El amor, la pintura y el volc¨¢n
El escritor chileno Carlos Franz evoca en su novela 'Si te vieras con mis ojos' el sue?o de exotismo y aventura que Am¨¦rica Latina despert¨® en los europeos
?El escritor chileno Carlos Franz acaba de ganar en Lima el premio Bienal de Novela que lleva mi nombre con una ficci¨®n hist¨®rica ¡ªSi te vieras con mis ojos¡ª en la que aparecen Charles Darwin, el pintor Johann Moritz Rugendas, el bar¨®n de Humboldt y una bella dama de ojos verdes y pasiones ind¨®mitas llamada Carmen, que, al parecer, est¨¢ inspirada tambi¨¦n en una persona que existi¨®. Se trata de una historia de amor y de aventuras, en la que el paisaje juega un papel principal y tambi¨¦n la pintura, pues Rugendas, el protagonista, vive para pintar, amar y viajar, tres cosas que conforman una misma vocaci¨®n en su existencia.
La entra?a de esta historia es rom¨¢ntica por la efervescente sucesi¨®n de episodios y la truculencia de algunos de ellos ¡ªhasta un terremoto que sacude las entra?as del Aconcagua¡ª, pero su construcci¨®n es muy moderna, por los saltos temporales entre el pasado y el futuro con que transcurre, y el audaz punto de vista en que est¨¢ narrada ¡ªla segunda persona del singular¡ª, lo que introduce una ambig¨¹edad en una historia, pues el lector nunca sabe a ciencia cierta si es un mon¨®logo en el que el personaje principal se cuenta a s¨ª mismo o si un narrador omnisciente y apod¨ªctico va ordenando a trav¨¦s de imperativos las ocurrencias de la historia. Esta inestable perspectiva nimba el relato de una delicada atm¨®sfera, algo as¨ª como las veladuras que le sirven a Rugendas para sutilizar esas pinturas con que ha ido documentando sus interminables vagabundeos por el continente americano y con las que, desde que lleg¨® a Valpara¨ªso y conoci¨® a Carmen, quiere dejar constancia de su amor.
Otros art¨ªculos del autor
Los personajes son ricos en color y factura, desde el marido de Carmen, el viejo coronel Guti¨¦rrez, h¨¦roe de las luchas por la independencia a la que la batalla de Ayacucho dej¨® cojo y descaderado, hasta el joven y genial naturalista Darwin, que ha llegado virgen a los 24 a?os, sufre crisis de espanto que lo hacen vomitar el alma, y que est¨¢ feliz en Chile porque all¨ª Carmen lo adiestra en las lides amorosas y porque ha descubierto el Austromegabalanus psittacus ¡ªvulgarmente llamado picoroco¡ª, un percebe que tiene el pene m¨¢s largo del mundo. Aunque su paso por la historia es m¨¢s fugaz e indirecto, el ilustre bar¨®n de Humboldt, empe?ado en convertir a Rugendas en un mero ilustrador bot¨¢nico, deja una huella inolvidable por su propensi¨®n, al parecer incontrolable, de acariciar las nalgas de los adolescentes que se ponen a su alcance. Carmen es una mujer tempestuosa y lib¨¦rrima, adelantada a su tiempo, que no teme enfrentarse a todos los prejuicios de su medio ¡ªincontables¡ª para vivir el amor pasi¨®n; pero la personalidad m¨¢s descollante es la del propio Rugendas, que quiere apropiarse del mundo traslad¨¢ndolo a sus lienzos, y que ha recorrido las vastas tierras americanas dejando incontables dibujos de sus mujeres y costumbres pintorescas, de su ¨¢spera geograf¨ªa, y ahora quiere pintar a su amante de una manera que no s¨®lo retrate su cuerpo de odalisca, la fiereza con que se entrega al placer, sino tambi¨¦n sus fantasmas y secretos m¨¢s ¨ªntimos.
Algo de la pasi¨®n colorista que anima la vida del protagonista de Si te vieras con mis ojos se ha contagiado a la escritura de la novela, que es pl¨¢stica y sutil, sobre todo cuando recrea con gran profusi¨®n de im¨¢genes y apasionada minucia la geograf¨ªa de la historia, el abigarrado puerto de Valpara¨ªso y sus vendedores de mariscos, las grandes extensiones des¨¦rticas de la costa y los soberbios contrafuertes andinos, donde los dos principales personajes masculinos se ven atrapados, en el interior de una cueva que es una tumba prehisp¨¢nica, por un terremoto en el que est¨¢n a punto de perder la vida. Todo este episodio es apocal¨ªptico y est¨¢ espl¨¦ndidamente relatado, con una prosa que parece ella misma sufrir los sacudones y desgarros de la monta?a conmovida por los desprendimientos geol¨®gicos. Aunque, tal vez, el viaje psicod¨¦lico que vive ese par en el seno de la caverna en raz¨®n de un cocimiento de yerbas alucinatorias, tenga un sesgo un tanto surrealista y est¨¦ a punto de rozar lo inveros¨ªmil.
