Afrontar las rabietas
Seg¨²n los expertos, las pataletas son la respuesta del ni?o cuando no sabe dar otra
En el coche:
- No me desates.
- Venga, que nos vamos.
- Que nooooo.
- Oye, no vamos a quedarnos aqu¨ª toda la tarde. Veeenga.
- No me desateeees. Aaaaaaahhhh.
Ya est¨¢ liada. Una peque?a conversaci¨®n como ¨¦sta -lo m¨¢s probable es que haya otros motivos que no conocemos- puede desencadenar una tormenta de consecuencias imprevisibles. Una tormenta que, dependiendo de tu humor, las circunstancias o de d¨®nde te sorprenda, puede convertirte en un capit¨¢n de tim¨®n firme o en un grumete desarbolado. Es la famosa rabieta.
Acad¨¦micamente, es la forma en que el ni?o, ahora devenido en una hidra de varias cabezas y m¨²ltiples miembros que ruge, llora y se retuerce, pone cara de odiarte como si le fuera la vida en ello y a veces te agrede, incapaz de controlar sus sentimientos, expresa una frustraci¨®n que le desborda. Nos dice Asunci¨®n Cuadrado, psic¨®loga infantil: "Es la respuesta del ni?o cuando no sabe dar otra". Roc¨ªo Ramos-Pa¨²l, la televisiva Supernanny, abunda: "Las rabietas se producen porque el ni?o no tiene capacidad de expresar qu¨¦ les ocurre". El conocido pediatra Carlos Gonz¨¢lez, autor, entre otros, del libro B¨¦same mucho. C¨®mo criar a tus hijos con amor, sostiene que es la respuesta del ni?o "cuando no sabe controlar sus sentimientos".
Vamos por partes. La primera reacci¨®n normal de los padres es atajar la rabieta, intentar calmar al ni?o. Con palabras tajantes, con palabras suaves o razonamientos. Vemos enseguida que los razonamientos no suelen devolverlo a tierra. Gonz¨¢lez lo resume: "Si hablas directamente con el ni?o, no se va a calmar". Comprobado.
Descartamos el razonamiento. El ni?o sigue pataleando, ar¨¢ndose la garganta en cada grito. ?Qu¨¦ hacemos? Lo fundamental, dicen los expertos, es no entrar en modo p¨¢nico. No es f¨¢cil. Perder los estribos es natural y m¨¢s cuando ves que tu hijo se ha convertido en un energ¨²meno. En lo que ya empieza a haber diferencias en el modo de conseguir el objetivo inmediato, que es finalmente que el cr¨ªo vuelva a su estado natural.
Una extendida recomendaci¨®n es ignorar al ni?o. Su rabieta no es m¨¢s que un modo de llamar la atenci¨®n y, si no tiene p¨²blico, terminar¨¢ por acabar el show. Carlos Gonz¨¢lez disiente de este enfoque. Para ¨¦l, es importante subrayar que la rabieta no se produce para llamar la atenci¨®n, "no lo hacen a prop¨®sito, no disfrutan, los que m¨¢s sufren son ellos, lo pasan fatal". "No lo hacen para conseguir algo", dice, al menos no es el motivo principal, "no hay que pasar de ellos ol¨ªmpicamente". Cuadrado apuesta por "ignorar la rabieta, no ignorar al ni?o, lo peor es la desatenci¨®n". Lo mismo recomienda Ramos-Pa¨²l, que, alertando contra la tentaci¨®n de ignorar -"no podemos olvidar que el ni?o existe"- apuesta por atenderle cada pocos minutos, dependiendo de la edad del ni?o, pero "no atender al comportamiento".
Vale. No encierro al ni?o en su cuarto ni hago como que no est¨¢. Pero sigue fuera de s¨ª. Vamos a calmarlo. Para ello, seg¨²n Gonz¨¢lez, "a cada ni?o lo que le funcione" y aventura una opci¨®n, fruto de su experiencia personal: "Los padres pueden hablar entre ellos del ni?o en voz alta" y hasta que ven que el ni?o va dejando de prestar atenci¨®n a su rabieta para prest¨¢rsela a los padres. En este art¨ªculo habla de ello. Ramos-Pa¨²l describe una estrategia en pasos en su web www.superpapas.es: primero hay que intentar calmarlo con frases cortas y directas, decirle que con esa actitud no conseguir¨¢ nada y, si persiste, dejar de atender su comportamiento, repetirle de vez en cuando lo que esperamos de ¨¦l, ofrecer alguna alternativa o ayuda -"Cuando te pongas los calcetines te atiendo ?quieres que te ayude a hacerlo?". Opina que con decirle, simplemente, "deja de llorar", el ni?o "no aprende nada". Finalmente, Cuadrado aboga por una estrategia de calmada firmeza en la que podemos intentar tranquilizar al peque?o sent¨¢ndolo junto a nosotros, para hablarle, por ejemplo. Si no se deja, persistir.
En lo que hay unanimidad es que hay que ser firmes para no atender la demanda del ni?o en pleno berrinche. Si consigue lo que quiere, entender¨¢ que la rabieta es un modo eficaz de conseguir cosas. Esto a veces se convierte en lo m¨¢s dif¨ªcil, sobre todo cuando el cruce de cables nos sorprende en un espacio p¨²blico y la prioridad es resetear al ni?o.
Bueno, de un modo u otro -hace poco, resaltar ante la fiera lo bonito de un documental de La 2 sobre las islas griegas hizo milagros en mi caso- hemos conseguido extinguir el incendio. M¨¢s all¨¢ del cansancio, el aturdimiento, la tristeza viscosa que le invaden a uno, ?es bueno recordar al peque?o lo mal que se ha portado? "No", dice Supernanny, "siempre es mejor reforzar lo que queremos que se repita, no caer en el error de echarle la bronca por lo que ha hecho". "No, es una bajeza, el ni?o ya sabe que se ha portado mal, desear¨ªa volver atr¨¢s", dice Gonz¨¢lez, que insiste: "Los adultos tenemos demasiada tendencia a decir la ¨²ltima palabra. Los ni?os perdonan siempre y para siempre. Al padre no le interesa humillar a su hijo, que pida perd¨®n, sino que sea feliz". "Bueno", dice Cuadrado, "se puede hacer, pero sin ser pesados, y record¨¢ndoles tambi¨¦n lo bueno".
Buena suerte.
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