?La corrupci¨®n tiene g¨¦nero?
Si ponemos la vara ¨¦tica para las mujeres dirigentes m¨¢s alta que para los hombres, ?no las estamos condenando a un potencial fracaso?
El 2015 fue escenario de una serie de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n de alto vuelo en varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y con nombres muy pegadizos como Lava Jato en Brasil o La L¨ªnea en Guatemala. Tres de esos esc¨¢ndalos tuvieron lugar en pa¨ªses gobernados por mujeres, Argentina, Brasil y Chile. Para algunos, eso amerit¨® preguntarse: ?las mujeres que est¨¢n en la pol¨ªtica son m¨¢s o menos corruptas que sus colegas varones?
El p¨²blico en general piensa que las mujeres son menos corruptas. Encuestas de opini¨®n realizadas en Am¨¦rica Latina y Estados Unidos muestran que las mujeres en la pol¨ªtica son consideradas m¨¢s honestas. De hecho, esa percepci¨®n ha llevado a varias ciudades de Am¨¦rica Latina a poner mujeres al frente de algunos cargos policiales cruciales en la lucha contra la corrupci¨®n.
Tambi¨¦n existen estudios que muestran que las mujeres son menos corruptas. Se mencionan ejemplos como la menor probabilidad de pago de sobornos y de irregularidades administrativas en operaciones de compras p¨²blicas en ciudades dirigidas por mujeres. Sin embargo, otros estudios m¨¢s recientes revelan que el contexto importa. Si hay mujeres en puestos de poder en sociedades democr¨¢ticas y relativamente transparentes, su presencia tiene un efecto positivo sobre la corrupci¨®n. Pero en los reg¨ªmenes autocr¨¢ticos con un historial de corrupci¨®n, la presencia de mujeres tiene escaso o nulo impacto. Esto puede deberse a que las mujeres son menos proclives a ir en contra de las normas sociales, o a que no tienen acceso al ¡°club de los muchachos¡± donde se cocinan ¡°los arreglos¡±.
Si la evidencia a¨²n no es concluyente, ?deber¨ªa importar el g¨¦nero? ?Por qu¨¦ deber¨ªamos exigir que las mujeres que ocupan puestos de poder sean menos corruptas? Si ponemos la vara ¨¦tica para las mujeres dirigentes m¨¢s alta que para los hombres, ?no las estamos condenando a un potencial fracaso? Si las mujeres contin¨²an ganando espacios de liderazgo, es l¨®gico esperar que las haya buenas y malas, honestas y corruptas, conciliadoras y divisivas, tal como ocurre con sus pares masculinos. Llegado ese punto, se podr¨¢ constatar si esas encuestas de opini¨®n son acertadas.
?Son las mujeres menos proclives a ir contra las normas sociales o es que no tienen acceso al ¡°club de los muchachos¡± donde se cocinan ¡°los arreglos¡±?
Hasta entonces, observemos el escenario pol¨ªtico latinoamericano actual. Mientras que las mujeres representan la mitad de la poblaci¨®n en los pa¨ªses de la regi¨®n, ocupan s¨®lo un cuarto de los cargos ministeriales, de los puestos legislativos y de otros altos cargos en la administraci¨®n p¨²blica. En los partidos pol¨ªticos, las mujeres representan m¨¢s del 50% de la membres¨ªa, pero ocupan s¨®lo el 12% de los cargos directivos.
?Por qu¨¦ es importante contar con mujeres en puestos de poder? Mientras que la informaci¨®n sobre g¨¦nero y corrupci¨®n puede ser ambigua, los beneficios generales de la diversidad de g¨¦nero no lo son. En el sector privado se observan mayores tasas de rentabilidad, menores posibilidades de bancarrota, y otros indicadores similares de desempe?o positivo. En el sector p¨²blico, la evidencia indica que la presencia de mujeres en cargos electivos mejora la asignaci¨®n de recursos p¨²blicos e incrementa las probabilidades de que los intereses de las mujeres y los ni?os se vean representados entre las prioridades legislativas.
Tanto en mi rol anterior en la banca de inversiones como en el actual, que es el de vicepresidenta Ejecutiva y Jefa de Operaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), he visto la escasez de dirigentes femeninas en la mesa de negociaciones y tambi¨¦n el efecto catal¨ªtico y creativo que las mujeres pueden tener en las raras oportunidades en que alcanzan una presencia num¨¦rica importante. Entonces, ?c¨®mo se hace para cambiar esta situaci¨®n?
Para empoderar y promover la representaci¨®n de mujeres en altos niveles de direcci¨®n, el BID lanz¨® recientemente la Red PROLID, una plataforma en l¨ªnea y ¨²nica en Am¨¦rica Latina dirigida a desarrollar carreras e impulsar el surgimiento de mujeres l¨ªderes en el sector p¨²blico.
Hemos desarrollado esta iniciativa porque creemos firmemente en la importancia de aumentar la cantidad de mujeres calificadas en el sector p¨²blico y crear el ambiente propicio para su ¨¦xito. Pero esto no es suficiente. Para que la Red PROLID pueda contribuir a alcanzar esas metas, es imprescindible el apoyo de los hombres. Hombres como el primer ministro canadiense Justin Trudeau, el primer ministro italiano Matteo Renzi y el primer ministro franc¨¦s Jean-Marc Ayrault que entre 2012 y 2015 conformaron, por primera vez en la historia de sus respectivos pa¨ªses, gabinetes paritarios. Todos ellos siguieron los pasos pioneros del presidente espa?ol Jos¨¦ Luis Zapatero en 2004 y de la presidenta chilena Michelle Bachelet en 2006.
Ya sea que al fin de cuentas la corrupci¨®n tenga o no tenga ¡°g¨¦nero¡±, estos jefes de Gobierno claramente comprendieron que cuando tanto hombres como mujeres tienen una voz en el desarrollo de sus pa¨ªses, la sociedad prospera. Desde dar prioridad al gasto en salud y educaci¨®n hasta impulsar leyes que favorecen a la familia y la igualdad de g¨¦nero, una mayor presencia de mujeres en puestos p¨²blicos claves produce mejores pol¨ªticas p¨²blicas y sociedades m¨¢s equitativas e inclusivas.
Julie T. Katzman es vicepresidenta ejecutiva del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El art¨ªculo se ha escrito en colaboraci¨®n con Vivian E. Roza, del Programa de Liderazgo de la Mujer (PROLID) del BID.
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