Menos d¨ªas hist¨®ricos, m¨¢s debates
En pol¨ªtica, normalidad es un concepto vinculado a la existencia de mecanismos institucionales, racionales y consensuados
Las ