La corbata por fuera
?lvaro Vargas en su alocuci¨®n mencion¨® a su madre, Patricia, y la sala entera se qued¨® en silencio. No se o¨ªa ni un tenedor. Fue un gesto para acaparar la atenci¨®n y sembrar un poco de paz en una situaci¨®n siempre imprevisible
Definitivamente, me siento mejor desde que acud¨ª a la cena de cumplea?os de Mario Vargas Llosa. Mientras escuchaba su discurso me dejaba llevar por su fascinante idioma y su repaso a unos 80 a?os que han enhebrado a Latinoam¨¦rica con Europa, y confirmaba que Vargas Llosa es irrepetible y que por eso era irrepetible participar de esa celebraci¨®n. Vargas Llosa record¨® la importancia de Proust, Cervantes y Shakespeare para el goce de la literatura. Se?al¨® como Castro y Ch¨¢vez terminaron convirtiendo sus revoluciones en fracasos econ¨®micos y aniquilando libertades democr¨¢ticas. Y reconoci¨® con complicidad que la felicidad llega a sus 80 a?os con nombre y apellido: Isabel Preysler.
Derram¨¦ una l¨¢grima, que I?aki Gabilondo observ¨® resbalar hasta la moqueta. Claro que lloraba por esa declaraci¨®n de amor, ?qui¨¦n no lo har¨ªa, siendo latino? Tambi¨¦n llor¨¦ un poquito por mis padres que fueron j¨®venes al mismo tiempo que Vargas Llosa y que lo han admirado y le¨ªdo desde el principio. Ellos, m¨¢s que nadie, entender¨ªan el alcance de esas palabras y esa extraordinaria carrera: ser el intelectual que re¨²ne a un continente y a un idioma en permanente ebullici¨®n. Manteniendo en paralelo la literatura con la pol¨ªtica en esos pa¨ªses nuestros donde la democracia, la corrupci¨®n y la dictadura a veces parecen ingredientes de un mismo guiso. De un mismo sancocho.
?lvaro Vargas en su alocuci¨®n mencion¨® a su madre, Patricia, y la sala entera se qued¨® en silencio. No se o¨ªa ni un tenedor. Fue un gesto del primog¨¦nito para acaparar la atenci¨®n y sembrar un poco de paz en una situaci¨®n siempre imprevisible. ?lvaro tambi¨¦n compar¨® a su padre con los Rolling Stones y fue muy celebrado, pero quien en realidad se parece a Mick Jagger es Preysler, por su poder¨ªo esc¨¦nico, propio de un icono pop. Preysler tuvo gestos visibles e invisibles en la noche de su novio. Uno al aceptar la invitaci¨®n de ¨¦l a incorporarse a la foto junto a todos los escritores, como una m¨¢s y la m¨¢s distinta. Y otro, cuando nos tom¨® de la cintura a mi marido y a m¨ª delante de un fot¨®grafo, apoyando sutilmente al matrimonio igualitario en una cena repleta de expresidentes conservadores y sus esposas.
No es una novedad que a las estrellas latinoamericanas de la literatura les gusta el poder o estar pr¨®ximas a ¨¦l. Garc¨ªa M¨¢rquez y Octavio Paz tambi¨¦n disfrutaron rodeados de presidentes. Preysler representa otro poder, propio del siglo XX: la celebridad. Quiz¨¢s eso les atraiga pero esa noche, los dos parec¨ªan unos enamorados que han encontrado al fin su momento. Y eso tambi¨¦n es poderoso.
Poco antes, durante el cocktail, coincidimos con el matrimonio Aznar-Botella. A ¨¦l lo saludamos en plan marcial pero ella reaccion¨® como si estuviera delante del anticristo o de alguien de Podemos y tuve que sujetarla por un brazo para regalarle un beso. No fue f¨¢cil, intent¨® reprimirme, pero lo consegu¨ª. En los cumplea?os, como en la cena de Navidad, amigos y no tan amigos tienen que darse un beso.
En los programas del coraz¨®n se confundieron con la etiqueta de la cena y mi marido y yo tuvimos una ri?a de ¨²ltima hora, propia de un matrimonio igualitario con prisa, por las corbatas. Me di cuenta en la fiesta de que existen dos tipos de matrimonios igualitarios: los que tienen problemas con la corbata y los que no, como los embajadores americanos, que estuvieron relajad¨ªsimos a pesar de un catarro en com¨²n. Por el contrario, mi marido y yo manten¨ªamos la tensi¨®n porque ambos quer¨ªamos la misma corbata. ?Quiz¨¢s la felicidad a los 50 tenga nombre de dise?ador de corbatas! Al llegar al Hotel Villamagna, mi marido me abandon¨® en el taxi al ver el ej¨¦rcito de periodistas en la rampa de acceso. Cuando baj¨¦ del coche y me plant¨¦ delante del pelot¨®n, Rub¨¦n ya estaba hablando de House of cards con el atractivo Andr¨¦s Herzog de UPyD. Mientras, yo posaba confiado en que mi pelo a lo Liberace y mis gafas de Cary Grant garantizar¨ªan un buen retrato. Me equivoqu¨¦, llevaba mi corbata oscura por fuera de la chaqueta del traje. Mis amigos, compasivos y falsos, dijeron que estaba creando una nueva moda. Yo lo veo casi como una causa de divorcio m¨¢s comprensible que las razones de Javier Merino para dejar a nuestra querida Mar Flores.
Llevo toda la semana vi¨¦ndome con esa corbata colgando y escuchando como en varios programas me califican o de escritor o de miembro del mundo del coraz¨®n. Y vuelvo a pensar en el discurso de Vargas Llosa para su cumplea?os. Un escritor nunca es solo un autor sino un hombre o una mujer vagando entre sus fantasmas buscando el nombre y apellido de su felicidad.
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