Educar sin pegar
En Espa?a, pegar a los ni?os sigue siendo normal y se hace sin ning¨²n sonrojo, pese a que la ley lo proh¨ªbe desde 2007
Siempre me ha parecido sorprendente la normalidad con que se ve todav¨ªa el castigo f¨ªsico a los ni?os. Entre mis vecinos, no es raro escuchar frases como "a que te doy en el culo" o "como sigas as¨ª, te voy a poner el culo rojo". Este viernes, una madre le dio varios cates a una ni?a de unos dos a?os en un parque por no dejar que otra se tirara del tobog¨¢n. Los comentarios de los lectores al reportaje de Juan Antonio Auni¨®n publicado la semana pasada en EL PA?S me han acabado de confirmar que no era una sensaci¨®n m¨ªa: en Espa?a, pegar a los ni?os, sobre todo a los m¨¢s peque?os, sigue siendo normal y se hace sin ning¨²n sonrojo y con pleno convencimiento, pese a que la ley lo proh¨ªbe desde 2007.
Muchos de los 296 comentarios que hasta ayer ten¨ªa el reportaje, titulado El cachete duele, pero no funciona, defend¨ªan su uso. Lo llamativo era la virulencia de muchos, como si el planteamiento de psic¨®logos y pedagogos de que ese m¨¦todo no es una herramienta adecuada para educar y adem¨¢s no es eficaz a largo plazo les atacara ¨ªntimamente. As¨ª, varios descalificaban directamente a los expertos, y les retaban a hacer frente a ni?os reales. Muchos coincid¨ªan en afirmar que ellos mismos hab¨ªan recibido sus azotes o bofetadas y que no estaban traumatizados, que gracias a ello son adultos educados y de provecho y que la permisividad y el buenrrollismo actual de los padres progres es lo que genera j¨®venes maleducados y desnortados que acabar¨¢n maltratando a sus progenitores.
Parece obvio, pero habr¨¢ que recordar que mucha gente, incluso de la generaci¨®n actual de padres y madres, se han criado sin bofetones ni azotes y que tambi¨¦n, por usar expresiones que he leido, "han salido bien", entre los que me incluyo. O que en pa¨ªses paradigm¨¢ticos de la buena educaci¨®n y del buen rendimiento escolar, como los n¨®rdicos, est¨¢n prohibidos los castigos f¨ªsicos desde hace a?os (eso s¨ª, con grandes campa?as de informaci¨®n y concienciaci¨®n), sin que los ni?os se hayan vuelto unos cafres. Incluso, seg¨²n algunos comentarios a mi anterior post, ?son capaces de jugar sin gritar ni hacer ruido! En fin, que hay otras formas de mantener la disciplina y el respeto adem¨¢s de pegar, aunque pueden ser m¨¢s trabajosas y requieren m¨¢s autocontrol y paciencia.
Precisamente el hecho de que casi todos los que defend¨ªan el azote reconoc¨ªan haberlos recibido parece confirmar uno de los efectos de este castigo del que alertan los psic¨®logos. "Lo tomas como modelo de conducta, como forma v¨¢lida y aceptable de educar a tus hijos", me explica Manuel G¨¢mez Guadix, profesor de Psicolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, que ha dirigido el estudio sobre la prevalencia del castigo f¨ªsico de los menores en el ¨¢mbito familiar citado en el reportaje.
No siempre es as¨ª. Mi pareja, que sufri¨® bofetones por parte de un padre de los de antes, rechaza de plano la violencia f¨ªsica contra los ni?os. "Puede suceder", dice G¨¢mez, "pero estad¨ªsticamente, es m¨¢s probable que los padres con los que se utiliz¨® tambi¨¦n lo hagan con sus hijos, es lo que han aprendido, y adem¨¢s es una forma de justificar el comportamiento de sus padres". Lo contrario implica aceptar, como en el caso de mi pareja, que su padre no era perfecto y que no ten¨ªa derecho a pegarle, con el conflicto y la carga emocional que conlleva.
Otro punto pol¨¦mico del reportaje de Auni¨®n es que los expertos ponen en duda la eficacia a largo plazo de los castigos f¨ªsicos para educar a un hijo. La eficacia a corto plazo est¨¢ clara: "Logra la obediencia inmediata, pero despu¨¦s, el ni?o se habit¨²a, con lo que los padres han de aumentar la frecuencia para logar el objetivo de la obediencia", afirma G¨¢mez.
