Esta es una zona libre de mutilaci¨®n genital femenina
Chicas (y chicos) valientes de la etnia samburu, en el norte de Kenia, se oponen a esta pr¨¢ctica que han sufrido 91,5 millones de africanas
Llegar hasta Looksuk no es f¨¢cil, no existen indicaciones en los muchos cruces a lo largo del camino de tierra que trepa por las monta?as una vez que se deja atr¨¢s Maralal, la capital de Samburu County, en el norte de Kenia. Tras cuarenta y cinco minutos de viaje se llega a la parte m¨¢s elevada de la zona, una estepa desolada e infinita, plagada de vacas, ovejas, cabras y mucho viento.
Looksuk aparece de repente, en medio a la nada; una veintena de casas alienadas en torno al camino que la atraviesa y termina en un nuevo cruce sin indicaciones. Junto a ¨¦l se alza una escuela p¨²blica primaria en la que estudian 352 ni?os y 245 ni?as. El director, Frederick Lenturkan, est¨¢ muy orgulloso del gran n¨²mero de chicas que atienden su centro: ¡°hasta hace solo seis a?os, era raro ver a alguna de ellas en las aulas¡±, comenta. Los menores llegan caminando desde las distintas bomas (grupo de chozas donde habita una familia samburu y su ganado) de alrededor. ¡°Aquellos que tienen que caminar m¨¢s de dos horas diarias para llegar aqu¨ª est¨¢n internos de lunes a viernes, y el fin de semana vuelven a sus aldeas¡±, a?ade.
En el porche de la escuela cuelga un cartel que reza: This is a FGC free zone (esta es una zona libre de circuncisi¨®n genital femenina). Fue en este colegio donde en 2013, Amref Health Africa inici¨® una campa?a para terminar con la mutilaci¨®n genital femenina (MGF) que se impone a todas las mujeres samburus al llegar a la pubertad.
El paso de la ni?ez a la edad adulta es un momento esencial en la vida de este grupo ¨¦tnico y se marca con una serie de ritos que son de vital importancia tanto para la persona que se inicia como para el resto de la comunidad. En el caso de las ni?as, la tradici¨®n impone la mutilaci¨®n. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) define la MGF como cualquier procedimiento que, de forma intencional y por motivos no m¨¦dicos, altere o lesione los ¨®rganos genitales femeninos.
En 2014, solo 150 j¨®venes samburu dijeron no a la ablaci¨®n. En 2015, 350
En 2013, UNICEF public¨® un informe titulado Female genital mutilation/cutting: a statistical overview and exploration of the dynamics of change en el que recog¨ªa data de los 29 pa¨ªses de ?frica y Oriente pr¨®ximo que todav¨ªa practican esta mutilaci¨®n que la OMS asocia con infecciones serias, sangrado, infertilidad, complicaciones maternas y que en bastantes casos puede resultar en muerte.
La OMS calcula que entre 100 y 140 millones de ni?as y mujeres han sido sometidas a la MGF en todo el mundo. De ellas, al menos 91,5 millones son africanas. Cada a?o, unos tres millones de ni?as corren el riesgo de ser mutiladas. Unicef estima que si no se pone fin a esta pr¨¢ctica en 2050, 325 millones de ni?as ser¨¢n v¨ªctimas de ella.
El 20 de diciembre de 2012 la Asamblea General de las Naciones Unidas conden¨® la MGF. La resoluci¨®n fue adoptada por unanimidad de los 194 pa¨ªses miembros de la ONU. Un a?o antes, en 2011, el parlamento keniano prohibi¨® la MGF tanto en el pa¨ªs como fuera de ¨¦l y tambi¨¦n penaliz¨® cualquier comentario vejatorio contras las mujeres no mutiladas. Sin embargo, las normas, por muy duras que sean, por s¨ª solas no terminan con esta pr¨¢ctica ancestral. Por eso hace falta ofrecer alternativas a las j¨®venes y a sus comunidades para que digan no a ella.
