El para¨ªso de Cayetana de Alba
Carlos Fitz-James Stuart, el nuevo duque de la dinast¨ªa, abre al p¨²blico el palacio de las Due?as, donde su madre se sinti¨® libre
Por Las Due?as han pasado la emperatriz Eugenia de Montijo; monarcas como Victoria Eugenia, Alfonso XIII, Eduardo VIII y Wallis Simpson, Jorge VI ¨Cpadre de la actual reina brit¨¢nica¨C, Grace Kelly y Rainiero de M¨®naco; Jacqueline Kennedy, el pianista Arthur Rubinstein, el fot¨®grafo Richard Avedon (quien en 1959 retrat¨® a Cayetana de Alba bailando flamenco para la revista Harper¡¯s Bazaar), el torero Curro Romero¡
Traspasar la sencilla verja de hierro negro del palacio sevillano es como adentrarse en una dimensi¨®n que atesora cinco siglos de historia. Jardines y salones en los que el tiempo transcurre de otra manera. Ah¨ª est¨¢ el famoso patio ¡°donde madura el limonero¡±, como escribi¨® Antonio Machado, que naci¨® en Las Due?as en 1875, cuando el palacio era casa de vecinos y su padre el administrador. El que es uno de los monumentos m¨¢s famosos pero menos conocidos de Sevilla abrir¨¢ sus puertas la pr¨®xima semana. Carlos Fitz-James Stuart, 19? duque de Alba, decidi¨®, tras el fallecimiento de su madre, hacer visitable una buena parte del refugio favorito de Cayetana de Alba.
Traspasar esa verja hoy es sentirse por un rato invitado de su habitante m¨¢s insigne (con permiso del poeta): Cayetana Fitz-James Stuart. El lugar podr¨¢ verse tal y como lo dej¨® la arist¨®crata, 14 veces grande de Espa?a, que pas¨® la mayor parte de sus ¨²ltimos a?os en la capital andaluza, donde muri¨® el 20 de noviembre de 2014, a los 88 a?os. La casa es fiel reflejo de sus pasiones. El patio principal, con sus restos de frescos, azulejos trianeros y sus faroles de hierro forjado, vertebra la visita, en la que destacan el Sal¨®n de los Carteles, con recuerdos taurinos y un traje de luces turquesa y oro regalo de su amigo Curro Romero. Y luego est¨¢ el tablao de la duquesa, la peque?a habitaci¨®n en la que Cayetana daba rienda suelta a su delirio por el baile de la mano del bailaor Enrique El Cojo. Es el rinc¨®n m¨¢s personal del recorrido. ¡°Recuerdo de mi primer Roc¨ªo. 1985¡±, puede leerse en un pa?uelo pintado y firmado por todos los que la acompa?aron en su peregrinaci¨®n, uno de tantos que recubren las paredes junto a pinturas, regalos, premios, fotograf¨ªas dedicadas por amigos como Miguel Bos¨¦, una banderola del Betis (el equipo de sus amores) y, en el centro, uno de sus muchos trajes de gitana. El baile siempre form¨® parte de su vida. Los ¨²ltimos pasos en p¨²blico los dio el d¨ªa de su tercera boda, a los 85 a?os, en el Sal¨®n de la Gitana. Cayetana llevaba el comp¨¢s en su sangre azul.
Las Due?as abre sus puertas sin alterarse. Obras de arte, cer¨¢micas, mobiliario y piezas arqueol¨®gicas, todo est¨¢ en su sitio
¡°Habr¨¢ quien venga a conocer la casa de la duquesa de Alba o quien llegue atra¨ªdo por el arte y la historia que encierra el palacio de Las Due?as¡±, explica el historiador sevillano ?lvaro Romero S¨¢nchez-Arjona, miembro del departamento de Bellas Artes, Archivo y Biblioteca de la Casa de Alba, poco antes de iniciar un recorrido que podr¨¢ hacer el p¨²blico, previsiblemente, antes de Semana Santa.
El paseo por salones en los que cuelgan obras de Annibale Carracci, Lucas Giordano o Sofonisba Anguissola ser¨¢ libre, sin necesidad de gu¨ªa (Coronaci¨®n de espinas, de Jos¨¦ de Ribera, no volver¨¢ a su lugar en el Sal¨®n de la Gitana hasta mayo, puesto que forma parte de la exposici¨®n sobre los tesoros de la Casa de Alba que pudo verse en Madrid y actualmente se muestra en Dallas). El visitante podr¨¢ detenerse cuanto quiera en la mezcla de museo y casa familiar que tiene el conjunto en el que los Alba se instalaron a principios del siglo XVII, cuando Fernando ?lvarez de Toledo, 6? duque de Alba, se cas¨® con Antonia Enr¨ªquez de Ribera, heredera del palacio sevillano, que, para entonces, ya era uno de los primeros edificios renacentistas de la ciudad.
