La cosecha en la oficina
Huertos urbanos innovadores como el Urban Farm de Tokio acercan la agricultura a las ciudades
Ya son cerca de 2.000 millones las personas que viven en ciudades. El enjambre se ha convertido en el h¨¢bitat natural de gran parte de la poblaci¨®n del planeta. Y la tendencia continuar¨¢. Se calcula que para 2050, el 66% de los 9.000 millones de habitantes del planeta vivir¨¢ en n¨²cleos urbanos.
Las metr¨®polis sirven de refugio, pero a cambio se cobran su precio: pese a que solo suponen el 5% de la superficie terrestre, son las responsables del 70% de la factura de la luz y de un porcentaje similar de emisiones de gases de efecto invernadero cada a?o. El hombre moderno necesita el enjambre, algunos incluso lo aman, pero su consumo de recursos es, desde hace tiempo, descontrolado y a todas luces insostenible.
En la vor¨¢gine depredadora de cualquier ciudad ¡ªlo mismo en Chicago que en Casablanca, en Barcelona que en Bombay¡ª el suministro de alimentos se lleva la palma en lo que a degradaci¨®n medioambiental se refiere. Hasta hace no mucho tiempo, el ser humano se alimentaba de los vegetales y animales que se produc¨ªan en su entorno cercano. Hoy, ya pr¨¢cticamente nada de lo que un ciudadano se lleva a la boca tiene su origen en un trozo de tierra o mar pr¨®ximo a ¨¦l. El sistema moderno de producci¨®n y distribuci¨®n alimentaria hace que los tomates que se exhiben en la estanter¨ªa de un supermercado de barrio hayan tenido que recorrer 2.000 km en cami¨®n hasta llegar all¨ª. O que aguacates hayan sido cosechados antes de alcanzar la madurez para meterlos en c¨¢maras frigor¨ªficas rumbo al otro lado del Atl¨¢ntico, donde terminan en una ensalada.
El edificio Urban Farm brota como un oasis en pleno centro del distrito financiero de Chiyoda
Distancias enormes y un ingente gasto energ¨¦tico, a los que hay que sumar el consumo de agua, los pesticidas, los herbicidas, los fungicidas, el almacenamiento, el procesado, el empaquetado y la distribuci¨®n. Y as¨ª se llega a datos tan alarmantes como que una cuarta parte de las emisiones producidas por humanos en los pa¨ªses industrializados se deriva de lo que comen. ?Es este negocio sostenible? No lo parece. ?Eficiente? Para los ciudadanos, desde luego que no.
C¨®mo funcionar¨¢ esto en 2050 ¡ªo en 10 a?os, sin ir m¨¢s lejos¡ª es una pregunta inquietante, con respuestas que pueden tender hacia el optimismo prudente o hacia la m¨¢s absoluta desesperaci¨®n. La historia ense?a que el hombre acaba por ingeniar soluciones para salir de sus propios entuertos, pero qui¨¦n sabe. En cualquier caso, la innovaci¨®n cient¨ªfica tiene habitualmente la llave.
En un mundo vertebrado por metr¨®polis superpobladas, donde cada vez es m¨¢s evidente que el actual sistema de producci¨®n alimentario contribuye al cambio clim¨¢tico, a la p¨¦rdida de especies y al empeoramiento de la calidad del agua y el aire, la tecnolog¨ªa y los cambios de h¨¢bitos deben salir al rescate.
En Tokio (Jap¨®n) ¡ªla urbe m¨¢s grande del planeta con 38 millones de habitantes¡ª la empresa de consultor¨ªa y recursos humanos Pasona Group trabaja desde hace m¨¢s de una d¨¦cada en buscar soluciones para el sector de la agricultura. Su sede central se encuentra en el coraz¨®n del distrito financiero de Chiyoda, en un edificio de nueve plantas forrado de vegetaci¨®n y en cuyo interior los empleados conviven con huertos de todo tipo. Desde arrozales hasta tomateras colgantes, desde plantaciones tradicionales de quinua hasta campos de lechugas que no necesitan tierra.
