No hay m¨¢s tiempo
Miro hacia Europa y no s¨¦ qu¨¦ hay en nuestros corazones, qu¨¦ clase de viento borr¨® nuestras esperanzas de solidaridad, justicia, libertad. Hay muchedumbres que se mueven apresuradas en los caminos, que pa¨ªses con recursos limitados como L¨ªbano o Jordania han dado cobijo. Qu¨¦ clase de sue?o o deseos anestesiaron nuestras mentes y encadenaron nuestras manos. Hay tiempo para salir a las calles y pedir a nuestros gobernantes, a nuestros dirigentes de esta muda Europa que nosotros, mujeres y hombres, no queremos exclusi¨®n; que hay aqu¨ª sitio para los que huyen. En su mirada se refleja nuestra mirada, pod¨ªamos haber sido ellos, un ni?o, una joven, un anciano, que huyen del terror. Nos zarandea el miedo del otro, del extra?o, otra raza, otra religi¨®n, otro mundo, el miedo tejido en el secreto nos ha paralizado. Ya s¨¦ que tres de cada 10 ni?os y muchas familias tienen necesidad en este extremo del Mediterr¨¢neo, pero hay casas vac¨ªas, pupitres escolares y universitarios esper¨¢ndoles a que les hagamos un sitio.¡ª Antonio Alarc¨®n Rom¨¢n.
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