John Maynard Keynes: un recuerdo
Se cumplen 70 a?os de la muerte del hombre que propici¨® una revoluci¨®n en la pol¨ªtica econ¨®mica. El Keynes que propuso remedios eficaces para salir de la Gran Depresi¨®n tambi¨¦n los propondr¨ªa ahora para hacer frente a la Gran Recesi¨®n
Hoy se cumplen 70 a?os de la muerte de John Maynard Keynes. Su colega Arthur Pigou reconoci¨® que hab¨ªa sido el economista m¨¢s importante e influyente de su tiempo. Pasadas siete d¨¦cadas desde su desaparici¨®n, cabe afirmar que el avance m¨¢s fundamental en el pensamiento econ¨®mico del siglo XX est¨¢ asociado a su nombre y a su obra. En La teor¨ªa general del empleo, el inter¨¦s y el dinero, publicada en 1936, Keynes estableci¨® las bases sobre las que se fund¨® la pol¨ªtica econ¨®mica desde la II?Guerra Mundial.
Maynard Keynes naci¨® en Cambridge el 5 de junio de 1883. Comenz¨® en Eton, el mejor colegio brit¨¢nico de la ¨¦poca. Luego obtuvo una beca para King?s College para estudiar matem¨¢ticas e ingres¨® en la sociedad secreta Cambridge Conversazione Society, m¨¢s conocida como los Ap¨®stoles, a la que pertenec¨ªan figuras de la talla de G.?E.?Moore, Bertrand Russell, Leonard Woolf, E.?M.?Foster, Ludwig Wittgenstein y Lytton Strachey. Gente inteligente, exc¨¦ntrica e interesada en problemas intelectuales y art¨ªsticos, que defend¨ªan el derecho a la felicidad personal frente a las convenciones sociales. Tras su graduaci¨®n se incorpor¨® al Servicio Civil en el Departamento de la India, y redact¨® su tesis doctoral, Tratado sobre probabilidad, bajo la supervisi¨®n de Alfred Marshall, y con ello consigui¨® una plaza en la Universidad.
Cuando la mayor¨ªa de los Ap¨®stoles se fueron a vivir a Bloomsbury, un barrio londinense con fama de bohemia, Keynes les sigui¨® y desde 1910 vivi¨® en dos mundos: en Cambridge, dedicado a sus tareas acad¨¦micas, y en Londres, con sus amigos. Se trat¨® de un c¨ªrculo de intelectuales, artistas y fil¨®sofos que compart¨ªan ideas y sentimientos. El centro fue el 46 de Gordon Square, donde se reun¨ªan los citados m¨¢s otros que fueron incorpor¨¢ndose como Duncan Grant, Dora Carrington, Virginia Woolf, Katherine Mansfield y Gerald Brennan. En 1925 se cas¨® con Lydia Lopokova, bailarina de la compa?¨ªa rusa de Diaghilev, que fue su compa?era el resto de su vida y una de las claves de su felicidad. Le fascin¨® su exotismo, su arte y su intuici¨®n.
Vaticin¨® que el Tratado de Versalles har¨ªa imposible la recuperaci¨®n europea y as¨ª fue
Cuando lleg¨® la Gran Guerra sus amigos se declararon objetores de conciencia, mientras que Keynes entr¨® en el Tesoro. Le acusaron de traidor y ¨¦l tambi¨¦n se declar¨® objetor. Terminada la contienda form¨® parte de la delegaci¨®n brit¨¢nica en las negociaciones que condujeron al Tratado de Versalles. Disconforme, abandon¨® Par¨ªs y escribi¨® Las consecuencias econ¨®micas de la paz, que se convirti¨® en un best seller mundial. Para su autor, el Tratado era una violaci¨®n de los t¨¦rminos del armisticio que har¨ªa imposible la recuperaci¨®n de la econom¨ªa alemana y europea. Y as¨ª fue.
Como el economista de Cambridge fue un hombre comprometido con su tiempo, sus libros abordaron los problemas econ¨®micos que jalonaron los a?os de entreguerras. En 1923 public¨® Tratado sobre la reforma monetaria. Partidario del restablecimiento del patr¨®n oro, estimaba que deb¨ªa reformarse y se opuso a los intereses de la City y a la decisi¨®n de Winston Churchill de fijar la paridad de la libra a la tasa que ten¨ªa en 1914. En el siguiente, Un tratado del dinero, de 1930, se ocup¨® de las fluctuaciones de las econom¨ªas industrializadas y sostuvo que frente al estancamiento deb¨ªa recurrirse a la pol¨ªtica fiscal para luchar contra el desempleo.