En sus cerca de 20.000 metros cuadrados de oficinas, el Urban Farm ¡ªdel ingl¨¦s ¡°granja urbana¡±, que es como la empresa ha bautizado al edificio¡ª dedica 3.995 metros cuadrados (un 20% de las instalaciones) a espacios verdes.
Pero no se trata de un recurso decorativo. Aqu¨ª los cultivos comparten salas de reuni¨®n, pasillos y mesas de trabajo con los empleados. M¨¢s de 200 especies de plantas, frutales, hortalizas y verduras que los trabajadores de Pasona Group cuidan con la ayuda de un equipo de expertos, y que brotan en un oasis verde entre asfalto, acero y cristal, en pleno barrio financiero de la ciudad m¨¢s grande del mundo. Un s¨ªmbolo, un gesto, que sin embargo marca las posibles l¨ªneas a seguir para construir las ciudades sostenibles del futuro. Obviamente, en la cafeter¨ªa de la empresa, las ensaladas no pueden ser m¨¢s frescas.
M¨¢s all¨¢ de la decoraci¨®n
Motonobu Sato es el m¨¢ximo responsable de la divisi¨®n de agricultura urbana de la compa?¨ªa. Recibe al periodista en el mostrador principal del Urban Farm, en la planta baja. Todo est¨¢ recubierto de madera sin pulir, cuelgan calabazas del techo, la iluminaci¨®n es artificial, la temperatura agradable y suena una melod¨ªa de piano por el hilo musical. Un robot humanoide se desliza en silencio y suelta en voz alta lo que parece ser un mensaje de bienvenida. ¡°Este es Pimiento¡±, dice Sato mientras dedica una sonrisa al robot. "Trabaja de gu¨ªa para visitantes¡±.
Pasona Group tiene una trayectoria de d¨¦cadas de trabajo con los recursos humanos y la consultor¨ªa, pero desde 2003 apuesta adem¨¢s por buscar soluciones para la agricultura nipona, un sector que apenas despierta inter¨¦s entre los j¨®venes. El Urban Farm, su cuartel general, fue dise?ado a conciencia con el objetivo, precisamente, de que se convirtiera en s¨ªmbolo de la agricultura m¨¢s experimental. ¡°La empresa intenta encontrar soluciones que mejoren la vida de las personas¡±, explica el directivo. ¡°Quer¨ªamos que la naturaleza y los trabajadores cohabitaran en una simbiosis perfecta en un entorno dise?ado sobre tres conceptos: la agricultura, un espacio de trabajo saludable y una oficina ecol¨®gica¡±.
Con ese objetivo, la empresa compr¨® en 2010 un antiguo edificio de oficinas y le encarg¨® a la firma Kono Designs que ideara la forma de transformar el bloque de 9 plantas en un moderno cubo con jard¨ªn vertical en el exterior, zona verde en la azotea y diferentes huertos interiores integrados en la estructura del edificio. La vegetaci¨®n no pod¨ªa ser algo accesorio, sino m¨¢s bien el v¨ªnculo entre las personas, el edificio y la naturaleza. El resultado es un espacio de trabajo en el que crecen hasta 200 especies diferentes de plantas, con un sofisticado sistema de control de riego, temperatura e iluminaci¨®n, en el que los oficinistas conviven con tomates, berenjenas, melones, perejil, rosas e incluso arroz.
Seg¨²n Sato, los tres conceptos sobre los que se ciment¨® el proyecto se cumplen a la perfecci¨®n. Est¨¢ presente la agricultura ¡ª¡°experimentamos los ¨²ltimos sistemas para el cuidado de los productos¡± ¡ª en un espacio de trabajo saludable ¡ª ¡°el entorno verde fomenta un ambiente m¨¢s relajado y los trabajadores pueden comer productos frescos del edificio¡± ¡ª y ecol¨®gico ¡ª ¡°la cortina verde exterior reduce el gasto energ¨¦tico y, adem¨¢s, usamos iluminaci¨®n de bajo consumo para el crecimiento de las plantas¡± ¡ª explica el responsable.
