Cuando la moda se vuelve arte
Loewe triunfa en Par¨ªs con una colecci¨®n definida por contrastes armoniosos, mientras Dior se escuda en el clasicismo a la espera de su nuevo dise?ador
Con la cara lavada y un logo redise?ado, Loewe protagoniz¨® este viernes la jornada de desfiles en la semana parisina del pr¨ºt-¨¤-porter de la temporada oto?o-invierno 2016-2017, donde la nueva colecci¨®n tramada por J.W. Anderson, el prodigio norirland¨¦s de 31 a?os que ha logrado colocar la marca en la primera l¨ªnea del lujo internacional, recibi¨® aplausos un¨¢nimes. Al final del desfile, sali¨® a saludar retra¨ªdo y cabizbajo, como acostumbra, aunque podr¨ªa haber levantado ambos brazos dibujando la se?al de la victoria.
Anderson present¨® una colecci¨®n de una gran solidez, que parec¨ªa estudiada al mil¨ªmetro, pese a que todo manara con perfecta fluidez y sin molestos subrayados. La propuesta de Anderson est¨¢ estructurada a partir de un admirable juego de contrastes, que sit¨²an sus looks en alg¨²n lugar entre la rigidez y la suavidad, lo radical y lo accesible, lo discreto y lo aparatoso. Las texturas naturales de los abrigos de tweed y los jers¨¦is en bamb¨² org¨¢nico contrastaban con materiales tirando a sorprendentes, como el alambre y la goma industrial, de los que el modisto se ha servido para dar forma a faldas y vestidos.
Como es habitual, la perseguida sofisticaci¨®n de Anderson no tiene nada de ostentosa, pero tampoco se priva de ciertas excentricidades. En la pasarela primaveral ya sorprendi¨® con pantalones de celof¨¢n transparente o atuendos de trencad¨ªs. En esta ocasi¨®n, fueron los cortes mutantes de los abrigos, los collares cervantinos en dorado, las mangas compuestas de aros de metal o los bolsos en forma de gato, suspendidos del cuello como si fueran colgantes, los que causaron cierta sensaci¨®n y prometen convertirse en best seller para los pudientes. Tal vez sea ese el contraste m¨¢s admirable: la colecci¨®n, situada en la frontera con lo conceptual, nunca renuncia a la comercialidad.
El modisto decidi¨® poner en escena la presentaci¨®n de su trabajo casi como si fuera una obra de arte. "Quer¨ªa que todo estuviera comisariado", explic¨® Anderson tras el desfile, equiparando su propuesta casi con una exposici¨®n de arte. La pasarela se ubic¨® entre las paredes de hormig¨®n de la sede de la Unesco en Par¨ªs ¡ªcomo ya es costumbre en los desfiles de Loewe¡ª, entre las que sobresal¨ªan murales pintados por Joan Mir¨®, una escultura de Giacometti y otra de Richard Smith, adem¨¢s de los desnudos homoer¨®ticos de George Platt Lynes, reputado fot¨®grafo de moda en los a?os cincuenta. En una sala contigua, otro mural trazado por Picasso parec¨ªa contener algunos de los colores usados por Anderson: azules marinos y desgastados, rojos del terru?o mediterr¨¢neo o marrones pr¨®ximos al caramelo, que el modisto traslad¨® tambi¨¦n al cuero de los accesorios, siempre cuidados en todo lo que hace esta marca hist¨®rica de marroquiner¨ªa tradicional fundada en Espa?a en 1846.
De fondo, se escucharon hipn¨®ticos mantras para dejar de fumar (el propio modisto lo est¨¢ "intentando"). Afirma Anderson que toda colecci¨®n debe contener una parte de incomodidad y extra?eza para ser un ¨¦xito. Lo que present¨® este viernes supone un buen ejemplo de esa m¨¢xima.
Unas horas m¨¢s tarde, Dior presentaba su nueva colecci¨®n, la segunda entregada por Lucie Meier y Serge Ruffieux, el t¨¢ndem que se ha colocado provisionalmente al frente de la marca tras la dimisi¨®n inesperada de Raf Simons el pasado oto?o. A la espera del nombramiento oficial de su sucesor como director creativo ¡ªsuenan nombres como Sarah Burton o Riccardo Tisci¡ª, el atelier de la firma francesa pareci¨® escudarse en cierto clasicismo.
