?Qu¨¦ diferencia una mujer que ha sido madre de la que no lo ha sido?
Por el derecho a no ser una 'buena madre' ?De verdad la maternidad es para tanto? No, no lo es. Desmontamos algunos mitos sobre tener hijos...
Desde hace ya algunos a?os soy madre. Hay gente que me dice ¡°no pareces una madre¡±, y yo me pregunto para mis adentros qu¨¦ aspecto tiene una madre. Supongo que deber¨ªa cortarme el pelo y vestir del Carrefour para ¡°parecer una madre¡± para esa gente. Yo tampoco me siento madre, al menos no todo el rato. De hecho incluso me aprovecho de ello, y cuando ligo con un veintea?ero de esos obsesionados con las milfs (mother I¡¯d like to fuck) y me pregunta, r¨¢pidamente contesto: ¡°S¨ª, tengo dos hijos¡±. Y no se hacen una idea de lo bien que funciona entre ese sector ser madre. Me lo llegan a decir cuando yo era veintea?era (y no madre) y no me lo hubiera cre¨ªdo.
Alguno, despu¨¦s de un coito, me ha llegado a decir ¡°no se nota nada que hayas tenido hijos¡±. Me hace pensar sobre qu¨¦ entienden -qu¨¦ entiende la gente- por ser madre: ?Que he de padecer una infinita dilataci¨®n vaginal para el resto de mis d¨ªas? ?Que mi cuerpo tiene que responder de una forma determinada y diferente? De verdad, no lo s¨¦.
"No s¨¦ en qu¨¦ se diferencia una madre de una mujer que solo es hija. Yo no me noto ninguna diferencia".
No s¨¦ en qu¨¦ se diferencia una madre de una mujer que solo es hija. Yo no me noto ninguna diferencia. Por supuesto, est¨¢ la experiencia vivida. Pero si no hubiera vivido la maternidad, supongo que habr¨ªa nutrido con otras cosas mi vida. No tengo forma de saberlo. Por eso no alcanzo a entender la trascendencia que ¨²ltimamente tiene esto de la maternidad. Florecen art¨ªculos cuestionando todo de uno y otro lado. Por supuesto es una cosita jevi esto de tener descendencia. (Y si no se tiene pareja, como en mi caso, ya se convierte en una experiencia loqu¨ªsima). Pero as¨ª, entre ustedes y yo: no es para tanto. De verdad que no.
?Qu¨¦ son tres o cuatro a?os pendiente de nuestros cachorritos? Nada, se lo aseguro. Miento. Es mucho, es guay, es felicidad. Pero, vamos, que no es para hacer bandera de ello. Tambi¨¦n soy escorpio o vegetariana, pero mi vida no se define solo por eso.
Lo que pasa es que vivimos en una sociedad mercantil y capitalista que necesita poner nombre, estereotipar y definir cada cosa que vivimos. Y al perder la uni¨®n tribal que anta?o exist¨ªa entre varias generaciones, vivimos desconectadas (y desconectados) de nuestra propia naturaleza. No estamos habituados a ver amamantar, pero s¨ª al vag¨®n silencio del AVE. No conocemos los tipos de llanto de un beb¨¦ pero distinguimos cada ingrediente de una experiencia gourmet. A nadie se le ocurre oler a un reci¨¦n nacido para relajarse, pero s¨ª pagar por una sesi¨®n de yoga. Y claro, nuestras prioridades (convenientemente disfrazadas de liberaci¨®n) entran en conflicto con la maternidad, una especie de maldici¨®n imposible de gestionar en nuestro civilizado mundo.
Internet est¨¢ lleno de consejos, teor¨ªas y expertos en maternidad. Hay aut¨¦nticas guerras sobre crianza, conciliaci¨®n laboral o pediatr¨ªa. Hay incluso una batalla abierta entre las llamadas buenas madres y las malas madres, que en realidad enmascara unos intereses perversos por enfrentar, dividir y designar a las mujeres que han decidido tener hijos. (Con patrocinios y marcas mediante, claro). Por eso, gracias a esta sinraz¨®n, nos parece normal que las madres se obsesionen, que cuelguen fotos de sus beb¨¦s, que sufran por cada detalle, que se echen una responsabilidad imposible a las espaldas. Porque se nos vende la maternidad como un yugo muy bonito en el que tenemos que sufrir un mont¨®n ¡°pero compensa¡±. Pues miren, no.
"Dar¨ªa la sensaci¨®n de que es cierta esa tonter¨ªa de que 'ser madre te cambia la vida'. Yo creo que cambia si no se tiene una vida previa".
Yo soy madre y reclamo mi derecho a vivirlo sin agobios. Sin juicios. Sin sufrimiento. Porque si no fuera madre estoy segura de que ser¨ªa exactamente igual de feliz. No soy una v¨ªctima, no vivo en la India, violada y sin voluntad. Eleg¨ª tener hijos como pod¨ªa haber elegido tener peces de colores o estudiar arquitectura. He pasado noches en vela, hospitalizaciones infantiles, besos, abrazos y tambi¨¦n mucha incomprensi¨®n. Claro que, en otras ¨¢reas de mi vida, tambi¨¦n he vivido todo tipo de experiencias que me han hecho crecer. Y me han hecho ser lo que soy. Madre y no madre. Sin m¨¢s.
A veces, echando un ojo a la prensa, a las amigas o a las redes sociales, dar¨ªa la sensaci¨®n de que es cierta esa tonter¨ªa de que ¡°ser madre te cambia la vida¡±. Yo creo que cambia si no se tiene una vida previa porque, de repente, tenemos una preocupaci¨®n que llena todo. En esos casos, las vidas se vuelven obsesivas, peque?as y yermas. Y se llega a cierta edad vac¨ªa, porque nos hemos volcado en una sola cosa sin cultivar ninguna otra. Y eso s¨ª que es una tragedia. Tambi¨¦n es triste que las madres que se creen liberadas ataquen a las que desean quedarse en casa con sus beb¨¦s, eligiendo una opci¨®n humana y consciente. Basta ya de juicios, y exigencias, por favor¡ Si sacamos el jugo de esos primeros a?os de maternidad, si aprendemos de nuestro beb¨¦, si nos lo colgamos de un pa?uelo y no lo soltamos, les aseguro que poco a poco sacaremos tiempo y ganas para usar las manos en otras cosas. Todo es m¨¢s f¨¢cil y natural que como nos lo pinta la cultura de nuestros d¨ªas.
En apariencia soy una madre despreocupada. Me da igual que mis hijos vayan mon¨ªsimos vestidos o est¨¦n sucios con restos de chocolate en la boca. Jam¨¢s les he castigado y siempre han hecho lo que les da la gana. Creo en eso llamado ¡°apego¡±: en el amor, respeto y el cari?o como v¨ªnculo principal entre humanos. Confeccion¨¦ el calendario de vacunas seg¨²n cre¨ª conveniente, di el pecho a demanda durante a?os, cancel¨¦ cientos de eventos, series y planes de mi agenda¡ Tambi¨¦n les dej¨¦ al cuidado de todo tipo de gente para salir a por un jornal. Y siempre me he sentido juzgada. Pediatras, amigas, parejas, familia y la vecina del quinto. Todos se arrogan el derecho a opinar sobre mi maternidad. Y todo porque en lugar de adaptar la crianza de dos criaturas a esta locura de vida, he vivido mis d¨ªas improvisando seg¨²n mis propias apetencias. Sin culpas rarunas, con mucho insomnio y muchas risas tambi¨¦n. Sin saber conducir, sin trabajo estable, sin horarios ni normas. Me he adaptado yo. (A mi maternidad, al sistema intento que sea lo m¨ªnimo). Como he podido, he sabido y he cre¨ªdo conveniente. Y equivoc¨¢ndome un mont¨®n, claro.
Internet est¨¢ lleno de teor¨ªas y reglas imposibles, pero tambi¨¦n en internet he encontrado comunidades de madres maravillosas, foros de conexi¨®n que sirven para recuperar el relato tribal, el desahogo, el ¨¢nimo¡ El patio vecinal entra?able donde nos reunimos las ¡°madres desastre¡± juzgadas y felices, que hemos elegido voluntariamente nuestro status. Y nos re¨ªmos mucho cuando otros se piensan que esto es una condena o un horror. Y mucho m¨¢s cuando nos tachan de ?o?as por creer en el amor como principal instrucci¨®n en la crianza.
"Aunque me llamen 'mala madre', irresponsable, loca o incoherente, voy a seguir obviando los juicios ajenos, porque me dan igual".
Ser madre es un shock. Como la primera vez que se prueban las drogas, o como cuando viajamos a una cultura diferente. Pero nada m¨¢s (y nada menos). Las madres hacemos las cosas bien, porque tener hijos en s¨ª no reviste maldad alguna. Es el sistema el que est¨¢ equivocado y lo hace mal con nosotras. As¨ª que aunque me llamen 'mala madre', irresponsable, loca o incoherente, voy a seguir obviando los juicios ajenos, porque adem¨¢s de que me dan igual, tampoco son tan importantes. Tengo miles de cosas en qu¨¦ pensar, y solo una de ellas es la maternidad.
Lo bueno del apego es que crea individuos independientes y curiosamente desapegados. Hoy tengo unos hijos preadolescentes que entran y salen de casa con sus propias llaves, que eligen c¨®mo vestir, denuncian los casos de acoso escolar, hacen demasiados deberes y siempre les digo que tienen que jugar m¨¢s. Y yo¡ Yo no soy una madre que sufre. Yo gozo. Con mis hijos sucios y desastrados o con un veintea?ero en la cama.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.