sevilla. Padece una deficiencia visual grave y ha sido atormentada desde los 8 a?os hasta los 17. Y durante todo ese tiempo, salvo en bachillerato, los profesores jam¨¢s le ayudaron. No s¨®lo eso: a menudo agravaron el problema. Por ejemplo: a los 8 a?os, nueva en una clase, sentaron a la ni?a delante, sola, en un pupitre aislado, se?al¨¢ndola ya como apestada. Roc¨ªo, que necesitaba un flexo y un atril, se convirti¨® en objeto de burlas, insultos y empujones. Fue creciendo sin amigos y en el instituto la cosa empeor¨®. A los 13 a?os, a la jefa de estudios se le ocurri¨® la delirante idea de montar una ¡°terapia colectiva¡±: convoc¨® a los 33 compa?eros de clase e hizo que le dijeran a Roc¨ªo lo que no les gustaba de ella: ¡°Fueron pasando de uno en uno y ment¨ªan, dec¨ªan que yo les insultaba y amenazaba. Al principio me intent¨¦ defender, pero cuando ya fueron tantos no pude seguir, me entr¨® como una apat¨ªa¡±. Incomprensiblemente, la profesora decidi¨® que cada semana seguir¨ªa teniendo un cara a cara con cuatro compa?eros cada vez. ¡°Iban all¨ª a decirme lo que yo hac¨ªa mal y disfrutaban con ello, comentaban en clase: ?hoy hay reuni¨®n! Y hac¨ªan burlas, y al volver contaban riendo lo que me hab¨ªan dicho, mientras yo me ocultaba en el atril para llorar. Empec¨¦ a tener crisis de ansiedad, tuve que tomar ansiol¨ªticos, y aunque el suicidio nunca fue una opci¨®n seria, la idea pas¨® muchas veces por mi cabeza, me daba miedo pensar en ello porque no ten¨ªa ganas de vivir¡±. Ahora, a los 24, Roc¨ªo est¨¢ terminando Psicolog¨ªa: ¡°Aprend¨ª que el maltrato se origina sobre todo cuando un ni?o al que consideran discapacitado obtiene buenos resultados escolares, como yo¡±. Hasta septiembre, que empez¨® una terapia, sigui¨® traumatizada por su pasado. No pod¨ªa leer una noticia de acoso sin angustiarse y segu¨ªa teniendo miedo a los ni?os. Quiero decir que este tormento deja profundas huellas.
Todos se lanzaron al vac¨ªo, buscando la falsa libertad del vuelo, una huida imposible a su suplicio. Detr¨¢s de sus agon¨ªas, uno o dos principales torturadores, chicos y chicas malvados, y luego una mayor¨ªa de cobardes que se suman o que simplemente no hacen nada. Y, con todo, los compa?eros de estudios no son los peores. Una ni?a de 12 a?os, que tambi¨¦n fue maltratada en la misma clase del fallecido Diego, ha denunciado en los medios que el director del colegio amenaz¨® con expulsarla si se segu¨ªa quejando de los acosadores. Si se demuestra que eso es cierto, ese hombre deber¨ªa tener pena de c¨¢rcel. Recordemos que el caso de Diego hab¨ªa sido cerrado, y que si se ha reabierto es porque sus padres siguieron luchando. La verdadera culpa, en fin, est¨¢ en los adultos perezosos y c¨®mplices, en el profesorado, los padres, las instituciones. Necesitamos un plan nacional contra el acoso, incluso una ley. Necesitamos que este tema sea un asunto de Estado, hoy y para siempre. Ni un ni?o m¨¢s volando hacia la muerte.
@BrunaHusky
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