?Medimos bien la pobreza en Am¨¦rica Latina?
Tenemos que incorporar aspectos intangibles en nuestras mediciones de la precariedad. Solo as¨ª reduciremos la brecha entre los n¨²meros y c¨®mo los pobres perciben su realidad
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?C¨®mo se determina si una persona vive en la pobreza, es de clase media o rica? Si tuvieran que responder a esta pregunta, probablemente dir¨ªan ¡ªy con raz¨®n¡ª que todo depende del nivel de ingresos, es decir, que alguien es pobre cuando gana alrededor de dos d¨®lares al d¨ªa (dependiendo de la clasificaci¨®n), y de clase media cuando ingresa entre 10 y 50 d¨®lares.
Aunque la respuesta es correcta (muchas de las grandes clasificaciones de la pobreza se basan en los ingresos), ser¨ªa m¨¢s completa si se agregan una serie de indicadores m¨¢s all¨¢ del bolsillo, como por ejemplo, la seguridad f¨ªsica, el bienestar psicol¨®gico o las relaciones sociales.
El ejemplo de Florencia, una mujer de bajos recursos de Rep¨²blica Dominicana, es bastante ilustrativo: durante toda su vida fue pobre. Hace dos a?os consigui¨® una estabilidad en sus ingresos que le permiti¨® mejorar su situaci¨®n. Pero al preguntarle por su experiencia, lo que ella consideraba que hab¨ªa cambiado su situaci¨®n era el hecho de poder decidir por s¨ª misma y ser tomada en cuenta por su comunidad. En su caso, sentirse empoderada le ayud¨® a mejorar su condici¨®n y, sobre todo, a creer que pod¨ªa mejorarla.
Casos como el de Florencia evidencian que este tipo de variables socioemocionales son imprescindibles para determinar si una persona es pobre o no, y por eso deber¨ªamos incorporarlas en las mediciones que hacemos de la pobreza.
Variables socioemocionales son imprescindibles para determinar si una persona es pobre o no
Estas variables deber¨ªan ser tomadas en cuenta cuando evaluamos la condici¨®n de pobreza de los ciudadanos de la regi¨®n. Y para lograrlo, en los pr¨®ximos a?os deberemos cuantificarlas.
Esto es lo que sostenemos en el informe Dimensiones faltantes en la medici¨®n de la pobreza, realizado conjuntamente por CAF (banco de desarrollo de Am¨¦rica Latina) y la Universidad de Oxford, que pretende impulsar un debate sobre c¨®mo incorporar estas variables socioemocionales en los proyectos, programas y pol¨ªticas p¨²blicas de desarrollo.
La publicaci¨®n destaca las siguientes dimensiones que faltan al medir la pobreza:
1) Empoderamiento y agencia. Relacionadas con la autonom¨ªa, autodeterminaci¨®n, liberaci¨®n, participaci¨®n y confianza en uno mismo;
2) Seguridad f¨ªsica. La carencia de esta dimensi¨®n limita el desarrollo humano y una vida en libertad. La violencia es un problema de salud p¨²blica, una seria restricci¨®n de los derechos humanos y un obst¨¢culo para el desenvolvimiento efectivo de la convivencia.
3) Capacidad de ir por la vida sin sentir verg¨¹enza. Su relaci¨®n con la pobreza es relevante por valores intr¨ªnsecos e instrumentales. La estigmatizaci¨®n social de la pobreza, la discriminaci¨®n, la humillaci¨®n o la p¨¦rdida de dignidad, limita gravemente el poder generar capacidades que superen dicha condici¨®n.
4) Calidad del empleo. Se incluyen cuatro ¨¢mbitos que reflejan el bienestar de las personas en el trabajo: protecci¨®n, ingreso, seguridad laboral y uso del tiempo.
5) Conectividad social. Referida a las relaciones interpersonales, y redes de protecci¨®n y afectivas. Su ausencia produce aislamiento y soledad social;
6) Bienestar psicol¨®gico. Contempla capacidades emocionales y aspectos relacionados con el sentido, significado y satisfacci¨®n de la vida.
