¡°Nadie sabe definir la felicidad¡±
El psiquiatra franc¨¦s, considerado uno de los padres de la resiliencia, vaticina que el siglo XXI ser¨¢ el de la sumisi¨®n del hombre a la m¨¢quina
Boris Cyrulnik decidi¨® que quer¨ªa ser psiquiatra a los 11 a?os. Vio en esa ciencia del alma, como ¨¦l mismo la define, la posibilidad de llegar a entender la locura del nazismo. Cuando ten¨ªa seis a?os, cuatro oficiales alemanes armados rodearon su cama y se lo llevaron detenido. Tard¨® en comprender que aquello ocurr¨ªa porque era jud¨ªo.
Recuperar a personas que han sufrido un trauma infantil. Esa acab¨® convirti¨¦ndose, a?os m¨¢s tarde, en la misi¨®n de su vida. Y, de hecho, se le considera uno de los padres de la resiliencia, ese t¨¦rmino, ahora tan en boga, que indica la capacidad de volver a la vida tras pasar por un trauma.
Psiquiatra, neuropsiquiatra, psicoanalista, investigador y et¨®logo franc¨¦s (de origen ruso), puso de manifiesto en 2001 con Los patitos feos que una infancia infeliz no tiene porqu¨¦ determinar una vida: los traumas se pueden trabajar, se pueden superar.
Nacido en 1937 en Burdeos, rescatado de la orfandad ¨Csus padres murieron en la guerra¨C por una t¨ªa, presenta ahora Las almas heridas (Gedisa, 2015), obra en la que destila el saber de los a?os dedicados a resta?ar heridas. En una sala del Instituto Franc¨¦s de Barcelona, concede esta entrevista horas antes de pronunciar una conferencia.
Pregunta. Usted defini¨® la resiliencia como ¡°el arte de navegar en los torrentes¡± en su libro de 2001, Los patitos feos. En 2012, en Par¨ªs, en el primer congreso sobre resiliencia, se defini¨® como ¡°la vuelta a la vida tras un trauma psicol¨®gico¡±. ?Con qu¨¦ definici¨®n se queda?
Respuesta. S¨ª, la definici¨®n ha evolucionado. La met¨¢fora es: nos vemos empujados a un torrente por una desgracia de la vida; algunos se dejan arrastrar y golpear, otros llegan a debatirse y, con un poco de suerte, se ponen de nuevo a flote. Cuando empezamos con nuestros trabajos sobre la resiliencia en Toulon llegamos a una que es: ¡°Retomar un nuevo desarrollo tras una agon¨ªa ps¨ªquica o traum¨¢tica¡±.
P. En Las almas heridas dice usted que hay 4.641 documentos y 1.023 tesis doctorales sobre resiliencia solo en Francia. ?Se puede hablar de una moda, o de una inflamaci¨®n del t¨¦rmino, como se le ha escuchado decir?
R. S¨ª, ha habido un efecto de moda en la resiliencia que ha generado una inflamaci¨®n de la palabra. Ocurri¨® con el psicoan¨¢lisis, con la gen¨¦tica; pasa cada vez que un concepto entra muy r¨¢pido en la cultura: todo el mundo adopta esa palabra y diluye su significado. La inflamaci¨®n del psicoan¨¢lisis produjo que se dijera que Freud era un obseso sexual y que el psicoan¨¢lisis era inmoral; en el caso de la resiliencia: la inflamaci¨®n sem¨¢ntica ha hecho que se diga que resiliencia significa que uno puede curarse de todo. Y yo nunca utilizo el t¨¦rmino curarse. Adem¨¢s, uno no puede curarse de todo. Pero si no se hace nada, uno no se cura de nada. Si se hace algo, a veces se mejora un poco, aunque no siempre.
P. Sostiene usted que la resiliencia ayuda a vencer prejuicios. ?Contra qu¨¦ prejuicios lucha?
R. Contra el determinismo biol¨®gico o sociol¨®gicos ¨²nicos: ¡°Ha sido maltratado, ser¨¢ un maltratador¡±. Si se le abandona, puede que repita ese comportamiento en un 30% de los casos. Si se abandona a esos ni?os, hay una maldici¨®n. Si se les apoya, no.
El problema del siglo XXI va a ser la sumisi¨®n a las m¨¢quinas
P. Lo mismo debe de ocurrir con los refugiados que llegan a Europa. Muchos vienen de vivir situaciones muy traum¨¢ticas. La respuesta de las sociedades que les acogen determinar¨¢ la superaci¨®n de su trauma.