La casa, levantada en la segunda mitad del siglo XV por los Pineda en el solar del desaparecido monasterio de Santa Mar¨ªa de las Due?as, se construy¨® en estilo g¨®tico-mud¨¦jar, y de esa ¨¦poca quedan numerosos vestigios, como el brocal del pozo que estuvo en el patio central y parte del pavimento original. El Renacimiento marc¨® el aspecto actual del conjunto, que con sus 10.000 metros cuadrados ¨C4.000 de ellos edificados¨C m¨¢s parece, visto desde fuera, la suma de varias casas de campo que un palacio. La sensaci¨®n de estar en un gran edificio renacentista no se percibe hasta que el visitante ingresa en su magn¨ªfico patio principal, con columnas de m¨¢rmol genov¨¦s y delicadas yeser¨ªas. ¡°El palacio conserva 20 artesonados mud¨¦jares del siglo XVI y uno de sus torreones es similar al que, en la misma ¨¦poca, Carlos V mand¨® construir en el Real Alc¨¢zar de Sevilla para celebrar su boda¡±, precisa Romero. Los jardines, en los que se exhiben piezas de la colecci¨®n de esculturas romanas que el duque Carlos Miguel adquiri¨® en el siglo XIX durante su Grand Tour, se conservan tal y como los conoci¨® Eugenia de Montijo.
¡°El duque de Alba ha querido mostrar su segunda residencia sin cambiar nada. Tan solo hemos hecho lo necesario para adecuar el recorrido a una visita p¨²blica. Es decir, se ha ideado un itinerario, limitado las zonas y colocado cartelas en las principales obras de arte¡±, explica Ricardo Gasc¨®, responsable del proyecto de apertura de Las Due?as. ¡°Esta es una iniciativa totalmente privada. No cuenta con subvenciones p¨²blicas ni patrocinios. El duque, que le ha puesto mucha ilusi¨®n y est¨¢ al tanto de todos los detalles, ha querido que sea as¨ª¡±, a?ade Gasc¨®, economista valenciano que se ha encargado de que la operaci¨®n le resulte rentable a la Casa de Alba.
El tablao en el que la duquesa daba rienda suelta a su delirio
por el flamenco es el rinc¨®n m¨¢s personal del recorrido
¡°Por supuesto, hemos hecho un estudio preliminar y confiamos en que con lo que se recaude en taquilla, con entradas que costar¨¢n entre seis y ocho euros, se pueda hacer frente a los gastos del palacio, a los del personal de vigilancia y mantenimiento que se ?encargar¨¢ del recorrido, y cubrir la mayor parte de la inversi¨®n realizada para hacer visitable la residencia, unos 270.000 euros¡±, comenta. La estimaci¨®n es que el primer a?o pasar¨¢n por Las Due?as entre 100.000 y 125.000 personas, lo cual supondr¨ªa unos ingresos de 800.000 euros.
A partir de ahora, el palacio enriquecer¨¢ la oferta cultural de la ciudad. ¡°La gente siente curiosidad por Las Due?as¡±, afirma Ricardo Gasc¨®. ¡°Hay personas que van a la Casa de Pilatos preguntando si es ah¨ª donde viv¨ªa la duquesa de Alba; claro que ambos son obra de la misma familia, los Ribera, y de la misma ¨¦poca¡±. Y no es solo arte lo que rezuma este lugar, con piezas tan relevantes como la tabla de Neri de Bicci que preside la capilla, sino tambi¨¦n historia reciente. La relaci¨®n de Antonio Machado con la casa forma parte del recorrido, que incluye casi toda la planta baja, salvo el jard¨ªn trasero y las cocinas, y la fastuosa escalera principal hasta el rellano, presidida por un repostero con el escudo de la Casa de Alba. M¨¢s all¨¢ se cierran las puertas. El palacio sigue siendo la vivienda privada del duque y Carlos Fitz-Jame Stuart ha dejado muy claro, desde que recibi¨® los 35 t¨ªtulos que le dej¨® su madre, que la discreci¨®n ocupar¨¢ un lugar central en el damero que desde el siglo XV representa a su casa.
elpaissemanal@elpais.es
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