Cabe destacar que estos indicadores en ning¨²n caso pretenden reemplazar a los tradicionales, sino completar a otras clasificaciones de la pobreza, con la finalidad de que tanto los programas como las pol¨ªticas p¨²blicas sean m¨¢s eficientes ¨Cal conocer mejor la realidad de los m¨¢s vulnerables.
?C¨®mo cuantificamos las variables subjetivas?
Por tratarse de dimensiones subjetivas, se ha hecho un esfuerzo por establecer criterios que permitan incluir indicadores cuantificables, comparables internacionalmente y que permitan identificar cambios que puedan producirse en el tiempo. Por eso, la aplicaci¨®n de estos indicadores sea uno de los principales retos que se vislumbran en el medio y largo plazo.
Es evidente que las pol¨ªticas p¨²blicas requieren una radiograf¨ªa certera y precisa de las condiciones de pobreza en todas sus dimensiones; de lo contrario, corremos el riesgo de no aplacar la pobreza en todas sus variantes, ya que cada dimensi¨®n est¨¢ conectada con los aspectos fundamentales del fen¨®meno.
El aceptar ampliar la medici¨®n de la pobreza m¨¢s all¨¢ de dominios tradicionales como el ingreso la educaci¨®n, la salud o el nivel de vida, implica debatir sobre la importancia de indicadores de otra naturaleza, que son valorados por las personas pobres ¨Ccon diversas razones para hacerlo.
Consenso internacional
Diversas iniciativas han hecho ya un llamado a incorporar aspectos de estas dimensiones que faltan. Muchos de los pa¨ªses que usan estas medidas -o est¨¢n en proceso de adoptarlas- est¨¢n explorando la posibilidad de incluir los indicadores sobre las dimensiones que faltan. Por ejemplo, en El Salvador se incluyeron indicadores de violencia, y Chile en este momento trabaja para incluir una dimensi¨®n de entorno y redes sociales en su medida oficial.
Otro ejemplo lo encontramos en Estados Unidos, donde el estigma asociado al uso de los cupones para alimentos ¨Ccomo parte de un programa gubernamental de asistencia llamado Food Stamp Program¨C era un problema por el cual las personas y sus familias no utilizaban este beneficio. Para revertir esta situaci¨®n, se reemplazaron los cupones por tarjetas de d¨¦bito especializadas, hecho que contribuy¨® a reducir la verg¨¹enza y la humillaci¨®n asociados al uso de los cupones, e implic¨® que la inscripci¨®n y el desarrollo del programa fuera en aumento.
Adem¨¢s, en el camino por introducir estos indicadores en el mainstream del desarrollo, varios ganadores del Premio Nobel de Econom¨ªa ¨CAmartya Sen (1998), James Heckman y Daniel McFadden (2000), Joseph Stiglitz (2001), Daniel Kahneman (2002) y Angus Deaton (2015)¨C han manifestado que el desempe?o econ¨®mico no es suficiente para medir el bienestar.
La vigencia de estos nuevos ¨¢mbitos de medici¨®n se pone de manifiesto en la nueva Agenda de Desarrollo Sostenible adoptada en Septiembre de 2015 por la Organizaci¨®n de Naciones Unidas. Para alcanzar los objetivos de desarrollo acordados, se requiere entender la intricada relaci¨®n de aspectos psicol¨®gicos, sociales, culturales y econ¨®micos relativos a la vida de las personas.
Es hora de que empecemos a incorporar estos aspectos intangibles de manera m¨¢s rigurosa en nuestras mediciones. Solo as¨ª podremos reducir la brecha entre la forma de medir la pobreza y la forma en que las personas de bajos recursos perciben su realidad.
Ana Mercedes Botero es directora de innovaci¨®n social en CAF, banco de desarrollo de Am¨¦rica Latina.
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