?Existe el aut¨¦ntico Islam?
Como sugiere Manuel Fraij¨®, no hemos de estigmatizar sin m¨¢s al Islam y, en cambio, hemos de agotar todas las posibilidades de un efectivo di¨¢logo
Recientemente el fil¨®sofo y amigo Manuel Fraij¨® ha escrito sobre el fundamentalismo y su posible aplicaci¨®n al Islam. Lo ha hecho con claridad, sensatez y conocimiento. El fundamentalismo, siguiendo a Fraij¨®, es una patolog¨ªa de mayor o menor gravedad. El fundamentalista en estado puro dice creer firmemente lo que ser¨ªa, a todas luces, incre¨ªble. Uno no puede ser fundamentalista sobre el ordenador que tengo delante. Est¨¢ ah¨ª y a no ser que me vuelva loco no hay forma de negarlo. Pero si me empe?o en decir que las hadas madrinas existen, movilizare todas mis energ¨ªas para mantener esa m¨¢s que improbable afirmaci¨®n. El fanatismo tiene sus grados y sus parientes. El dogmatismo o la incapacidad para cambiar de ideas, sean los que sean los argumentos en su contra, son algunos de ellos. Manuel Fraij¨® nos sugiere no estigmatizar sin m¨¢s al Islam y agotar todas las posibilidades de un efectivo di¨¢logo.
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Hasta aqu¨ª es dif¨ªcil no estar de acuerdo con una descripci¨®n que pocos pondr¨ªan en duda. Problemas m¨¢s agudos surgen cuando queremos poner pie en tierra y juzgar lo que est¨¢ ocurriendo muy cerca de nosotros. Las matanzas en B¨¦lgica o en Par¨ªs y antes en Madrid, al margen de cu¨¢les sean sus causas ¨²ltimas o de si alguien, mal¨¦volamente, mueve los hilos, se realizan en nombre de Al¨¢; un Dios que recompensar¨ªa con la gloria eterna a quien se ata un cintur¨®n explosivo y hace volar un mercado lleno de mujeres y ni?os. En este punto propuestas como las de Fraij¨® son tan bienintencionadas y atractivas como cuestionables. Que sean cuestionables no implica que estemos carentes de dudas. De dogmatismo ni una pizca. Pero tampoco el recurso a palabras excesivamente generales como es el caso de islamofobia o islamofilia. O el apoyo en sentencias como las el soci¨®logo Gellner, para quien el islamismo no es secularizable. Mejor mirar de frente a los hechos.
Los dos asuntos m¨¢s que cuestionables, al hilo de Fraij¨®, son si el aut¨¦ntico Islam nada tiene que ver con, por ejemplo, el ISIS y la conveniencia del di¨¢logo. Comencemos por lo que ser¨ªa la sustancia del Islam y algunas de sus perversas derivaciones, no muy distintas, por poner un ejemplo cercano, a quien distinguiera el n¨²cleo del Evangelio de la Inquisici¨®n o las Cruzadas. Hablar del aut¨¦ntico Islam, sin embargo, equivale a meterse en un laberinto. La interpretaci¨®n tiene manga ancha y da lugar a que nazcan perspectivas completamente opuestas. Iglesia sat¨¢nica existe en la que Sat¨¢n es bueno con lo que no sabemos de qu¨¦ Sat¨¢n hablan o qu¨¦ significado dan a la palabra bueno.
Defensores y detractores del Islam los hay ad nauseam.?Unos se fijan en los suf¨ªes. Otros en atrocidades no muy distintas de algunas que leemos en la Biblia
Defensores y detractores del Islam los hay ad nauseam. Unos se fijan en los suf¨ªes. Otros en las atrocidades como las rese?adas, no muy distintas, dig¨¢moslo de paso, de algunas que leemos en la Biblia. Convendr¨ªa evitar que todo se quede en discusiones sumamente especulativas o en an¨¢lisis acad¨¦micos tan interesantes como inoperantes. Tal vez el llamado "aut¨¦ntico" Islam haya que buscarlo en la conducta de los musulmanes de nuestros d¨ªas. Indonesia, Bosnia o Albania son lugares pac¨ªficos. Bien distintos de Arabia Saud¨ª, de la rama sunita y con movimientos estremecedores como los salafistas o wahabistas. Y bien distintos del muy teocr¨¢tico Ir¨¢n, con su rama chiita y en donde, junto a una apertura pol¨ªtica mayor que en otros estados isl¨¢micos, el n¨²mero de ejecuciones es insoportable.
Juzguemos en concreto, por tanto, y lejos de generalidades como la del ¡°aut¨¦ntico Islam". Tampoco estar¨ªa de m¨¢s, dig¨¢moslo de paso, conocer qu¨¦ piensan en realidad y c¨®mo se comportan el mill¨®n de musulmanes que viven y trabajan en Espa?a. Bienvenidos sean pero que nos muestren su modo de comprometerse con las distintas visiones de su religi¨®n. M¨¢s concreci¨®n, en suma, y menos balones fuera. Algo aprender¨ªamos de verdad.
La segunda cuesti¨®n est¨¢ relacionada con el di¨¢logo, una propuesta que, sin duda, es en s¨ª misma bien loable. Pero dialogar ?c¨®mo y con qui¨¦n? Un di¨¢logo que merezca la pena exige sentarse a escuchar no imponiendo condiciones inamovibles. Es la gran dificultad actual. Dialogar con el Estado Isl¨¢mico suena c¨®mico. Dialogar con los convencidos no lleva muy lejos. De nuevo, si queremos ser m¨¢s concretos y apuntar a alguna pista que no se pierda en el bosque, aterricemos todo lo posible. Europa es, de momento, una ficci¨®n y la integraci¨®n de otras culturas, cuya base es el reparto por igual entre derechos y deberes, m¨¢s un deseo que una realidad. Y el renacimiento del fascismo una perversa realidad.
Un di¨¢logo que merezca la pena exige sentarse a escuchar no imponiendo condiciones inamovibles. Es la gran dificultad actual
Ser¨ªa necesario que cada uno de los estados europeos se midiera con los estados isl¨¢micos con los que mantiene relaciones, a veces muy amistosas. Y que se hicieran concesiones mutuas. Si est¨¢ permitido, se piense lo que se piense -y yo no lo pienso con entusiasmo- llevar velo en Espa?a, a cambio de que sea tolerable no llevarlo, por ejemplo, en Ir¨¢n. Es probable que tuviera buenos efectos y mostrara una pedagog¨ªa digna de poner en marcha. Marruecos deber¨ªa ser otro caso por su cercan¨ªa en todos los terrenos. No es admisible que el proselitismo o casarse con un o una no musulmanes se castiguen con penas de c¨¢rcel. Comprensi¨®n toda, condescendencia la justa.
No conviene, para acabar, recordar que nosotros vivimos en una sociedad culturalmente monote¨ªsta y que no hay por qu¨¦ caer en el consejo vendo y para m¨ª no tengo. Por eso, apliqu¨¦monos buena parte de lo dicho hasta el momento. Estamos lejos de ser un Estado en verdad laico. Y no se trata de hacerlo con prisas que pisen el tal¨®n a nadie pero s¨ª sin pausa.
Javier S¨¢daba es fil¨®sofo.
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