El jefe ideal

Esta semana se ha hecho p¨²blica una encuesta en la que se preguntaba a unos cuantos espa?oles a qui¨¦n les gustar¨ªa tener como jefe. Es como, si en vez de sondearte sobre qui¨¦n iba mejor vestido a los Oscar, o qu¨¦ celebridad es la m¨¢s bella, te preguntaran qu¨¦ vestido te pondr¨ªas o con qu¨¦ famoso te casar¨ªas. Hay una gran diferencia entre responder sobre la generalidad del deseo y hacerlo alrededor de la concreci¨®n de una futura realidad.

Daniel Craig parece la mar de majo y limpio, pero, ?me casar¨ªa con ¨¦l? ?Y si ronca? ?Y si llega la cena de Navidad y tenemos que bajar a por Martini porque el se?orito solo bebe eso? Aplicando un m¨ªnimo de sensatez, la respuesta a qu¨¦ vestido te gusta y qu¨¦ vestido te pondr¨ªas deber¨ªa ser, si no tienes el porte de Olivia Wilde o Hugh Jackman, distinta. Pero los espa?oles somos gente sin miedo. Mandamos a lo loco, sin consultar siquiera el parte meteorol¨®gico, nuestras naves a Trafalgar y ninguna volvi¨®.

As¨ª, cuando nos preguntan al mando de qui¨¦n nos gustar¨ªa estar, proclamamos: Rafa Nadal. Uno imagina a los que han respondido esto visualiz¨¢ndose gozosos recogiendo pelotas de tenis de hasta los ba?os de casa del mallorqu¨ªn y se le parte el coraz¨®n. De acuerdo, si lo que sugiere esa exministra francesa es cierto, trabajar a las ¨®rdenes de Rafa debe ser un fiest¨®n. Pero la realidad es que tanta nobleza, tanto sacrificio y, sobre todo, tanta campechan¨ªa, deben dejarlo a uno agotado. Antes bajo a una mina a las ¨®rdenes de Mourinho, o monto una tienda de bolsos con Rita Barber¨¢. Alguien deber¨ªa dejar de preguntarnos cosas a los espa?oles. No acertamos ni una.