No habr¨¢ paz para los hambrientos
La falta de comida es protagonista antes, durante y despu¨¦s de los conflictos. La FAO insiste en sentar bases que contribuyan a una estabilidad duradera
John Boyd Orr, el primer director general de la FAO (la agencia de Naciones Unidas para la alimentaci¨®n y la agricultura) dec¨ªa que el hambre est¨¢ en el centro de todos los problemas del mundo. Quiz¨¢ fue demasiado lejos, pues ¡°la falta de comida no suele ser la ¨²nica ni la principal causa de los conflictos, aunque est¨¢ claro que muchas veces contribuye a crearlos¡±, afirma Emmy Simmons, la autora del estudio Cosechando paz que trabaj¨® 30 a?os en la agencia estadounidense de desarrollo USAID.
¡°La falta de acceso a comida, sea porque directamente no hay o por una subida de los precios, es un motivo clave para la movilizaci¨®n de la gente. Puede dar lugar a protestas no violentas, algo com¨²n en lugares como India, o empujar a participar en conflictos armados¡±, indica Cullen Hendrix, profesor adjunto de la Universidad de Denver. De hecho, el auge global de los precios alimentarios en 2008 coincidi¨® con disturbios en casi 40 pa¨ªses. Primaveras como la de T¨²nez comenzaron como manifestaciones contra ¡ªentre otras cosas¡ª el alto precio de productos b¨¢sicos. ¡°Lo vemos en Siria, donde la r¨¢pida urbanizaci¨®n provocada por la sequ¨ªa y la ca¨ªda de la producci¨®n de alimentos y la p¨¦rdida de medios de vida: esto es, la comida, actu¨® como catalizador de la crisis actual¡±, apunta Hendrix.
Que la falta de alimentos o de dinero para pagarla puede ayudar a prender la mecha del enfrentamiento no es una novedad. Pero a veces se obvia su relevancia. Antes, pero sobre todo durante y despu¨¦s de los conflictos. Por eso el sucesor de Boyd Orr, Jos¨¦ Graziano da Silva, interven¨ªa la semana pasada ante el ¨®rgano encargado de velar por la paz y la seguridad mundiales. En el Consejo de Seguridad de la ONU, el director general de la FAO llamaba a no alimentar las crisis a base de hambre, y a reaccionar ante el hambre cuando hay una crisis.
¡°Hemos visto que la disposici¨®n de los actores internacionales a prestar asistencia durante varios a?os tiene un l¨ªmite¡±
¡°Un conflicto siempre causa inseguridad alimentaria¡±, enfatiza Simmons, hoy consultora independiente. En Angola, por ejemplo, cuando el ¨ªndice de violencia seg¨²n la FAO era del 0,27, el porcentaje de hambrientos era del 14,2%; y cuando la violencia subi¨® al 2,1, los hambrientos supon¨ªan el 63%. O en Sud¨¢n del Sur, los combates ¡ªcombinados con la crisis econ¨®mica y clim¨¢tica¡ª han hecho que m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n necesite ayuda alimentaria de forma urgente. ¡°Desplazados, destrucci¨®n de tierras de cultivo y centros de producci¨®n, aumento de los costes (y los riesgos) de transporte¡¡±, Hendrix enumera los efectos sobre la comida y sus precios.
Asegurar la seguridad alimentaria debe ser una prioridad incluso en medio de una crisis insist¨ªa Graziano ante el Consejo, al que la agencia que dirige asistir¨¢ con sus an¨¢lisis. En Siria, la organizaci¨®n que dirige distribuye semillas para que los agricultores que siguen en sus tierras puedan mitigar el impacto de la guerra. Seg¨²n la agencia, han conseguido producir casi el 60% del trigo que obten¨ªan antes del conflicto, ¡°evitando as¨ª m¨¢s desplazamientos¡±.
