Domingo. Siete de la ma?ana y ni?os
Relato de la ardua tarea de conseguir que los m¨¢s peque?os duerman un poco m¨¢s los fines de semana
Un domingo cualquiera. Siete de la ma?ana. Suena la radio despertador. La apago en un nanosegundo. Juro que es un nanosegundo. Demasiado tiempo.
-?Mami!- desde la habitaci¨®n de al lado.
Lo ha o¨ªdo. Tanta otitis, tanta otitis¡ para que luego digan que pierden o¨ªdo.
-?Mami!
Pienso: lo mejor es no contestar.
-?Mamiiiiiiiiiiiiiiii!
No cuela.
-?Maaaaaaaaaaaaaaaamiiiiiiiiiiiiiiiii!
Qui¨¦n le habr¨¢ dado este pito a la ni?a¡.
-?Maaaaaaaaaaaaamiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
-?Qu¨¦?
-?Ven!
-Ven t¨².
-Que no, que quiero que vengas.
-Duerme un ratito m¨¢s, anda. Que es muy pronto.
-Que vengas.
-Cierra los ojos y duerme un ratito, anda.
-Es que no tienen sue?o y se abren solos.
-Pues piensa algo bonito y luego me lo cuentas.
-?Y qu¨¦ pienso?
-Cosas.
-?Qu¨¦ cosas?
-Pues cosas. O si no, coge un cuento y te lo miras.
Silencio.
-Mami, te he dicho que vengas inmediatamente.
?Qui¨¦n le habr¨¢ ense?ado esta expresi¨®n?
-?In-me-dia-ta-men-te!
?Ser¨¢ repelente la t¨ªa!
-Mami, me estoy empezando a mosquear.
?De verdad digo yo todo esto?
-Cuento hasta tres. Unoooooooo, doooooooos, dos y medioooo
En este punto comienzan los malos pensamientos, tipo ¡°yoesquelamato¡±. Me acuerdo de mi madre, que para ganar unos minutos nos pon¨ªa una hilera de galletas en el borde del m¨¢rmol de la cocina. ?Por qu¨¦ siempre me olvido?
Silencio. ?Bien! Un segundo, dos, tres¡
-?Mamiiiiiiiiiiiii!
Ya me extra?aba a m¨ª. Le toco el hombro al padre.
-Porfa, ves t¨².
No contesta. Claro. Se hace el dormido. Como yo hace tres minutos.
-Vengaaa, ves t¨².
-Est¨¢ pidiendo a la mama, no al papa.
Qu¨¦ listo. Hay que joderse. Recurro a la traici¨®n.
-Ahora viene el papa, cari?o.
-?Yo quiero la mamiiiiiiiiiiiii! ?Mamiiiiiiiiiiiii!
Como siga gritando as¨ª, despierta a la de ocho meses.
-Bua.
Efectivamente. Ahora s¨ª que la hemos cagao.
-?Shhhhhhhht! ?No ves que vas a despertar a tu hermana!
-?Que vengaaaaaaaas!
-?Buaaaaaaaaa!
Estamos perdidos. Hay que hacer un biber¨®n a toda prisa o esto se puede poner feo de verdad.
Me levanto, asomo la cabeza al cuarto de las ni?as. Le doy un beso a la de tres a?os, un buenos d¨ªas y un mira-que-eres-pes¨¢. Le pido que se espere en nuestra cama, que le voy a hacer un bibe a la de ocho meses. La cojo. M¨¢s besitos. Esta ni?a va muy meada, pienso.
La cambias t¨² y yo le hago el bibe?
-Vale.
El padre se levanta. Se la doy. Me voy a la cocina. Tres minutos despu¨¦s, la foto que ilustra este post. Son las siete y veinte de la ma?ana.
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