Amparo a los refugiados
Para que haya una soluci¨®n europea a la crisis migratoria debe respetarse la legislaci¨®n europea
Hace un a?o, al inicio de la crisis migratoria, se daba por cierto que la oleada migratoria era demasiado grande para detenerla. Una consecuencia de ello fue la suspensi¨®n de las normas de Schengen y Dubl¨ªn, lo que condujo a abrir nuestro territorio a la migraci¨®n incontrolada. Los europeos fueron testigos de una impotencia y una incertidumbre cada vez mayores, unidas a temores m¨¢s o menos justificados en relaci¨®n con nuestra seguridad, la capacidad de integrar a los reci¨¦n llegados en nuestras sociedades y las consecuencias sociales y financieras de un flujo ilimitado de migrantes. Este creciente malestar cre¨® un caldo de cultivo propicio para propuestas radicales y populistas, a menudo de corte nacionalista. El debate europeo se vio inundado con una intensidad sin precedentes de profec¨ªas apocal¨ªpticas y preguntas sobre el futuro de Europa.
Una condici¨®n previa imprescindible para detener esta peligrosa tendencia era cambiar de paradigma. Hace varios meses propuse que parti¨¦ramos del supuesto inverso, es decir, que la oleada migratoria era demasiado grande para no detenerla. Nuestra prioridad deber¨ªa ser dotarnos de una verdadera pol¨ªtica migratoria. La Uni¨®n Europea y sus Estados miembros deben recuperar la capacidad de decidir qui¨¦n cruza nuestras fronteras, d¨®nde y cu¨¢ndo. Parad¨®jicamente, esto resulta fundamental para poner en marcha una pol¨ªtica de asilo racional y humana. Sin un planteamiento de este tipo, tambi¨¦n se repetir¨¢n las tragedias en el mar. Somos conscientes de la gravedad de la situaci¨®n actual. El mi¨¦rcoles, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados anunci¨® que 500 migrantes podr¨ªan haber muerto la pasada semana al hundirse en el Mediterr¨¢neo el buque de grandes dimensiones en el que viajaban.
El cambio de paradigma ha tenido repercusi¨®n y ha generado una prudente esperanza, aunque de ning¨²n modo nos dejamos enga?ar por la ilusi¨®n de que el problema est¨¦ resuelto. Nos esperan meses, quiz¨¢s a?os, de esfuerzos y decisiones dif¨ªciles. Lo que contemplamos por ahora son datos positivos referidos a la ruta de los Balcanes, que hasta hace pocas semanas era la ruta principal. Las cifras hablan por s¨ª solas: 70.000 personas en enero, 50.000 en febrero, 30.000 en marzo y aproximadamente 3.000 en abril.
Los Balcanes han sido incluidos en las prioridades de la pol¨ªtica migratoria de la Uni¨®n
Se tomaron tres decisiones fundamentales. En primer lugar, el Consejo Europeo de febrero decidi¨® poner fin a la pol¨ªtica de permitir el paso, y volver al pleno cumplimiento de las normas de Schengen. Los dirigentes reiteraron que, para que hubiera una soluci¨®n europea, deb¨ªa respetarse la legislaci¨®n europea. A mediados de 2015, cuando la crisis estall¨® con toda su fuerza, Europa pas¨® por alto sus propios principios y su propia legislaci¨®n, demostrando as¨ª debilidad e indecisi¨®n. El hecho de que en febrero se sacasen nuevas conclusiones represent¨® un avance decisivo a este respecto y ha de servirnos de lecci¨®n.
En segundo lugar, la inclusi¨®n permanente de los pa¨ªses de los Balcanes en las prioridades de la pol¨ªtica migratoria de la Uni¨®n. En los pr¨®ximos meses se necesitar¨¢ m¨¢s ayuda. Cuando me impliqu¨¦ en este proceso era plenamente consciente de los riesgos y las controversias que conlleva. La cooperaci¨®n con nuestros socios de los Balcanes, como la antigua rep¨²blica yugoslava de Macedonia, no es f¨¢cil, pero el liderazgo pol¨ªtico consiste en estar dispuesto a tomar decisiones dif¨ªciles, incluso ante una opini¨®n p¨²blica hostil.
