Transici¨®n
Hoy ver¨¦ a Otegi en el Vel¨®dromo donostiarra, predicando la nueva era
Pese a los falsificadores del pasado (?incurrir¨¢n en delito seg¨²n la remozada Ley de Memoria Hist¨®rica?), la Transici¨®n trajo m¨¢s bendiciones pol¨ªticas y en menos tiempo de lo previsto. En el Pa¨ªs Vasco, los terroristas se encargaron de que no las disfrut¨¢semos. Me refiero s¨®lo a los no nacionalistas, claro, porque los etarras salieron de las c¨¢rceles y el PNV vio su programa de m¨ªnimos cumplido a rebosar. La Espa?a constitucional, en cambio, apenas tuvo ocasi¨®n de despuntar: los que mov¨ªan el ¨¢rbol y los recolectores de nueces lograron bloquear sus mejores promesas.
Ahora se nos pide un peque?o esfuerzo m¨¢s a quienes resistimos a la hegemon¨ªa terrorista y al nacionalismo obligatorio: debemos recibir a Otegi como el aut¨¦ntico representante no de ETA sino de la Transici¨®n boicoteada. Aquella transici¨®n trajo democracia donde hab¨ªa dictadura, voces plurales en vez de voces de mando, informaci¨®n libre de coacciones, un relato hist¨®rico que se?alase a quienes fueron enemigos de su propio pueblo y reivindicase a los que se les opusieron. Pero la transici¨®n estilo Otegi nos ofrece el programa pol¨ªtico etarra como horizonte, un relato hist¨®rico con los asesinos como h¨¦roes y sus v¨ªctimas como da?os colaterales, medios de informaci¨®n que evitar¨¢n los documentos inc¨®modos y publicitar¨¢n los favorables a la causa y un ce?udo velo de desd¨¦n sobre los que no se doblegaron. Y tendremos que llamar ¡°paz¡± a la renuncia a matarnos de quienes ya lo consideran innecesario o imposible, mostrando nuestro agradecimiento con la excarcelaci¨®n de los que ayer se encargaron de la limpieza etno-pol¨ªtica.
Yo estaba en un calabozo cuando Juan Carlos subi¨® al trono. Deb¨ªa ser preso pol¨ªtico o as¨ª. Hoy ver¨¦ a Otegi en el Vel¨®dromo donostiarra, predicando la nueva era. Tengo mala pata con las transiciones.
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