Panafricanismo, el sue?o postergado
Omer Freixa
El 24 de febrero de 1966, el presidente de Ghana (la antigua Costa de Oro brit¨¢nica), una peque?a rep¨²blica de ?frica occidental y la primera del ?frica subsahariana en alcanzar la independencia (el 6 de marzo de 1957), era derrocado en ausencia para morir luego, en el exilio rumano, en 1972. Tras ello, Kwame Nkrumah, la cara m¨¢s visible de la doctrina panafricanista y uno de los grandes referentes de las independencias del Tercer Mundo, vio su sue?o panafricano derrotado, frente al vigor con el que se hab¨ªan desarrollado en los a?os previos sus proclamas. Ning¨²n otro l¨ªder africano pudo cumplir sus metas de llevar a la realidad la doctrina panafricanista, o tampoco demasiados mostraron inter¨¦s en ello. Pero, en l¨ªneas generales, la d¨¦cada de 1960 fue auspiciosa en el continente africano y mostr¨® un viento de cambio, sobre todo, al comienzo.
Entre 1957 y 1961, 18 naciones africanas fueron independizadas de la tutela colonial. El clima era promisorio para el optimismo y los proyectos parec¨ªan avanzar.
El panafricanismo acompa?¨® esas intenciones. Pero los nobles ideales quedaron solo en eso. Los proyectos panafricanistas (y otros) se vieron truncados. Por caso, una seguidilla de golpes militares asol¨® varios pa¨ªses, como la antigua Costa de Oro. En las dos primeras d¨¦cadas de independencia hubo alrededor de 40 golpes de estado e innumerables intentonas golpistas. Siempre recurriendo a los apoyos externos, hubo casos, como el de la actual Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, excolonia belga, en 1965, y un a?o m¨¢s tarde en Nigeria, al igual que Ghana. Antes fue Togo, vecino oriental de Ghana, en 1963, donde la mano de la exmetr¨®poli francesa, junto con la complicidad local, elimin¨® al nacionalista Sylvanus Olympio para someter esta peque?a naci¨®n al designio galo, como sucediera m¨¢s tarde en otros pa¨ªses y respecto no solo a Francia. En enero de 1961, lo mismo sufri¨® el m¨¢rtir congole?o Patrice Lumumba a manos de B¨¦lgica y otros.
Idealismo de pura cepa
La acepci¨®n m¨¢s simple del t¨¦rmino panafricanismo refiere a la uni¨®n entre los diversos Estados que fueron surgiendo al calor de la emancipaci¨®n africana. Si bien esta definici¨®n es correcta, la doctrina es mucho m¨¢s compleja y el movimiento tiene su historia, la que lo ha ido cargando de nuevos significados. Desde sus inicios, a comienzos del siglo pasado, el panafricanismo madur¨® de una simple manifestaci¨®n de solidaridad fraternal entre afroantillanos de lengua inglesa y los de los Estados Unidos a convencerse de la necesidad del retorno de todos los afrodescendientes del mundo a la Madre Negra, el continente africano, tejiendo s¨®lidas redes de cooperaci¨®n entre los afrocaribe?os y los africanos que propiciaron diversos encuentros. Posteriormente, el movimiento comenz¨® a reclamar el fin del colonialismo y de la opresi¨®n al negro, donde fuera que estuviera sometido.
El panafricanismo es un fen¨®meno que desborda el continente africano. Intelectuales afrocaribe?os, como Sylvester Williams y Marcus Garvey, y el afronorteamericano W. E. B. Du Bois, entre otros, enriquecieron con su pensamiento al movimiento. Diversos encuentros aglutinaron a todos los promotores del panafricanismo en distintas sedes. Desde el Congreso de Par¨ªs de 1919, las reuniones fueron creciendo en convocatoria y variando en las agendas inmediatas. Pero el IV Congreso Panafricano de 1927, en Nueva York, en donde los participantes discutieron formas de alcanzar las independencias, la unidad africana y acabar con el racismo colonial, fue el ¨²ltimo antes de estallar la Gran Depresi¨®n que paraliz¨® la convocatoria a un quinto, sumado al ascenso del nazismo y el posterior estallido de la guerra civil espa?ola.
