El ¡°juego¡± del doblete
El doblete es un simple juego de lengua practicable por sujetos del m¨¢s bajo coeficiente mental, ser¨ªa mejor dejarlo y ocuparse de la realidad
Los ni?os tienen el juego ¡°de la pe¡±, y alguna gente madura ahora el del doblete de g¨¦nero (los vascos y las vascas): son pocos pero hacen mucho ruido, m¨¢s del que debieran.
El juego de la pe es sencill¨ªsimo: insertar ¡°pe¡± antes de cada s¨ªlaba (doblete > pedopeblepete). El del doblete tambi¨¦n lo es: a?adir el femenino al masculino cuando aquel existe (los vascos > los vascos y las vascas). Alguna alma osada, descubridora como en su tiempo lo fue Col¨®n y su secuela de aventureros, fue plus ultra y lo insert¨® incluso cuando el tal femenino falta en el l¨¦xico del castellano? el miembro y la miembra, un obsequio de toda una ministra, una mujer ocupante del cargo de ministro. Y ahora el mism¨ªsimo presidente del pa¨ªs hermano de Venezuela (la Rep¨²blica Bolivariana de Venezuela) corona la c¨²spide con ¡°camarados¡± (¡°Que viva Aragua y Venezuela, queridos camaradas y camarados¡±: El Nacional, Caracas, Venezuela, 13/02/2016).
Justicia, pues, donde no la hab¨ªa: ya estaba bien de inventar femeninos en supuestas aras de la igualdad de sexos y no tocar los femeninos que tambi¨¦n la transgred¨ªan. Ahora Don Nicol¨¢s reequilibra la balanza: camarados???. Pronto, es de esperar, personos y muchos m¨¢s.
Juegos de lengua, como ya he dicho. ?Invenciones de cabezas calenturientas o al fin justicia tras dos mil a?os (la edad aproximada del castellano) sin ella? ?Pobre castellano, o m¨¢s al punto, pobres castellano-hablantes (las lenguas no sienten), dos milenios padeciendo este oprobio! ?C¨®mo se han arreglado para sobrevivir, y para sobrevivir enteros, sin autom¨¢ticamente caer presas de depresiones y locuras?
Locura, en mi opini¨®n, es el juego del doblete? pretende ser lo que no es y clama que su ejercicio va a enderezar el mundo (el mundo hispanohablante). Como si las palabras lo pudieran hacer: no recuerdan que en 1984 el ministerio que hac¨ªa la guerra cambi¨® su nombre (se lo cambiaron) por el de la Paz y sin embargo continu¨® haciendo la guerra. La neolengua es eso, una neolengua, sin que por ello la realidad se transmute en neorrealidad: la realidad es tozuda, muy tozuda. ?Ojal¨¢ la magia de la palabra la pudiera alterar y as¨ª de una vez curar los males del mundo! Pero no puede.
El doblete es un simple juego de lengua practicable por sujetos del m¨¢s bajo coeficiente mental: sustituir -o por ?-a para as¨ª remendar la palabra supuestamente agresora y en consecuencia cambiar la realidad. A los ni?os en efecto los entusiasma el hechizo del ¡°?rase una vez ¡¡±. Es triste que a los adultos (algunos adultos, aqu¨ª muy pocos pero muy influyentes) los encandile tambi¨¦n.
Se?oras y se?ores dobletistas (f¨®rmula tradicional de cortes¨ªa con equivalentes en otras lenguas europeas): ya han jugado en demas¨ªa y ahora les toca descansar. Ya han dado suficiente lata, y si no me creen que la dan preg¨²ntenlo. Ya han estado socavando esta secci¨®n de los cimientos de la lengua demasiado tiempo. Olv¨ªdenlo. Vuelvan la vista a la realidad, al Oriente Pr¨®ximo y sus secuelas, al desempleo, al sufrimiento de mucha gente, en este pa¨ªs y tambi¨¦n en otros. No quieran hacerse ni?os porque ya no lo son ni pueden volver a serlo. Muestren respeto a sus conciudadanos que no dobletean, una masa de tama?o tal que los estrujar¨ªan con solo mirarlos. D¨¦jennos en paz ya, y sobre todo no se crean que as¨ª nos resultan simp¨¢ticos. Invest¨ªguenlo, hagan un refer¨¦ndum.
Ignacio M. Roca es catedr¨¢tico de ling¨¹¨ªstica.
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