El desfile tuvo lugar en uno de los espectaculares patios interiores del museo del Louvre, donde la marca hizo construir un gran cubo reflectante en el que destellaban los edificios del antiguo palacio real, que albergaba distintos pasillos tubulares pr¨®ximos a un futurismo minimalista. Su presentaci¨®n sigui¨® esa misma directriz, dudando entre pasado y futuro. Valoriz¨® el patrimonio de la maison reinventando dise?os hist¨®ricos, como el vestido ice cream que dise?¨® Christian Dior o el tailleur bar de su c¨¦lebre colecci¨®n New Look, adem¨¢s de multitud de bordados y estampados de aires retro. A la vez, tambi¨¦n se vieron faldones asim¨¦tricos, volantes a la altura del pecho o incluso elementos procedentes del workwear masculino. Sin el genio ni la exuberancia de Raf Simons, la colecci¨®n prefiri¨® no correr riesgos innecesarios, y el conjunto pareci¨® coherente.
Apostando por la acumulaci¨®n y la mezcla, la propuesta de Dior abraz¨® una gran diversidad de formas y materias, del terciopelo y el leopardo hasta el jacquard o el patchwork de estampados. En la nota de prensa del desfile, sus responsables dijeron haber querido esbozar "una feminidad en movimiento", "l¨²dica y exc¨¦ntrica". Hubo quien sali¨® descontento, pero tambi¨¦n quien lo consider¨® una demostraci¨®n pr¨¢ctica de las virtudes de no tener presidente.
La decepci¨®n de Lanvin
Naturalidad relativa
El ni?o prodigio que dise?a para Balmain, Olivier Rousteing, decepcion¨® en la pasarela del pr¨ºt-¨¤-porter parisino con una colecci¨®n de concepto demasiado amplio, manido y mal formulado. Estaba pensada como una celebraci¨®n de "la forma natural del cuerpo femenino". Pero esa presunta naturalidad termin¨® siendo muy relativa: por la pasarela de Rousteing deambularon decenas de cors¨¦s, prenda reci¨¦n resucitada en los ateliers de la marca, adem¨¢s de pelucas que cubr¨ªan el cabello de sus modelos o incluso peque?os rellenos al nivel de la cadera, que alteraban sus respectivas morfolog¨ªas.
El modisto asegura que la idea para la colecci¨®n surgi¨® a finales del a?o pasado, mientras el fot¨®grafo Steve Klein disparaba la nueva campa?a de la marca con Cindy Crawford, Claudia Schiffer y Naomi Campbell en un estudio neoyorquino. "Quedamos estupefactos ante el poder de mujeres seguras de s¨ª mismas, que conocen la singular belleza de sus cuerpos", expresaba Rousteing en las notas del desfile. En una nueva contradicci¨®n, orquest¨® su supuesta celebraci¨®n de las top models con la plana mayor de las llamadas instagirls, esas j¨®venes modelos que arrasan en las redes sociales, como Kendall Jenner o Gigi Hadid. En la primera fila se sentaban Kanye West y su suegra, Kris Jenner.
La confusi¨®n imperante no impidi¨® que algunos looks brillaran con luz propia, como los vestidos con borlas que ya introdujo en su precolecci¨®n de oto?o, o bien unos bordados en los torsos que recuerdan a los trajes de madrastra decimon¨®nica que dise?¨® Worth, a veces en sorprendentes tonos pastel (?qu¨¦ opinar¨¢ Rihanna, una de sus musas, frente a la perspectiva de vestirse de celeste y rosa?). Sin embargo, al conjunto le falt¨® riesgo, claridad y emoci¨®n. Para suplir sus lagunas respecto al ¨²ltimo de esos tres factores, Balmain contrat¨® a una orquesta que interpret¨® temas de David Bowie¡ o Savage Garden, banda australiana de los 90 por que la Rousteing parece tener especial apego. Poco importa cualquier reserva: el desfile ha sido el m¨¢s comentado en las redes sociales de lo que llevamos de fashion week. Y, seguramente, ese era su ¨²nico objetivo.
Por su parte, el escandaloso Rick Owens tambi¨¦n present¨® su nueva colecci¨®n en el subterr¨¢neo del Palais de Tokyo, centro especializado en el arte contempor¨¢neo m¨¢s rompedor y escenario natural para su radical propuesta. Esta vez, Owens fue bastante m¨¢s comedido que en las ¨²ltimas temporadas, cuando caus¨® sensaci¨®n con sus mochilas de carne humana o sus modelos masculinos con los genitales al aire libre. Se distingui¨®, pese a todo, con un vestuario en plena metamorfosis, igual que algunas modelos llevaban sobre el rostro un filamento similar al capullo que protege la cris¨¢lida de los gusanos de seda. En su vestuario predominan los pliegues extra?os y abstractos, los vol¨²menes inesperados en los bajos y los nudos que nadie lograr¨ªa deshacer, en las ant¨ªpodas del corte recto y de todo tipo de predictibilidad. Para Owens, su colecci¨®n refleja ¡°c¨®mo un d¨ªa lograremos fundirnos en el ¨¦ter, como en una pintura de Dal¨ª, colocados de ayahuasca¡±. Nada m¨¢s que a?adir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.