En T¨²nez, el suicidio se extiende como protesta
Alarma por el n¨²mero de personas que se quitan la vida por razones sociales y pol¨ªticas
A pesar de las alabanzas internacionales a la transici¨®n a la democracia en T¨²nez, La Presse, una de sus principales cabeceras, diagnosticaba en un reciente editorial que el pa¨ªs magreb¨ª est¨¢ en un estado de ¡°depresi¨®n¡±. En este sentido, la evoluci¨®n de la cifra de suicidios o intentos de suicidio es revelador: el a?o pasado se produjeron 549 casos, lo que representa un aumento del 170% respecto a 2014.
Seg¨²n el soci¨®logo Abdesattar Sahbani, del Foro Tunecino para los Derechos Econ¨®micos y Sociales (FTDES), la tipolog¨ªa de suicidio que m¨¢s ha aumentado es lo que califica de ¡°suicidio teatral¡±, es decir, aquel que se lleva a cabo en sociedad, normalmente frente a la sede de una autoridad pol¨ªtica y previa convocatoria. En concreto, este a?o un 25% de los suicidios correspond¨ªan a esta categor¨ªa, mientras que el a?o pasado la cifra fue m¨¢s bien marginal.
¡°Este es un suicidio de protesta. Sin la atenci¨®n o el apoyo del Gobierno, los partidos pol¨ªticos o los sindicatos, muchos j¨®venes se sienten completamente desamparados y consideran que su cuerpo es su ¨²nico recurso para la protesta¡±, se?ala Sahbani. As¨ª pues, no es de extra?ar que suceda sobre todo en las regiones del interior del pa¨ªs, como Kasrine, Sidi Buzid, Gafsa o Kairuan, y donde el porcentaje de poblaci¨®n en situaci¨®n de pobreza multiplica por cuatro el registrado en las regiones costeras.
Precisamente, fue en estas regiones donde se inici¨® la revoluci¨®n de 2011 que acab¨® desencadenando la primavera ¨¢rabe.
La idea del suicidio como forma de protesta se halla bien arraigada en la mentalidad tunecina, sobre todo desde la era de Ben Al¨ª. Pero su origen viene de lejos. De hecho, no hay que olvidar que as¨ª termin¨® con su vida An¨ªbal, el l¨ªder de Cartago. Ahora bien, ello no significa que sea ampliamente aceptado. ¡°En el islam el suicidio est¨¢ prohibido. Y muchas familias, en las ¨¢reas m¨¢s conservadoras, intentan ocultarlo. Por eso, es dif¨ªcil saber el alcance verdadero del fen¨®meno. Los casos reales podr¨ªan superar los registrados¡±, agrega Sahbani.
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