Manifiesto
Con estas l¨ªneas me comprometo a hacer un uso responsable de mi derecho a la libertad de expresi¨®n. Y a la vez me comprometo a no someterme nunca a ning¨²n tipo de censura
Hoy cruc¨¦ la frontera entre dos pa¨ªses cuyo nombre no importa. Se trata de dos pa¨ªses que conozco mucho, llenos de gente de bien que s¨®lo busca prosperar y vivir en paz.
La frontera que atraves¨¦ es supervisada por honrados polic¨ªas. Son los polic¨ªas que tan bien velan por nuestra seguridad y que nos socorren cuando necesitamos ayuda. Cruzan la frontera honestos ciudadanos que buscan reencontrarse con sus familias o con sus trabajos. Gente cordial y paciente cuya buena fe puedo corroborar despu¨¦s de mucho tiempo conviviendo entre ella.
Esperando mi turno para ser atendido presenci¨¦ en la frontera un incidente digno tal vez de ser aqu¨ª narrado. Un individuo de aspecto humilde conduc¨ªa un coche destartalado. Hasta ¨¦l se acerc¨® un polic¨ªa. Empezaron a discutir. Yo no estaba suficientemente cerca como para o¨ªr de qu¨¦ hablaban. Pero por los gestos de ambos comprend¨ª que la discusi¨®n se estaba acalorando. Hasta el punto que el conductor se baj¨® del coche. El agente de seguridad respondi¨® usando la fuerza e inmoviliz¨¢ndole. Despu¨¦s, una docena m¨¢s de agentes del orden se apresur¨® a bloquear al conductor que gritaba. Yo no le o¨ªa, pero me imagino lo que estar¨ªa diciendo. Dir¨ªa: ¡°No me vuelvas a atizar, ?con qu¨¦ derecho me agredes?¡±. El hombre se revolv¨ªa y se rebelaba ante los agentes que trataban de paralizarle. Y probablemente el hombre hac¨ªa bien, porque los hombres (y las mujeres) deben siempre y ante todo hacer respetar su propia dignidad.
Y seguramente el polic¨ªa tambi¨¦n hac¨ªa bien. Porque cumpl¨ªa con su trabajo. Su actitud responder¨ªa probablemente a su propio compromiso con la instituci¨®n para la que trabajaba y a la que estaba representando en ese momento.
Las fronteras son la muestra de todo lo que todav¨ªa debe progresar el ser humano, la prueba de lo imperfectos que a¨²n somos
Desde fuera yo observaba el incidente con tristeza. Pens¨¦ que las fronteras eran la muestra de todo lo que todav¨ªa debe progresar el ser humano, la prueba de lo imperfectos que a¨²n somos. Peter Sutherland, representante especial del Secretario General de las Naciones Unidas para asuntos de Migraci¨®n Internacional, pone de manifiesto este fracaso. Y lo hace explicando c¨®mo el a?o pasado m¨¢s de 4.000 hombres, mujeres y ni?os perdieron la vida al intentar cruzar el Mediterr¨¢neo desde ?frica a Europa.
Mientras escribo estas l¨ªneas se cumple un a?o que tuvieron lugar los terribles atentados contra la revista Charlie Hebdo. Dichos atentados ocurrieron en Francia, un pa¨ªs con cuya cultura y con cuyos literatos me siento tan en deuda.
Mucho se habla de aquello en lo que se materializa la ayuda al desarrollo. Pero quiz¨¢s no se hable lo suficiente de las ideas que sustentan esta disciplina. La cultura francesa ha sabido reflejar, quiz¨¢s mejor que ninguna otra, los pilares ideol¨®gicos que explican la existencia de la cooperaci¨®n internacional: la b¨²squeda de la justicia, de la dignidad¡ y, en definitiva, el amor al pr¨®jimo.
Me siento en deuda con V¨ªctor Hugo por haberme ense?ado a amar y respetar a la toda la raza humana, queriendo de especial manera a los m¨¢s desprotegidos y vulnerables. Me quedo con su capacidad de ver siempre el lado correcto de las personas. El bueno. Y con la visi¨®n reconciliadora del ser humano de su famosa obra Los miserables. En ella, Hugo no cay¨® en la opci¨®n f¨¢cil de crear un personaje bueno y uno malo. Sus dos protagonistas son buenos y sus disputas son consecuencia de sus distintas maneras de entender la vida. Si el ser humano fuera capaz de entender la humanidad de la forma en la que la entendi¨® el escritor, pienso que una mayor armon¨ªa entre las personas parecer¨ªa asegurada.
Me siento tambi¨¦n en deuda con Albert Camus por haberme ense?ado a quererme y a respetarme a m¨ª mismo y a mi vida antes que a nada. Y por haberme hecho entender que el hombre que se rebela contra el mundo no lo hace porque odie ese mundo sino porque lo ama tanto que se rebela por mejorarlo.
Valgan estas frases que ahora escribo como un manifiesto. Con estas l¨ªneas me comprometo a hacer un uso responsable de mi derecho a la libertad de expresi¨®n. Y a la vez me comprometo a no someterme nunca a ning¨²n tipo de censura. Pongo hoy y para siempre mis palabras a disposici¨®n de la justicia. Y del progreso. Porque a pesar de haber avanzado en bastantes aspectos, todav¨ªa nos queda mucho por hacer. Me comprometo a ayudar en el l¨ªmite de mis posibilidades a los oprimidos. Me comprometo a tratar de reconciliar a los hombres. Y a las mujeres. Y antes que nada, me comprometo a no permitir que nunca nadie me falte el respeto.
Todo mi apoyo, todo mi profundo cari?o y toda mi solidaridad a las v¨ªctimas del atentado de Par¨ªs del pasado 8 de enero del 2015.
Miguel Forcat Luque es economista y trabaja para la Comisi¨®n de la Uni¨®n Europea. El prop¨®sito de este art¨ªculo fue escrito por el autor por su propio nombre y no refleja necesariamente el punto de vista de la instituci¨®n para la que trabaja. El prop¨®sito de este art¨ªculo no compromete la responsabilidad de esta instituci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.