Ojal¨¢ no sea el caso
AH? lo tienen, la tristeza como categor¨ªa pol¨ªtica. Era la primera vez que Errej¨®n se dejaba ver despu¨¦s de que su secretario general destituyera sin contemplaciones a Sergio Pascual, secretario de organizaci¨®n de Podemos en Madrid y, al decir de los analistas, amigo del fotografiado. Errej¨®n, como respuesta muda, ?desapareci¨® de la escena y no se le volvi¨® a ver hasta el 11-M, con motivo de un homenaje a las v¨ªctimas del terrorismo. Se libr¨® de la rueda de prensa alegando que no era el momento y los presentes lo vieron alejarse hacia el interior del Congreso e introducirse, oscuro como la tumba donde yac¨ªa su amigo, en el ascensor. Con las manos en los bolsillos del vaquero, antes de que se cerraran las puertas, lanz¨® al vac¨ªo una mirada de abatimiento m¨¢s f¨¢cil de analizar en clave existencial que pol¨ªtica.
Ah¨ª tienen al joven Errej¨®n, se dir¨ªa que al borde de las l¨¢grimas, como si el elevador fuera un ata¨²d cuya tapa estuviera a punto de cerrarse sobre sus obras completas. Luego volvi¨® a desaparecer y no se manifest¨® hasta despu¨¦s de la Semana Santa para decir lo evidente: que no hab¨ªa estado de acuerdo con la destituci¨®n de Sergio Pascual, pero que el proyecto era m¨¢s importante que las personas y todo eso. Lo cierto es que en dos semanas hab¨ªa envejecido m¨¢s que en sus 32 a?os anteriores. Se hab¨ªa hecho mayor, quiz¨¢ en el peor sentido de la palabra, en el caso de que conserve alg¨²n sentido bueno. Record¨¦ entonces una frase de John Le Carr¨¦: ¡°Fue de nosotros de quienes aprendieron el secreto de la vida: hacerse viejo sin hacerse mejor¡±. Ojal¨¢ no sea el caso.
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