Hydes
En ¨¦pocas de travestismo incluso moral reconforta saber que para exhibir dos caras en el mismo cuerpo Stevenson reclamaba no s¨®lo dos caracteres, sino tambi¨¦n dos f¨ªsicos
El origen del extra?o caso del doctor Jeckyll y el se?or Hyde est¨¢ en un sue?o. Ocurri¨® cuando Robert Louis Stevenson se despert¨® a gritos una ma?ana y acudi¨® su esposa a despertarlo. Eran gritos de horror, dijo ella. Tras zarandearlo, ¨¦l se enfureci¨®: ¡°?Por qu¨¦ me has despertado? Estaba so?ando un dulce cuento de terror¡±. Lo que hizo fue escribirlo, quemarlo despu¨¦s y regresar al folio con las fiebres por las nubes. Su hijastro dijo que al principio cant¨® literalmente la mitad del libro en voz alta; luego se encerr¨® tres d¨ªas para escribir una historia que su mujer exigi¨® como alegor¨ªa.
Jeckyll y Hyde disuelven la dualidad del hombre de la forma perturbadora que impone Stevenson. Son dos amigos ¨ªntimos que se sostienen bajo un dilema complejo: uno quiere devorar al otro, limpiarle los huesos de la ¨²ltima carne blanda de su cuerpo. El otro no s¨®lo no sabe que no va a ser despedazado sino que ni siquiera lo sospecha. No es original: el mal aspira a vampirizar el bien sin que el bien se entere, abstray¨¦ndose en su inocencia a veces impostada, otras temeraria. Lo realmente revolucionario era que aquello sucediese en el mismo cuerpo.
Borges, que era ciego y por tanto ten¨ªa punter¨ªa, escribi¨®: ¡°El que acaricia a un animal dormido / El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho / El que agradece que en la tierra haya Stevenson¡±. Stevenson fue la felicidad, la lectura de los pobres diablos. Pero Jeckyll y Hyde se construyeron a trav¨¦s de una pesadilla y su final es de alguna forma el que Stevenson reserva a los que liberan sus demonios interiores. Siempre mueren dos en el cuerpo de uno.
Borges dice: ¡°Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipograf¨ªa del siglo XVIII, las etimolog¨ªas, el sabor del caf¨¦ y la prosa de Stevenson¡±. Y recita para su maestro:
A ti tambi¨¦n, en otras playas de oro, / te aguarda incorruptible tu tesoro: / la vasta y vaga y necesaria muerte.
Impresiona saber que despu¨¦s de las aventuras de La isla del tesoro (el libro que no nos hizo adultos sino lectores), el famoso escoc¨¦s se tomase en serio tal impugnaci¨®n del ser humano hasta descubrirle un reverso, el se?or Hyde, que s¨®lo existe en la medida involuntaria en que el doctor Jeckyll lo propicia. En ¨¦pocas de travestismo incluso moral reconforta saber que para exhibir dos caras en el mismo cuerpo Stevenson reclamaba no s¨®lo dos caracteres, sino tambi¨¦n dos f¨ªsicos. Era una ¨¦poca en la que era menos dif¨ªcil enga?ar a la gente.
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