Entonces, el V Congreso Panafricano no ser¨ªa retomado hasta marzo de 1945, en Manchester, poco antes de concluir la Segunda Guerra Mundial. En ¨¦ste se destac¨® la intervenci¨®n, de comienzo a fin, de Nkrumah, as¨ª como la de un gran te¨®rico, el trinitario George Padmore (conocido por ¨¦ste, su nombre de guerra), ¨ªntimo colaborador del afamado ghan¨¦s. Padmore fue autor de la primera obra en que se esboza un desarrollo coherente de la doctrina panafricanista, ?Panafricanismo o comunismo?, publicado en Londres en 1955. Su autor plante¨® la necesidad del autogobierno africano para los africanos sin perder de vista el respeto a las minor¨ªas que desearan convivir con la mayor¨ªa negra. La obra no obtuvo mucha unanimidad dentro del ¨¢mbito africano pero en el V Congreso Panafricano el panafricanismo y el nacionalismo adoptaron solidez.
Luego del Congreso de Manchester, sobrevinieron las grandes conferencias panafricanistas en suelo africano (sin desmerecer la important¨ªsima Conferencia de Bandung), pero para las que hubo que esperar 13 a?os, por ejemplo, con la primera Conferencia de los Estados Africanos Independientes, que reuni¨® a representantes de ocho pa¨ªses en Accra, capital ghanesa, en abril de 1958. All¨ª sobresali¨® Nkrumah, a quien esta conferencia le otorg¨® un aura de prestigio. El ghan¨¦s plante¨®, adem¨¢s de la reiteraci¨®n de la independencia y el reforzamiento de la unidad continental, la necesidad de una organizaci¨®n permanente que aglutinara a los Estados africanos independientes y un bloque africano representativo en Naciones Unidas.
Esta conferencia tuvo su continuaci¨®n en Monrovia, capital liberiana, en agosto de 1959, y la tercera en Etiop¨ªa, en junio de 1960, mientras poco despu¨¦s la esperanza mermaba por el estallido de la crisis en el reci¨¦n independizado Congo belga. Todos los encuentros de estos a?os hicieron foco en la guerra de Argelia y en el repudio y boicot a la Sud¨¢frica del Apartheid, como as¨ª las Conferencias de los Pueblos Africanos.
Sin embargo, pese a las buenas intenciones, para la ¨¦poca se comenzaban a vislumbrar las rivalidades en bloques regionales que complicaron las buenas relaciones intraafricanas. Por un lado, el grupo de Casablanca, liderado por Nkrumah, defend¨ªa la idea de formar los Estados Unidos de ?frica, como superador de las fronteras establecidas desde el reparto de ?frica en 1885. En cambio, el grupo de Monrovia, mucho m¨¢s conservador y liderado por el futuro presidente marfile?o Felix Houphou?t-Boigny, prescribi¨® que las fronteras coloniales heredadas eran intocables y que cada Estado africano ten¨ªa derecho a decidir su soberan¨ªa y orientaci¨®n internacional.
El ideal frente a la realidad
Al igual que Padmore, Nkrumah expuso la doctrina en cuesti¨®n en la obra ?frica debe unirse, de 1963, en un excelente momento en el cual se hab¨ªa creado el principal cuerpo panafricano, la Organizaci¨®n de la Unidad Africana (hoy Uni¨®n Africana), con sede en Addis Abeba, capital et¨ªope, y en cuya fundaci¨®n incidi¨® decisivamente el ghan¨¦s, como el citado Olympio, aunque este ¨²ltimo no llegara a verla.