Y entonces lleg¨® el crash de la Bolsa de Nueva York en 1929 y la Gran Depresi¨®n. Keynes dedic¨® sus mejores esfuerzos a transformar una teor¨ªa que pensaba inadecuada para hacer frente a los problemas de la econom¨ªa mundial: el hundimiento de la actividad productiva. El de Cambridge interpret¨® la Gran Depresi¨®n como un problema de insuficiencia de demanda efectiva, que deb¨ªa resolverse mediante actuaciones que estimularan el consumo y la inversi¨®n y a trav¨¦s del gasto p¨²blico. La falta de demanda efectiva requer¨ªa la intervenci¨®n de las autoridades porque el sistema ser¨ªa incapaz de recuperarse por s¨ª mismo. Con la Teor¨ªa General naci¨® el ¡°keynesianismo¡±, base de la macroeconom¨ªa moderna.
En 1941 viaj¨® a Washington para conocer la opini¨®n de la Administraci¨®n americana sobre el orden monetario para la posguerra: un mundo monetario de tipos de cambio fijos con el d¨®lar como divisa de anclaje y el restablecimiento del multilateralismo en el comercio internacional. Al a?o siguiente comenzaron las negociaciones que concluyeron en los acuerdos de la Conferencia de Bretton Woods. Los responsables del Tesoro americano elaboraron un plan y Keynes se encarg¨® de preparar el brit¨¢nico. Se impuso el primero con la naturalidad que daba a Estados Unidos el liderazgo econ¨®mico mundial. Nacieron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Keynes estuvo all¨ª, no progres¨® su proyecto, pero se dej¨® sentir su personalidad y fuerza intelectual.
Tras el ¡®crash¡¯ del 29 propuso utilizar el gasto p¨²blico para estimular el consumo y la inversi¨®n
Keynes visit¨® Espa?a en tres ocasiones. En 1907 y en 1909, de excursi¨®n por el Pirineo aragon¨¦s. La tercera en 1930, invitado por el Comit¨¦ Hispano-Ingl¨¦s a dictar una conferencia en Madrid, en la Residencia de Estudiantes, Las posibilidades econ¨®micas de nuestros nietos. Dijo que confiaba en un crecimiento continuo a largo plazo, que permitir¨ªa disfrutar de m¨¢s ocio y dedicarse a los placeres de la vida. Todo muy en l¨ªnea con el esp¨ªritu de Bloomsbury y en vena con sus aficiones art¨ªsticas e intelectuales.
Maynard Keynes falleci¨® el 21 de abril de 1946 de un ataque card¨ªaco. Luis ?ngel Rojo, en Keynes: su tiempo y el nuestro, describe as¨ª al economista de Cambridge: era inteligente y confiaba en la fuerza de las ideas para resolver las dificultades; era brillante e ingenioso, paciente con sus contradictores, extrovertido, amable, generoso, leal con sus amigos y con intereses m¨²ltiples en campos tan variados como la literatura, el ballet, la m¨²sica y la pintura. Fue un economista original, especulador afortunado, negociador h¨¢bil. Tambi¨¦n fue afortunado en amores: primero dentro del c¨ªrculo de Bloomsbury, con cambio frecuente de parejas y sin atenci¨®n excesiva a las diferencias de sexo; despu¨¦s, en su matrimonio con Lydia Lopokova. Bertran Russell dijo que el intelecto de Keynes era el m¨¢s agudo y el m¨¢s claro que hab¨ªa conocido y su contempor¨¢neo Schumpeter que era un hombre culto, afectuoso, desinteresado, sociable y conversador.
Keynes particip¨® en todos los grandes acontecimientos de su tiempo. Su legado acad¨¦mico es imponente y dej¨® tras de s¨ª una revoluci¨®n en la esfera de la pol¨ªtica econ¨®mica. Con ¨¦l naci¨® el ¡°keynesianismo¡±, que todav¨ªa tiene un largo recorrido, como hace poco record¨® Skidelsky, en El regreso del maestro. El Keynes que propuso remedios eficaces para salir de la Gran Depresi¨®n seguro tambi¨¦n los propondr¨ªa ahora para hacer frente a la Gran Recesi¨®n. Y ante la falta de ideas cabr¨ªa exclamar: ?necesitamos un Keynes!
Pablo Mart¨ªn-Ace?a es catedr¨¢tico de Historia Econ¨®mica de la Universidad de Alcal¨¢ (UAH).
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