Sale Otegi
El l¨ªder de Sortu tiene la oportunidad de reconocer que callar fue un crimen
![Elgoibar se prepara para la llegada de Arnaldo Otegi, el l¨ªder de Sortu que sale hoy de la prisi¨®n.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4UP3O4WPXFB6VRWD7VERLX3SVM.jpg?auth=85b1a49d04ea55cd1182fd357054f30fe669f7ef1b7e65ccfc235c2ba60b520f&width=414)
Afirmar que nada ha cambiado en el Pa¨ªs Vasco porque el partido de ETA est¨¢ en las instituciones es una simplificaci¨®n que ha vuelto a ser invocada ante la proximidad de la salida de prisi¨®n, hoy mismo, de su principal dirigente, Arnaldo Otegi, que incluso tendr¨ªa posibilidades de ser candidato a lehendakari en las auton¨®micas de este a?o. Una simplificaci¨®n, porque no puede considerarse un detalle secundario que ETA mate o deje de hacerlo. En ese sentido las afirmaciones de que ¡°estamos peor que nunca¡± casi resultan ofensivas para quienes han vivido durante a?os bajo su amenaza.
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Pero es comprensible que esas mismas personas se sientan defraudadas al ver a los que les amenazaban ocupando puestos p¨²blicos sin que, en general, hayan dado muestras de arrepentimiento y reconocimiento ante las v¨ªctimas del dolor causado. Eso no significa que los etarras tengan que seguir en la c¨¢rcel indefinidamente o que los dirigentes de la izquierda abertzale no puedan ser concejales, alcaldes o lehendakaris, si consiguen los votos necesarios.
El caso Otegi representa las contradicciones de la situaci¨®n. Fue detenido en octubre de 2009 y juzgado en junio de 2011 bajo la acusaci¨®n de pertenencia a banda armada en grado de dirigente, por lo que fue condenado inicialmente a 10 a?os, que ser¨ªan luego rebajados a seis y medio tras un recurso. La acusaci¨®n derivaba de su participaci¨®n con otros en un intento de refundar la ilegalizada Batasuna ¡°siguiendo las ordenes de ETA¡±. Pero para cuando se vi¨® ese recurso, en mayo de 2012, hac¨ªa siete meses que ETA hab¨ªa cesado y su brazo pol¨ªtico creado un partido (Sortu) cuyos estatutos recog¨ªan entre sus fines la ¡°definitiva desaparici¨®n de la violencia de ETA¡±; y que eligi¨® a Otegi como secretario general.
La banda fue capaz de muchas locuras, pero no es cre¨ªble que una de ellas fuera ordenar a su brazo pol¨ªtico que iniciase un proceso conducente a su propia liquidaci¨®n como organizaci¨®n terrorista. Es cierto que entonces pod¨ªa haber dudas sobre la consistencia de ese cese y ese compromiso, pero ser¨ªa absurdo mantenerlas hoy, tras casi seis a?os sin atentados y cuando se sabe por testimonios diversos que el plan de recrear un partido independentista legal implicaba forzar la retirada de ETA.
Otegi sale hoy tras haber cumplido ¨ªntegra su condena, lo que ha reforzado su imagen como dirigente y potencial cabeza de lista en las elecciones de oto?o. La autoridad que eso le da ante los suyos es una ocasi¨®n para que, en nombre de tantos que le siguieron por el camino del fanatismo, hiciera lo que varias veces ha insinuado pero no ha acabado de hacer: condenar no solo la violencia que pudiera resurgir, sino la realmente practicada con su complicidad o su silencio durante decenios.
Si ha cambiado en prisi¨®n, tambi¨¦n lo ha hecho la sociedad vasca, que no tiene hoy las mismas preocupaciones que en 2009. Acabar con el terrorismo no es ya la principal, pero s¨ª queda pendiente la disoluci¨®n de la banda y la recuperaci¨®n de la convivencia que ETA rompi¨®. Por ello, ser¨ªa de desear que el Otegi que hoy abandona la c¨¢rcel a la que quiz¨¢s no debi¨® ser condenado condene con claridad tantos asesinatos que no merecieron la piedad de ETA y su brazo pol¨ªtico.
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