Cuando hay choques violentos, la necesidad de ayuda alimentaria inmediata se dispara. Y las organizaciones humanitarias acuden, pero la asistencia ¡°pocas veces llega a compensar a las poblaciones afectadas¡±, apunta Simmons, que se refiere tambi¨¦n al cansancio del donante. ¡°Como hemos visto, la disposici¨®n de las organizaciones para proveer ayuda durante muchos a?os tiene un l¨ªmite¡±, se?ala. Hendrix recuerda que en septiembre el Programa Mundial de Alimentos (PMA) tuvo que reducir durante unas semanas su asistencia a los refugiados sirios en Oriente Pr¨®ximo (especialmente en Jordania) por falta de presupuesto. El dinero, advierten, no alcanza para todo.
Hoy Siria es el centro de todas las miradas desde Occidente, pero pa¨ªses como Sud¨¢n del Sur, el nordeste de Nigeria ¡ªbajo el azote de Boko Haram¡ª o Mal¨ª tambi¨¦n han quedado expuestos a la inseguridad alimentaria por la violencia.
Una vez m¨¢s, lo ideal pasa por instaurar en los pa¨ªses afectados sistemas alimentarios ¡ªde producci¨®n, almacenamiento y distribuci¨®n¡ª resilientes a las crisis. Pero Hendrix, que tambi¨¦n trabaja en el Instituto Peterson de Econom¨ªa Internacional, advierte de que cambios tan grandes requieren ¡°muchos fondos y voluntad pol¨ªtica¡±. Por ejemplo, el ganado ¡ªque ha quedado devastado¡ª sigue siendo el medio de vida del que depende el 80% de los habitantes de la poblaci¨®n de Sud¨¢n del Sur.
A veces es complicado que un pa¨ªs salga del c¨ªrculo vicioso de conflicto-destrucci¨®n-hambre. Graziano insist¨ªa en que la estabilizaci¨®n puede verse amenazada si no se recupera la seguridad alimentaria, y mencionaba el riesgo para Yemen y Rep¨²blica Centroafricana. En estos dos pa¨ªses, que tratan de recuperarse, la mitad de la poblaci¨®n no tiene garantizado el acceso a comida suficiente.
Garantizar el alimento y los medios de subsistencia tras un conflicto puede ayudar a construir una paz duradera
Adem¨¢s de prevenir las heridas y de intentar curarlas una vez abiertas, despu¨¦s hay que ayudar que cicatricen. ¡°Estos lugares sufren p¨¦rdida de activos, desconfianza entre vecinos, debilidad f¨ªsica de sus habitantes¡ Son elementos que no se recuperan r¨¢pidamente¡±, comenta Simmons. Pero restablecer y mejorar el acceso al alimento no solo sirve para evitar que los acuerdos salten por los aires, sino que, seg¨²n Hendrix, puede ayudar a construir una paz m¨¢s duradera.
En Mozambique, ayudar a los combatientes a volver a sus granjas y facilitar la vuelta de los desplazados relaj¨® las tensiones. Los programas de comedores escolares en Etiop¨ªa o Mal¨ª protegen a los menores de ser reclutados, fortalecen el futuro y dan una sensaci¨®n de normalidad y orden. Las iniciativas nepal¨ªes o ruandesas que facilitan que haya m¨¢s gente con tierras en propiedad contribuyen a la estabilizaci¨®n y al arraigo.
Y funcionan, seg¨²n el estudio Dividendos de paz y m¨¢s all¨¢, de la profesora de la universidad neoyorquina The New School, Erin McCandless. Alejar el fantasma del hambre ayuda adem¨¢s a cambiar las actitudes. En la Uganda posconflicto los testimonios dec¨ªan que estas actividades ¡°fomentaban la unidad¡±, y ¡°constru¨ªan confianza mutua¡±, y en Rep¨²blica Centroafricana las ve¨ªan como una vuelta a ¡°la vida normal¡±.
Boyd Orr dec¨ªa: ¡°Si la gente no tiene qu¨¦ comer, los mejores tratados pueden quedarse en nada. A los hambrientos no puede satisfacerles otra cosa que comida¡±. Tras media vida dedicada a la nutrici¨®n y la lucha contra el hambre, en 1949 este bi¨®logo y m¨¦dico escoc¨¦s recibi¨® un premio Nobel. El de la paz.
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