Y, por ¨²ltimo, la cooperaci¨®n entre la Uni¨®n Europea y Turqu¨ªa. Para muchos de nosotros era una opci¨®n, como m¨ªnimo, igualmente controvertida. A ella se lleg¨® porque los dirigentes decidieron que era la forma m¨¢s eficaz de ayudar a Grecia y de acabar con el modelo de negocio de los traficantes de personas en el Egeo. Movilic¨¦ a todos los Estados miembros para que apoyasen esta iniciativa respetando dos condiciones insoslayables: que los intereses de los miembros de nuestra comunidad, como Chipre, por ejemplo, quedasen protegidos, y que se llevase a cabo en plena conformidad con el derecho de la UE e internacional. La cooperaci¨®n constituye un elemento importante de nuestra estrategia, pero no hemos de olvidar que no es m¨¢s que uno de muchos elementos.
La soluci¨®n que se ha encontrado en los Balcanes y el acuerdo con Turqu¨ªa no son modelos universales aplicables a otras rutas migratorias, incluida la ruta del Mediterr¨¢neo central. Libia no es Turqu¨ªa. El cierre de la frontera en el paso del Brennero ser¨ªa un golpe dirigido directamente al coraz¨®n de Schengen. Por esta raz¨®n nos congratulamos del Pacto por la Migraci¨®n propuesto recientemente por el primer ministro Renzi. Europa debe respaldar tambi¨¦n a Italia en sus actuaciones contra los traficantes de personas, lo que probablemente exigir¨¢ un mayor compromiso en Libia.
No podemos entregar las llaves de nuestro territorio, de nuestra seguridad, a ning¨²n pa¨ªs tercero
Nadie va a venir a proteger nuestras fronteras por nosotros. No podemos entregar las llaves de nuestro territorio, de nuestra seguridad, a ning¨²n pa¨ªs tercero. Esto vale tanto para Turqu¨ªa como para los pa¨ªses del norte de ?frica. Nuestra indefensi¨®n podr¨ªa provocar la tentaci¨®n de chantajear a Europa. Demasiadas veces he o¨ªdo decir a nuestros vecinos que Europa deber¨ªa ceder, o de lo contrario se ver¨¢ desbordada por los migrantes. En tales ocasiones me doy cuenta de que nuestra cooperaci¨®n solo ser¨¢ una cooperaci¨®n entre socios cuando recuperemos nuestra propia capacidad de control de la inmigraci¨®n.
?nicamente los Estados fuertes pueden brindar ayuda a gran escala a quienes la necesitan, sin correr el riesgo de autodestruirse. Las actuaciones pol¨ªticas firmes no excluyen objetivos humanitarios; todo lo contrario: ¨²nicamente unas actuaciones resueltas son capaces de realizarlos. Si deseamos que Europa siga siendo abierta y tolerante, no podemos permitirnos ya estar indefensos. Necesitamos la solidaridad y la determinaci¨®n de todos los Estados miembros en cada uno de los aspectos de la pol¨ªtica migratoria: la reubicaci¨®n, la ayuda humanitaria, las acciones exteriores y, lo que es m¨¢s importante, la protecci¨®n de nuestras fronteras exteriores. No solo est¨¢ en juego el futuro de Schengen, sino el futuro mismo de nuestra comunidad.
La reciente experiencia con Turqu¨ªa pone de manifiesto que Europa debe fijar l¨ªmites claros a sus concesiones. Podemos negociar la cuant¨ªa econ¨®mica, pero nunca nuestros valores. No podemos imponer nuestros criterios al resto del mundo. Como tampoco los dem¨¢s pueden imponernos sus criterios. Nuestras libertades, incluida la libertad de expresi¨®n, no ser¨¢n prenda de regateo pol¨ªtico con ning¨²n socio. Este mensaje tambi¨¦n va dirigido al presidente Erdo?an.
Donald Tusk es presidente del Consejo Europeo.
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