Urban Farm tambi¨¦n cuenta con un sistema de climatizaci¨®n inteligente que monitoriza la humedad de las salas, su temperatura e incluso la brisa (hay cultivos, como el arroz, que necesitan cierto movimiento entre las espigas para un correcto crecimiento).
Un s¨ªmbolo para concienciar
All¨¢ donde mire el visitante, siempre ve algo en crecimiento. El vest¨ªbulo principal, un espacio de 90 metros cuadrados, se utiliza para cultivar arroz de Aomori. Cada a?o se cosecha tres veces, con un rendimiento de 50 kg por cosecha. No lejos de all¨ª, en una sala de invitados con sof¨¢s y plasma, el techo est¨¢ cubierto por una reja de la que cuelgan tomates. Al lado, otro espacio forrado de madera e iluminado por potentes l¨¢mparas tiene un huerto de quinua en el centro.
A trav¨¦s de un pasillo se llega a una habitaci¨®n acristalada que deja ver lo que parece un laboratorio de cultivo de lechugas. Multitud de fluorescentes especiales iluminan las 24 horas estas plantaciones hidrop¨®nicas, en donde los brotes de lechuga crecen solo con la ayuda del agua, sin necesidad de tierra. ¡°Gracias a la iluminaci¨®n y a la forma de nutrir la planta conseguimos lechugas en 45 d¨ªas, cuando en el exterior se tarda entre 50 y 60¡±, explica Sato.
La experimentaci¨®n con nuevas t¨¦cnicas de cultivo puede abrir puertas a un mundo m¨¢s eficiente
En el piso superior hay varias mesas a lo largo de un espacio di¨¢fano que los distintos equipos aprovechan para reunirse. Cuando lo hacen, de sus cabezas cuelgan tomates y calabazas, y en uno de los laterales una extensa pared de madera se ha convertido en huerto de hierbas arom¨¢ticas. ¡°Algunos trabajadores recogen productos y se los llevan para consumir en casa. Es algo habitual¡±, asegura el responsable de la divisi¨®n de agricultura urbana. Los propios empleados ¡ªguiados por expertos¡ª se encargan del cuidado de ciertos cultivos, y en la cafeter¨ªa el men¨² del d¨ªa incluye siempre productos frescos del Urban Farm.
Desde la empresa explican que el edificio es un s¨ªmbolo del trabajo que realizan en el sector agr¨ªcola japon¨¦s. Un proyecto que pretende conectar a las generaciones m¨¢s j¨®venes con la agricultura, concienciar sobre las posibilidades del binomio agricultura-tecnolog¨ªa y ayudar a las comunidades locales de agricultores. Como en muchos pa¨ªses industrializados, en Jap¨®n el mundo rural muere lentamente sin que los habitantes de las ciudades apenas se percaten. Mientras haya comida en el supermercado, todo est¨¢ bien. Pocos se preguntan qui¨¦n ha producido ese alimento y c¨®mo ha llegado hasta all¨ª. Las urbes viven de espaldas al mundo rural. El Urban Farm pretende darle la vuelta: quiere traer el campo a la ciudad.
El ser humano lleva 10.000 a?os domesticando plantas. Son 100 siglos de experiencia que, sin embargo, no han servido para mejorar la eficiencia de los cultivos ante los retos que plantea el mundo actual. La producci¨®n es altamente ineficiente. Por eso, proyectos de agricultura urbana como el Urban Farm de Pasona Group ¡ªy otros como el del japon¨¦s Shigeharu Shimamura o el de los suizos de Urban Farmers¡ª pueden servir para poner patas arriba los m¨¦todos tradicionales de cultivo y abrir la senda hacia un modelo alternativo.
Para visitar el Urban Farm en Tokio, el edificio abre sus puertas al p¨²blico de 9:30 h. a 17:30 h. de lunes a viernes y el acceso es libre. Estaci¨®n de tren Otemachi.
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