Pedro ¡®Rocky¡¯ S¨¢nchez
El l¨ªder socialista, un p¨²gil encajador, se anota otra victoria a los puntos camino del asalto decisivo
El aforismo preferido de Philip Roth no es de Philip Roth, sino de Joe Louis en su retirada: ¡°Hice todo lo que pude con lo que ten¨ªa¡±. E hizo muchas cosas el bombardero de Detroit, como las est¨¢ pretendiendo hacer Pedro S¨¢nchez en el paradigma del p¨²gil que se niega a tirar la toalla.
Podr¨ªa haberse retirado el 20-D, pero ya recurri¨® entonces a la autoestima del superviviente. Y convirti¨® en victoria hist¨®rica una derrota de ¨¦poca, como hizo el apoderado de El Cordob¨¦s despu¨¦s de un fracaso en Barcelona. Moviliz¨® a los costaleros para que lo izaran a hombros. Y logr¨® abrir la puerta grande, sabiendo que el poder de la imagen en aquellos tiempos sobrepasaba la letra peque?a de un gacetillero ortodoxo.
S¨¢nchez avanza con la misma obstinaci¨®n e id¨¦ntica ambici¨®n. Lo demuestra el desaf¨ªo del refer¨¦ndum. Que no era un refer¨¦ndum, sino un plebiscito. Y que no alojaba una pregunta, sino una adivinanza, aunque las matizaciones adquieren escasa repercusi¨®n frente a la dimensi¨®n del objetivo. O de los objetivos. Uno era el qu¨®rum. Y lo ha habido. Y otro era el respaldo a su estrategia. Que sobrepasa el 78% y que logra apoyo incluso en las federaciones m¨¢s hostiles al fen¨®meno del pedrosanchismo.
S¨¢nchez ha vuelto a ganar. Lo ha hecho de manera exigua porque la mitad de los militantes se ha abstra¨ªdo del plebiscito, pero la victoria consolida su liderazgo en el PSOE, ahuyenta el sabotaje de los barones y le consiente recrearse en la inercia de la democracia participativa, neutralizado as¨ª cualquier atisbo de discrepancia en el soviet supremo del comit¨¦ ejecutivo.
Son los presupuestos elocuentes y tambi¨¦n precarios desde los que afronta la ceremonia de investidura. Sin n¨²meros. Y sin posibilidades, pero ocurre que la naturaleza de S¨¢nchez como p¨²gil encajador -aqu¨ª se parece m¨¢s a Rocky Marciano que a Louis- transformar¨¢ el contratiempo en una expectativa ¡°resiliente¡± que le permita rearmarse. Y que le consienta retratar la irresponsabilidad de sus adversarios, incapaces, a la derecha y a la izquierda, de inaugurar la emergencia de ¡°un Gobierno del cambio¡±.
El pacto de centro con Albert Rivera escenificaba la responsabilidad y la sensatez. Y desquiciaba, otra vez, tanto la incredulidad de Rajoy en su fin de r¨¦gimen como la estupefacci¨®n de Pablo Iglesias, a quien S¨¢nchez ha arrebatado sistem¨¢ticamente el papel de narrador omnisciente.
Pedro S¨¢nchez no va a asumir el no a su investidura como una derrota, sino como un accidente previsto y necesario. Ha sabido explorar todos los poderes simb¨®licos del ¡°protopresidente¡± del Gobierno. Ha dejado a Susana D¨ªaz bajo la protecci¨®n de Santa Justa. Ha ganado a los puntos todos los asaltos del combate, todas las metas volantes de la carrera a La Moncloa. La cuesti¨®n es c¨®mo reacciona ahora al peligro del K.O. Esperando que el aforismo de Louis no sea un epitafio.
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