El escritor espa?ol en Catalu?a
Casi forma parte obligada del ¡®cursus honorum¡¯ del escritor espa?ol aspirar al ingreso en la Academia
Me refiero, claro est¨¢, a los escritores que escribimos en espa?ol, o en castellano, porque, hasta nueva orden, casi todos los escritores que escribimos en Catalu?a somos espa?oles, incluidos los que escriben en catal¨¢n. Hecha esta aclaraci¨®n casi superflua, a?adir¨¦ que, seg¨²n una idea bastante extendida, los escritores que escribimos en castellano y residimos en Catalu?a vivimos en una situaci¨®n inc¨®moda, por no decir que somos v¨ªctimas del nacionalismo o el independentismo mayoritario en la vida p¨²blica catalana; mi opini¨®n es exactamente la contraria: sobre todo comparada con la situaci¨®n del escritor espa?ol en Madrid o la del catal¨¢n en Barcelona, la situaci¨®n del escritor espa?ol en Catalu?a es privilegiada.
Es falso que el independentismo nos persiga por escribir en castellano
Me explico. La situaci¨®n ideal de un escritor es una situaci¨®n un poco oblicua, un poco perif¨¦rica, casi marginal; no del todo: s¨®lo un poco, s¨®lo casi. Esa es la situaci¨®n del escritor espa?ol en Catalu?a. Es verdad que el centro editorial del espa?ol est¨¢ en Barcelona, donde tienen su sede las editoriales y los agentes m¨¢s potentes de la lengua; pero el poder literario espa?ol sigue en Madrid. Tambi¨¦n es verdad que en este aspecto las cosas han cambiado un poco: a principios del siglo XX, cuando empezaban a consagrarse Baroja o Azor¨ªn, era impensable para un escritor espa?ol no vivir en Madrid; incluso lo era a mediados del siglo XX, cuando se consagraba Cela y empezaba a publicar Ferlosio, aunque quiz¨¢ ya no lo era tanto: al fin y al cabo, por esa misma ¨¦poca tambi¨¦n empezaba a publicar Gil de Biedma, que nunca vivi¨® en Madrid; hoy, en cambio, pocos escritores en espa?ol de Barcelona sienten por razones literarias la necesidad de la capital, a pesar de que el poder literario, repito, sigue all¨ª.
Pero ya se sabe que el poder es peligros¨ªsimo para un escritor, empezando por el poder literario. Quiero decir que el escritor espa?ol en Madrid, como el catal¨¢n en Barcelona, corre muchos m¨¢s riesgos que el escritor espa?ol en Catalu?a: el riesgo de un ¨¦xito prematuro, el riesgo de dedicar m¨¢s tiempo a la vida literaria que a escribir, el riesgo de ceder al privilegio envenenado de cualquiera de los halagos, sinecuras, canonj¨ªas, chollos y cholletes con que el poder intenta sobornar al escritor, incluso el riesgo de la pol¨ªtica a secas. Un ejemplo: casi forma parte obligada del cursus honorum del escritor espa?ol aspirar al ingreso en la Academia; el escritor espa?ol de Catalu?a, en cambio, puede esquivar tranquilamente esa obligaci¨®n: como no fueron acad¨¦micos Gil de Biedma ni Barral, como no lo son Mars¨¦ ni Mendoza, casi nadie sensato siente el menor deseo de serlo.
Pero los escritores espa?oles en Catalu?a no s¨®lo nos ahorramos parte del tiempo, los esfuerzos in¨²tiles y las tentaciones letales que amenazan a nuestros colegas espa?oles en Madrid y a nuestros colegas catalanes en Barcelona: a diferencia de aqu¨¦llos, disponemos de una tradici¨®n literaria a?adida (la del catal¨¢n, cualitativamente excepcional); a diferencia de ¨¦stos, disponemos de una enorme cantidad de lectores potenciales en nuestra propia lengua; a diferencia de unos y otros, los escritores en castellano de Catalu?a casi salimos de f¨¢brica con una mirada extraterritorial sobre Catalu?a y sobre Espa?a, que es la mirada perfecta para un escritor. Por lo dem¨¢s, es falso que el independentismo nos persiga por escribir en castellano; lo que quiere es que, escribamos como escribamos, seamos independentistas. No se enga?en: lo que pasa en Catalu?a no es cuesti¨®n de lenguas; es cuesti¨®n de poder: a ojos de la mayor¨ªa de los pol¨ªticos independentistas, la lengua es s¨®lo un instrumento para conseguir todo el poder; de hecho, contra lo que creen muchos de mis colegas catalanes, no hay raz¨®n alguna para pensar que, si Catalu?a alcanza la independencia, al d¨ªa siguiente los pol¨ªticos independentistas no empiecen a olvidarse del catal¨¢n.
Somos unos privilegiados. Yo al menos me siento as¨ª
De modo que insisto: somos unos privilegiados. Yo al menos me siento as¨ª, porque sospecho que, si no hubiese crecido no ya en Barcelona sino en Gerona y no hubiese pasado la mayor parte de mi vida all¨ª ni llegado hasta casi los 40 a?os con una ignorancia casi completa del mundillo literario espa?ol, mi vida quiz¨¢ hubiese sido mejor de lo que ha sido ¨Cqui¨¦n sabe¨C, pero yo ser¨ªa peor escritor de lo que soy.
elpaissemanal@elpais.es
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