La eficacia, supongo, la entender¨¢ cada uno en funci¨®n del objetivo que se ha planteado cuando imparte el correctivo. Un amigo con cuatro hijos, la mayor de 10 a?os, me explica que ha utilizado el azote en el culo "s¨®lo cuando se ponen en peligro y su capacidad de raciocinio es poca. A medida que cumplen a?os lo dejo. Siempre que les he pegado les he explicado el porqu¨¦ y les he pedido perd¨®n por muy peque?os que fueran". Es decir, para impedir actos puntuales como cruzar la calle impulsivamente, probablemente sea eficaz. Aunque seg¨²n G¨¢mez, si la curiosidad es muy grande, como en el caso de los atractivos agujeros del enchufe, a veces el resultado es el contrario al deseado, pues el ni?o lo que hace es llevar a cabo el comportamiento a escondidas del adulto que sabe que le va a pegar.
Otro amigo me cuenta que los dos ¨²nicos cachetes que se ha llevado su hijo, de tres a?os, han sido en situaciones en las que le ha sacado de quicio y por un comportamiento que considera inaceptable, que es pegarle a ¨¦l o a su mujer. Este padre cree que no han sido eficaces, porque el ni?o, en plena rabieta, ni se ha dado cuenta, mientras que a ¨¦l le han hecho sentirse mal.
Pero quitando los azotes en situaciones de riesgo o de p¨¦rdida de nervios, que cualquier padre, aunque no comparta, puede comprender, ?es el castigo f¨ªsico eficaz para educar? ?Se consigue que los hijos sean m¨¢s obedientes y se porten mejor?
Un trabajo de Murray A. Straus, profesor de Sociolog¨ªa y codirector del Laboratorio de Investigaci¨®n Familiar de la Universidad de New Hampshire, basado en multitud de datos de estudios cient¨ªficos sobre las consecuencias del castigo f¨ªsico, recomienda "no pegar nunca". "Los beneficios de evitarlo son muchos, pero para los padres es virtualmente imposible percibirlo observando a sus hijos", afirma. "Los padres pueden percibir el efecto beneficioso de una bofetada (sin ver la igual eficacia de otras alternativas), pero no tienen forma de mirar un a?o o m¨¢s adelante para ver si hay efectos secundarios perjudiciales por haber pegado al ni?o para corregir una mala conducta".
"Hay poca evidencia cient¨ªfica de que el castigo f¨ªsico mejore el comportamiento de los ni?os a largo plazo. Hay evidencia cient¨ªfica sustancial de que el castigo f¨ªsico hace m¨¢s, y no menos, probable que los ni?os sean desafiantes y agresivos en el futuro. Hay evidencia cient¨ªfica clara de que el castigo f¨ªsico coloca a los ni?os en riesgo de consecuencias negativas, incluidos mayores problemas de salud mental", afirma Elizabeth T. Gershoff, psic¨®loga doctorada en Desarrollo infantil y relaciones familiares por la Universidad de Texas, en un trabajo de 2008 en el que analiza cientos de estudios publicados en el ¨²ltimo siglo sobre castigo f¨ªsico en campos como la psicolog¨ªa, la medicina, la educaci¨®n, el trabajo social o la sociolog¨ªa, titulado Report on Physical Punishment in the United States: What Research Tells Us About Its Effects on Children (Informe sobre el castigo f¨ªsico en Estados Unidos: lo que la investigaci¨®n nos dice sobre sus efectos en los ni?os).
Seg¨²n Gershoff, "en estudios recientes en todo el mundo, incluyendo Canad¨¢, China, India, Italia, Kenia, Noruega, Filipinas, Tailandia, Singapur y Estados Unidos, el castigo f¨ªsico se ha asociado a m¨¢s agresiones f¨ªsicas y verbales, peleas, bullying, comportamiento antisocial y problemas de comportamiento en general. La conclusi¨®n que se puede extraer de estos estudios es que, en contra de los objetivos de los padres cuando lo aplican, cuanto m¨¢s usan los padres el castigo f¨ªsico, m¨¢s desobedientes y agresivos ser¨¢n sus hijos".
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