Amref hace hincapi¨¦ en trabajar con los m¨¢s j¨®venes y ofrecer ritos alternativos de pasaje de la infancia a la madurez que no incluyan la MGF. En la escuela de Looksuk se ha creado un club de chicas y chicos que se oponen a ella. Beatrice Nantei Lesukuta, una de las maestras del colegio, coordina este grupo. Los alumnos representan una obra de teatro para sensibilizar a sus padres y colegas. Entre cantos y bailes cuentan la historia de una chica que dice a su padre que no quiere ser ¡°cortada¡±; el padre responde que esa es la tradici¨®n y que si no lo hace ning¨²n hombre querr¨¢ casarse con ella. La ni?a replica que quiere estudiar y formarse y que si un hombre la quiere de verdad la respetar¨¢ como es. Los chicos cantan que ellos se casar¨¢n con chicas que no est¨¦n mutiladas y las respetaran. El padre finalmente accede y una de las actrices, Elisabeth Nanyenje, se adelanta unos pasos y explica a los padres y compa?eros los problemas que la MGF acarrea para la mujer a lo largo de toda su vida. Finalmente, el director del colegio expone las ventajas de educar a las ni?as y de no darlas en matrimonio siendo todav¨ªa adolescentes. Un baile al que se unen la mayor¨ªa de los profesores y profesoras y los asistentes sociales de Amref pone fin a la representaci¨®n.
En una boma no muy lejos de all¨ª, Florence Letakush alumna de sexto de primaria, y Mamika Ledamako y Naserian Lekiyai de cuarto, est¨¢n recluidas con unos grupos de mujeres mayores para someterse a los ritos de iniciaci¨®n. La novedad es que no van a ser circuncidadas. Aprenden las tradiciones de su pueblo y lo que supone ser una mujer samburu, pero sin ser ¡°cortadas¡±, explica Priscilla Letarukush, lideresa del grupo.
Ella es una partera tradicional que ha visto lo mucho que sufren las mujeres mutiladas al dar a luz, por eso, una vez formada por Amref, se ha convertido en una de las principales activistas en la lucha contra la MGF en su zona. ¡°Somos nosotras mismas las que hablamos y educamos a otras mujeres samburu. Nosotras seguimos nuestra cultura y respetamos nuestras tradiciones, pero la parte de ella que no es buena hay que dejarla. Eso no es f¨¢cil, cuesta mucho cambiar mentalidades¡±, comenta.
Si alg¨²n d¨ªa mis padres me obligasen a ser ¡®cortada¡¯ correr¨ªa hasta el jefe y los denunciar¨ªa Naserian no quiere ser mutilada
Una de las mujeres all¨ª presentes es una anciana llamada Anna Lbalanga que durante muchos a?os fue la encargada de mutilar a las j¨®venes iniciadas cort¨¢ndoles el cl¨ªtoris y los labios vaginales. ¡°Yo he circuncidado a muchas chicas porque era nuestra tradici¨®n, pensaba que ten¨ªa que ser as¨ª, no conoc¨ªa nada. Ahora que he sido formada conozco los problemas que genera y por eso no lo hago m¨¢s. Ahora trato de convencer a mis colegas para que tambi¨¦n ellas lo dejen. No es f¨¢cil porque es nuestro medio de vida¡±, cuenta.
Los padres de las ni?as iniciadas pagan a estas mujeres y el d¨ªa que la joven se casa tambi¨¦n reciben una vaca. Es su forma de ganarse la vida y por eso son las principales defensoras de la tradici¨®n.
Florence, Mimika y Naserian est¨¢n nerviosas, porque pronto ser¨¢n presentadas a la comunidad como mujeres. A diferencia de la mayor¨ªa de sus compa?eras ellas no ser¨¢n mutiladas, pero celebrar¨¢n la fiesta y tendr¨¢n regalos igual que ellas. Son tres pioneras que se han enfrentado a una tradici¨®n que cuesta mucho romper. En 2014, solo 150 j¨®venes samburu dijeron no a la MGF. En 2015 se negaron 350. Los n¨²meros van creciendo, pero solo representan un 1.5 % del total de ni?as que cada a?o son mutiladas en territorio samburu. Queda todav¨ªa mucho trabajo por hacer, pero de no se consiguen fondos antes de junio de 2016 el programa tendr¨¢ que suspenderse.