La obra expresa el prop¨®sito de su autor, como apunta en la introducci¨®n: ¡°¡explicar mi filosof¨ªa pol¨ªtica, que se funda en mi convicci¨®n de la necesidad de liberar y unir ?frica y sus islas¡±. All¨ª mismo, Nkrumah estableci¨® que seguir¨ªa luchando contra el colonialismo del continente al percatarse de sus riesgos y al que vislumbr¨® como una presencia poderosa que, en el contexto de la independencia, comenzaba a operar bajo nuevas formas e imponiendo sus disruptivas y ambiciosas miras. En suma, puntualiz¨® en el neocolonialismo y en la balcanizaci¨®n los dos principales peligros a su meta. Concretamente, dentro de ?frica, vio en el r¨¦gimen racista de Sud¨¢frica una gran amenaza.
El mandato del pol¨ªtico era consolidar un frente unificado y una finalidad continental, puesto que, como advirti¨®, la libertad peligrar¨ªa mientras los Estados independientes de ?frica se mantuviesen separados. Primero, era necesaria la libertad, la cual deb¨ªa ser conseguida gracias al esfuerzo de un partido pol¨ªtico que llevara cabo la Revoluci¨®n, en un momento prol¨ªfico de aparici¨®n de varios en las colonias. El suyo, el Convention People's Party, surgi¨® en 1949 para reclamar la independencia y eso le vali¨® granjearse la antipat¨ªa de la administraci¨®n brit¨¢nica. Tras la libertad, siguiendo el planteo de ?frica debe unirse, la aspiraci¨®n m¨¢xima era crear los Estados Unidos de ?frica, de manera de convertir el continente en un actor importante del escenario mundial. Solo integr¨¢ndolo se lograr¨ªa dicho fin, a su entender.
Pese a las enormes diferencias en ?frica, Nkrumah estaba convencido de que hab¨ªa m¨¢s ventajas que trabas para lograr la unidad. En ¨²ltima instancia, gravitaba lo que ¨¦l defini¨® como un ¡°sentido de unicidad en lo africano¡±, o lo que se denominara la ¡°personalidad africana¡±. Sin embargo, y pese a su optimismo, la mano extranjera, el complot, la intervenci¨®n militar, las diferencias entre pol¨ªticos, bloques constituidos e intereses contrapuestos, todo eso conspir¨® contra su idea de unidad africana.
En efecto, los proyectos de unidad africana han sido ef¨ªmeros y truncos. Desde noviembre de 1958, se pens¨® a la uni¨®n Guinea-Ghana (a la que se agreg¨® luego Mal¨ª) como n¨²cleo de los Estados Unidos de ?frica, pero el derrocamiento de Nkrumah en 1966 hizo naufragar la uni¨®n, la que de por s¨ª se mostraba complicada por varios factores.
Pasos no exitosos tambi¨¦n sigui¨® la Federaci¨®n de Mal¨ª, fundada en 1959 pero disuelta en agosto de 1960. En principio, abarcaba los actuales Mal¨ª, Senegal, Ben¨ªn y Burkina Faso, siendo la mitad de la antigua ?frica Occidental Francesa, en una unidad promisoria por su peso demogr¨¢fico y econ¨®mico. Sin embargo, principalmente las desavenencias entre sus l¨ªderes, la condujeron al fracaso.
Pese a que hoy existe un bloque regional (como otros en las dem¨¢s regiones) que es la Comunidad Econ¨®mica de Estados de ?frica Occidental (ECOWAS, su sigla en ingl¨¦s), la unidad pol¨ªtica est¨¢ muy lejana del sue?o de Nkrumah. A lo sumo, la Uni¨®n Africana, en parte y con muchas falencias, es lo que m¨¢s se aproxima, pero en forma muy distorsionada, al ideal del l¨ªder ghan¨¦s. Su ?frica debe unirse conclu¨ªa: ¡°Queda para nosotros aprovechar esta magn¨ªfica oportunidad demostrando que el genio del pueblo africano puede superar las tendencias separatistas en nuestro car¨¢cter de naciones soberanas, para congregarse de inmediato, en pro de la mayor gloria e infinito bienestar de ?frica, en una Uni¨®n de Estados Africanos¡±. A 53 a?os de haber sido escrito, nada de eso se dio.
(*) Omer Freixa es historiador africanista
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