La historia es rom¨¢ntica por la efervescente sucesi¨®n de episodios y la truculencia de algunos
Pero, pasado este episodio, la novela retoma su ritmo febril y aventurero y hay en sus p¨¢ginas un contagioso entusiasmo por contar y vivir en los l¨ªmites, por mostrar las sorprendentes y formidables derivas que puede tomar la existencia, y la audacia y la alegr¨ªa con que la pareja de amantes ¡ªCarmen y Rugendas¡ª se amoldan a estas situaciones cambiantes y son capaces de explorar los extremos m¨¢s vertiginosos del amor.
Entrelazados con estos episodios que constituyen el presente de la novela hay otros, que ocurren en Inglaterra ¡ªen Surrey¡ª, 20 a?os despu¨¦s, donde Darwin y Rugendas se encuentran para confrontar sus recuerdos de aquellos lejanos parajes y de la mujer que amaron. Darwin no se convirti¨® en el sacerdote que aspiraba a ser de muchacho, su genio cient¨ªfico ha sido reconocido y tiene una existencia tranquila, con su esposa y sus hijos, y su entrega tenaz a la investigaci¨®n bot¨¢nica. Pero es un hombre f¨ªsicamente destruido por las enfermedades y el trabajo intelectual, presa siempre de los terrores que convirtieron su adolescencia en una pesadilla, y en su memoria aletea siempre, con nostalgia terrible, aquella remota aventura en la que una chilena le ense?¨® el amor. Rugendas ha padecido ya tres infartos para entonces y sabe que su vida pende de un hilo. Son muy conmovedoras estas escenas en las que los dos viejos amigos, vencidos por los a?os y rodeados por el civilizado jard¨ªn ingl¨¦s donde conversan, evocan aquella brav¨ªa juventud en aquel fin del mundo sin domesticar donde la vida no era rutina y paz sino desaf¨ªo y peligro, violencia y goce, y donde la muerte estaba siempre rondando la vida.
El libro nos recuerda una ¨¦poca en la que Am¨¦rica Latina parec¨ªa ser ella misma una de esas novelas de grandes pasiones
El libro se lee con facilidad y con placer y, tambi¨¦n, con cierta melancol¨ªa, porque nos recuerda una ¨¦poca en la que, impregnada por el romanticismo, Am¨¦rica Latina parec¨ªa ser ella misma una de esas novelas de grandes pasiones y arriesgadas aventuras que tanto seduc¨ªan a los lectores europeos, ¨¢vidos de paisajes ex¨®ticos y de destinos fuera de lo com¨²n. Como Rugendas, como Darwin, muchos europeos llegaron hasta estas costas remotas, a estudiar la naturaleza, a transmutarla en arte, a vivir la aventura de la conquista y de la guerra, o a explorar las ruinas de esos antiqu¨ªsimos imperios sepultados por las selvas o los vestigios de ciudades construidas en lo alto de cordilleras imposibles. Am¨¦rica Latina fue la depositaria de muchos sue?os y mitos europeos y, parad¨®jicamente, los latinoamericanos los heredamos al extremo de llegar a vernos y reconocernos en esas im¨¢genes que la fantas¨ªa rom¨¢ntica fabric¨® sobre nosotros. En todos los campos, pero sobre todo en el cultural y el pol¨ªtico, Am¨¦rica Latina sirvi¨®, en muchos momentos de su historia, para alimentar el sue?o europeo rom¨¢ntico de exotismo y aventura y lleg¨® a ser nada m¨¢s y nada menos para la visi¨®n europea que una fantas¨ªa literaria. Sin hab¨¦rselo propuesto, Carlos Franz ha recreado en esta novela con eficacia y sutileza esa transposici¨®n al mito y la leyenda de la realidad latinoamericana de dos europeos ¡ªuno ingl¨¦s y otro alem¨¢n¡ª a los que estas tierras hicieron vivir las fuertes emociones que buscaban y a consolidar su talento art¨ªstico y su genio.
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? Mario Vargas Llosa, 2016.
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