R. Se les puede masacrar, como en Calais, y convertirlos en delincuentes. O se puede salvar a muchos de ellos. Cuando la emigraci¨®n es voluntaria hay pocos traumas ps¨ªquicos. Pero la mayor parte del tiempo, la emigraci¨®n no es deseada. La gente es expulsada de sus pa¨ªses; huye porque si no, muere.
P. Cita usted en su libro al psiquiatra Henry Ey, que dec¨ªa que el hombre no es m¨¢s que la naturaleza a la que se enfrenta. ?C¨®mo ve usted al hombre en este comienzo del siglo?
R. La verg¨¹enza del siglo XX fueron las guerras mundiales y los genocidios; genocidio armenio, genocidio jud¨ªo, genocidio ruand¨¦s, y otros. Son consecuencia de las tecnolog¨ªas, las guerras mundiales han sido terribles por culpa de la tecnolog¨ªa. El problema del siglo XXI va a ser la sumisi¨®n a las m¨¢quinas.
P. ?Por qu¨¦?
No hay biograf¨ªa sin heridas. Todo el mundo, en mayor o menor medida, atraviesa la vida recibiendo golpes
R. Internet es un instrumento de comunicaci¨®n asombroso. Pero tambi¨¦n se ven cubos de basura en Internet. Hay un progreso fant¨¢stico del conocimiento, pero tambi¨¦n un desarrollo de la delaci¨®n y la difamaci¨®n.
P. Hablaba usted en Los patitos feos de que las victorias en el campo de los Derechos Humanos y de la tecnolog¨ªa nos hacen creer en la posibilidad de una erradicaci¨®n del sufrimiento. Pero el sufrimiento es parte de la vida, ?no?
R. Los m¨¦dicos, los psiquiatras, los psic¨®logos, somos curadores; elegimos esas profesiones para curar; somos artesanos, no somos siempre cient¨ªficos. La victoria de la tecnolog¨ªa nos ha hecho creer que ¨ªbamos a luchar contra las injusticias sociales, pero cada vez hay m¨¢s.
P. ?Cu¨¢les son las heridas m¨¢s dif¨ªciles de sanar?
R. Hay que huir de la idea de Descartes de que una causa produce un efecto. ?Muerte a Descartes! Hay que decir: antes de la herida; durante la herida; tras la herida. Antes de la herida: ?qu¨¦ nos permite adquirir factores que puedan protegerle a uno de una eventual herida? No hay biograf¨ªa sin heridas. Todo el mundo, en mayor o menor medida, atraviesa la vida recibiendo golpes. Si uno, de peque?o, cuenta con un apego seguro, que cultiva la confianza en uno mismo, cuando llega una desgracia, la encaja porque su memoria le dice que es posible salir adelante. Se sufre menos si el golpe es lejano que si lo da alguien cercano. Cuando fui un ni?o mi familia fue destruida por el nazismo; y yo casi quedo destruido; el golpe ven¨ªa de lejos y yo me sent¨ª protegido por los justos, los franceses no jud¨ªos que me acogieron.
El yihadismo ense?a lo que los cristianos ense?aron durante mucho tiempo: morid primero, ser¨¦is felices despu¨¦s
P. Si las desgracias, en la existencia, son inevitables, ?proyectamos entonces una idea falsa de la felicidad en la sociedad occidental hoy en d¨ªa?
R. Nadie sabe definir la felicidad. Durante mucho tiempo el paso por la tierra era el valle de l¨¢grimas entre dos para¨ªsos: el para¨ªso perdido, por culpa del conocimiento; y el para¨ªso posible, que podemos ganar tras nuestra muerte, obedeciendo a las leyes divinas. Entre los dos para¨ªsos se sufr¨ªa. El siglo XIX y la revoluci¨®n francesa cambiaron esta noci¨®n de la felicidad. Si creemos que la felicidad es metaf¨ªsica, creeremos que solo puede llegar despu¨¦s de nuestra vida, o de nuestra muerte. Es lo que ocurre con los yihadistas. El yihadismo ense?a lo que los cristianos ense?aron durante mucho tiempo: morid primero, ser¨¦is felices despu¨¦s.
P. ?C¨®mo ve el futuro de esta sociedad que nos vende esa idea de felicidad que no es tan f¨¢cil de conseguir?
R. Una de las soluciones que nos han propuesto han sido las pastillas. Es una soluci¨®n falsa, la droga: tome medicamentos para ser feliz. Ahora sabemos que la felicidad es un tricotar continuo; es el placer de vivir cotidiano; es un trabajo de todos los d¨ªas, no es metaf¨ªsico. La artesan¨ªa de la felicidad cotidiana se tricota d¨ªa a d¨ªa.
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