La leyenda
Dios cre¨® a los hombres y a las mujeres enteros, con todos sus atributos. Una vez, los hombres samburu fueron a luchar contra otra tribu. Estuvieron fuera tres a?os y al volver a sus poblados encontraron a todas las mujeres con ni?os o embarazadas.
Decidieron hacer algo para que la pr¨®xima vez que se ausentasen sus mujeres no tuvieran relaciones sexuales. Fue entonces cuando decidieron circuncidarlas para que el acto sexual no fuera placentero.
¡°Es por eso¡±, comenta Meshack Lesurmat, un samburu, trabajador social de Amref y el hombre que implementa el programa contra la MGF sobre el terreno, ¡°que hay que recurrir a nuestra propia tradici¨®n a la hora de hablar con nuestro ancianos y l¨ªderes y recordarles que dios nos cre¨® con todos nuestros atributos y que si lo hizo as¨ª es porque son buenos. Pero cuesta convencerles¡±.
Tres hero¨ªnas
Florence Letarkush, Mamika Ledamako y Naserian Lekiyai se encuentran un poco separadas del resto de mujeres que las arropan en su negaci¨®n a ser sometidas a la MGF. Sus vestidos son diferentes, van envueltas en una tela roja y no llevan la capa blanca que lucen el resto de las presentes. Tampoco lucen los grandes aros de cuentas que rodean los cuellos de las mayores, sus collares son mucho m¨¢s sencillos e indican su condici¨®n de ni?as. Se est¨¢n preparando para ser sometidas a los ritos de iniciaci¨®n que las proclamar¨¢ personas adultas de cara a su tribu. Las ancianas del grupo transmiten a las j¨®venes las tradiciones y conocimientos que toda mujer samburu tiene que saber.
Esta parte de su preparaci¨®n no se diferencia en nada de la que sigue la mayor¨ªa de sus compa?eras que s¨ª ser¨¢n mutiladas este a?o.
¡°Nosotras no vamos a ser ¡®cortadas¡¯ y queremos ser un ejemplo para el resto de nuestras compa?eras, hay que ense?arles que se puede ser una mujer samburu sin necesidad de circuncisi¨®n¡¯, comenta Florence.
Naserian lo tiene muy claro: ¡°Si alg¨²n d¨ªa mis padres me obligasen a ser ¡®cortada¡¯ correr¨ªa hasta el jefe y los denunciar¨ªa¡±. Las mujeres que est¨¢n detr¨¢s de ellas r¨ªen. De hecho, su madre es uno de sus grandes apoyos y est¨¢ all¨ª presente acompa?ando a su hija en su formaci¨®n para convertirse en mujer.
Un samburu que lucha contra la tradici¨®n
Meshack Lesurmat no se cansa de recorrer los caminos con su moto para llegar a las comunidades m¨¢s remotas en su lucha contra la MGF.
El es un samburu, casado y con dos hijos, ni?a y ni?o, que ha decidido terminar con la parte m¨¢s da?ina de la tradici¨®n de su pueblo. ?l inici¨® el programa de Amref contra la MGF en 2013 y desde entonces no deja de organizar seminarios, reuniones con mujeres, ancianos y autoridades de su tribu, visitas a escuelas o proyecciones de documentales. Por dedicar todas sus energ¨ªas a esta misi¨®n no puede cuidar de sus vacas, ¡°como hace todo hombre samburu, he tenido que contratar a una persona para que lo haga por m¨ª¡±.
¡°Las cosas no se pueden forzar, hay que tener mucha paciencia y convencer poco a poco a todo el mundo de que lo mejor que pueden hacer por su hijas es educarlas y no mutilarlas. Hace falta conocer bien nuestra cultura para poder hablar de un tema tan sensible como este. Yo soy samburu, yo he nacido aqu¨ª, conozco a mi gente y ellos me conocen y por eso puedo llegar hasta ellos y convencerles¡±, afirma.
Meshack se emociona al comentar que tres ni?as han dicho no a la MGF y es que cambiar tradiciones centenarias es una labor que solo personas valientes pueden llevar a cabo.
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