El hiperactivo presidente de un pa¨ªs reposado

El palacio rosa de Bel¨¦m, residencia oficial del presidente de Portugal, tiene un m¨¢stil para colgar la bandera nacional. Si est¨¢ izada, el presidente trabaja all¨ª, si no, pues no. Lo habitual en los 10 a?os anteriores era ver la bandera a media asta. Desde que Marcelo Rebelo de Sousa jur¨® el cargo el 9 de marzo, la bandera casi siempre ondea bien erguida. No descansa s¨¢bados ni domingos; ni ella ni el s¨¦quito presidencial ni los periodistas que cubren su hiperactividad. Seg¨²n la agenda oficial, solo en cinco de los 31 d¨ªas no hizo nada el presidente; que no hablara cinco d¨ªas fue compensado con intervenciones varias en otros. El lunes pasado, por ejemplo, apareci¨® en tres ocasiones en un mismo informativo televisivo. Si sus visitas rozan el centenar en un mes y los discursos se cuentan por decenas, los besos, abrazos y selfiesse extienden a millares por toda la geograf¨ªa portuguesa.

Marcelo de Sousa, que durante los ¨²ltimos a?os entraba en la casa de los portugueses una vez a la semana con sus comentarios en una televisi¨®n, ahora se introduce diariamente a la hora del almuerzo y a la de la cena tambi¨¦n y en todas las cadenas de televisi¨®n a la vez.

Descontados s¨¢bados, domingos y fiestas de guardar, su primer mes cont¨® con 21 d¨ªas laborables. Sin embargo su presencia roz¨® el centenar de actos en 26 d¨ªas, los privados aparte, pues los domingos tampoco es d¨ªa de descanso para el infatigable Rebelo. De ese centenar, solo en ocho ocasiones no habl¨®. En este primer mes, su r¨¦cord son cuatro declaraciones en un d¨ªa, en el que habl¨® de la importancia de la innovaci¨®n, de la importancia de la defensa militar, de la importancia de la Constituci¨®n y de la importancia de la ayuda a los refugiados. Lo pen¨²ltimo importante de la agenda del presidente es para el domingo 24, cuando intervendr¨¢ en una cena-discurso¡­. a las doce horas de la noche. Faltando, como faltan, 1.796 d¨ªas para que acabe su mandato, la duda es: ?aguantar¨¢ Marcelo Rebelo de Sousa su propio ritmo? O, m¨¢s preocupante a¨²n: ?aguantar¨¢ el tranquilo pueblo portugu¨¦s la hiperactividad de su presidente?