Gran Eco
Uno de los peligros de Internet, denunciados por el autor italiano, es la proliferaci¨®n de textos ap¨®crifos que a veces desplazan a los verdaderos.
Daba yo un curso en Parma cuando estrenaron El nombre de la rosaen Mil¨¢n. Como la novela me hab¨ªa hecho gozar (lo que no volvi¨® a pasarme, ay, con ninguna del autor) fu¨ª a verla y no me decepcion¨®. Gran interpretaci¨®n de Sean Connery, cuya elecci¨®n como protagonista hab¨ªa sobresaltado a Eco: ¡°?Por favor, James Bond no!¡±. Me encant¨® oir el filme en italiano: cuando su novicio Adso le pregunta si la vida no habr¨ªa sido mucho m¨¢s tranquila si Dios no hubiera inventado el amor, Guillermo responde: ¡°S¨ª... quanto tranquilla! quanto noiosa!¡±. Gran entretenimiento, el amor. Cuando acab¨¦ en Parma, descubr¨ª que me hab¨ªa gastado todo el sueldo que me dieron en largas llamadas telef¨®nicas a Sara. Volv¨ª impecune, pero no me aburr¨ª ni un instante.
Uno de los peligros de Internet, denunciados por Eco, es la proliferaci¨®n de textos ap¨®crifos que a veces desplazan a los verdaderos. Mateo Renzi se ha lucido en Buenos Aires recitando un poema de Borges, falso y cursi. En las necrol¨®gicas de Eco nos han reiterado una serie de citas, siempre las mismas, de pertenencia dudosa, como ¡°Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no quiere decir que crean en nada: creen en todo¡± o ¡°?Qu¨¦ es la vida sino la sombra de un sue?o fugaz?¡±. Con el debido respeto y leves retoques, la primera es de Chesterton y la segunda, de Calder¨®n. Quiz¨¢ Eco las repiti¨®, porque por algo se apellidaba as¨ª.
Hace d¨¦cadas, Mil¨¢n padeci¨® un alcalde de extrema derecha que trat¨® brutalmente a unos emigrantes. Preguntaron a Eco qu¨¦ le dir¨ªa al indeseable preboste: ¡°A ¨¦l nada, porque a su edad no se aprende ya. Lo importante es qu¨¦ diremos a los adolescentes milaneses para que ma?ana no voten a un alcalde as¨ª¡±.
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