SOS Europa
Tal vez nos encontremos ante lo que ni la crisis griega, ni la debacle financiera de 2008, ni siquiera las maniobras de Vlad¨ªmir Putin consiguieron provocar: la muerte del gran y hermoso sue?o de Dante Alighieri, Edmund Husserl y Robert Schuman
Un pa¨ªs de la Uni¨®n Europea que llama a consulta a su embajador en otro pa¨ªs de la Uni¨®n Europea. Otro pa¨ªs, o el mismo, que, despreciando todas las reglas de solidaridad entre Estados miembros, se convierte en un vertedero de refugiados que, cuando est¨¦ lleno, terminar¨¢ siendo un territorio de relegaci¨®n, como las leproser¨ªas gigantes y aisladas de la Edad Media.
El espacio Schengen que vuela en pedazos.
Cumbres oficiales que suceden a otras cumbres oficiales y cuyas decisiones son puestas en solfa, como ocurri¨® la semana pasada en Austria, por unas subcumbres regionales, sin legitimidad, ilegales.
La ley del s¨¢lvese quien pueda y, por tanto, el riesgo de anarqu¨ªa.
El retorno de los ego¨ªsmos nacionales y, por tanto, de la ley de la jungla, la aut¨¦ntica, mucho m¨¢s aterradora que la de Calais.
En resumen, lo que la llamada crisis de los refugiados est¨¢ dinamitando no es otra cosa que Europa como tal.
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Es el esp¨ªritu mismo del Viejo Continente que, abandonado al capricho de unos mandatarios sin rumbo, timoratos, entra en estado de catalepsia.
Y tal vez nos encontremos ante lo que ni la crisis griega del a?o pasado, ni la debacle financiera de 2008, ni siquiera las maniobras de Vlad¨ªmir Putin consiguieron provocar: la muerte del gran y hermoso sue?o de Dante Alighieri, Edmund Husserl y Robert Schuman.
Esto no sorprender¨¢ a aquellos a quienes, como el que suscribe, les preocupa desde hace tiempo ¡ªHotel Europa¡ª ver al Gobierno de Bruselas convertido en una burocracia inm¨®vil y obesa, poblada por esos ¡°chupatintas coronados¡± de los que ya se burlaba Paul Morand en su retrato del emperador Francisco Jos¨¦, y de los que otro escritor, testigo de la misma descomposici¨®n, dec¨ªa que eran pr¨ªncipes de la ¡°norma¡±, reyes de los ¡°pesos y medidas¡± y emperadores de la ¡°estad¨ªstica¡±, pero que la idea de confrontarse con la Historia con may¨²sculas, o incluso con la Pol¨ªtica con may¨²sculas, les resultaba inconcebible.
En suma, una nueva Cacania, un nuevo reino del absurdo, carcomido, como el otro, por la rutina y a punto de morir, tambi¨¦n como aquel, por falta de ¨ªmpetu, de proyecto, de una estrella fija que gu¨ªe su trayectoria... un segundo ¡°laboratorio del crep¨²sculo¡± (Milan Kundera) en el que unos dirigentes son¨¢mbulos repetir¨ªan, en un ¨¦xtasis m¨®rbido y complaciente, todos los errores de sus mayores...
Europa o barbarie; Europa o caos, miseria de los pueblos, regresi¨®n pol¨ªtica y social
Y la cat¨¢strofe, si hubiera de completarse, ser¨ªa una prolongaci¨®n de ese gran error que algunos denunciamos desde hace d¨¦cadas: Europa no es algo ineluctable, no est¨¢ inscrita en la naturaleza de las cosas ni tampoco en el sentido de la Historia; lo mismo que Italia en la famosa respuesta del rey de Cerde?a a Lamartine, no se construir¨¢ sola ¡ªda s¨¨¡ª aunque nosotros no hagamos nada; y si olvid¨¢semos esta ley, si cedi¨¦ramos a ese providencialismo y a ese progresismo perezoso, el destino de esta Europa, de nuestra Europa, ser¨ªa el mismo que el de la Europa romana, el mismo que el de la Europa de Carlomagno y m¨¢s tarde de Carlos?V, el mismo que el de la Europa del Santo Imperio Romano Germ¨¢nico, del imperio Habsburgo o incluso de la Europa de Napole¨®n, todas esas Europas que ya eran Europas, verdaderas y hermosas Europas, y cuyos contempor¨¢neos creyeron, como nosotros creemos ahora, que estaban consolidadas, que eran firmes como la roca, que hab¨ªan sido grabadas en el m¨¢rmol de unos reinos de apariencia eterna y que, sin embargo, se desmoronaron.
No obstante, lo peor tampoco es seguro.
Y a¨²n estamos a tiempo, estamos a tiempo de provocar una reacci¨®n pol¨ªtica y moral que se nutra de las lecciones del pasado; que parta del principio de que, sin la voluntad testaruda, contra natura, casi demencial, de sus dirigentes, Europa siempre ha tenido todas las razones para disgregarse, absolutamente todas; y, as¨ª, conjurar lo inevitable.
Una de dos.
O no hacemos nada; o nos dejamos vencer por ese s¨¢lvese quien pueda generalizado y obsceno; y entonces la pasi¨®n nacional se impone de una vez por todas sobre un sue?o europeo reducido a los bienes gananciales de un gran mercado ¨²nico que, si bien conviene al mundo de los negocios mundializado, desde luego no a los pueblos y su aspiraci¨®n a m¨¢s paz, m¨¢s democracia y m¨¢s justicia.
Estamos a¨²n a tiempo de lograr una reacci¨®n pol¨ªtica y moral que beba de las lecciones del pasado
O bien las 28 naciones europeas se sobreponen; se deciden a seguir:
Primero. La l¨ªnea trazada por Angela Merkel sobre la cuesti¨®n de la hospitalidad, moralmente infinita y pol¨ªticamente condicionada, que debemos a esos hermanos en humanidad que llaman a las puertas de la casa com¨²n.
Y segundo. La l¨ªnea trazada por Fran?ois Hollande sobre la cuesti¨®n de Siria y la doble barbarie que, al vaciar el pa¨ªs de sus habitantes y al empujarlos por millones a los caminos del exilio, es la verdadera fuente de la presente tragedia; ninguno de los dos dirigentes, dicho sea de paso, omiten escuchar y aprender uno del otro sus respectivas porciones de verdad, cuya sola combinaci¨®n puede dar cuerpo y alma a ese eje franco-alem¨¢n sin el que todo est¨¢ perdido; y entonces, solo entonces, Europa, contra las cuerdas, obtendr¨¢ una nueva pr¨®rroga y, con un poco de coraje, tendr¨¢ una oportunidad de sobrevivir e incluso, qui¨¦n sabe, de reactivarse.
Pues hoy m¨¢s que nunca la elecci¨®n est¨¢ clara: Europa o barbarie; Europa o caos, miseria de los pueblos, regresi¨®n pol¨ªtica y social; un paso adelante, pero de verdad, en la direcci¨®n de una integraci¨®n pol¨ªtica que es la ¨²nica respuesta posible a los terribles desaf¨ªos del presente, o la certeza de la decadencia, de quedar al margen de la Historia y, tal vez, alg¨²n d¨ªa, de la guerra.
Bernard-Henri L¨¦vy es fil¨®sofo.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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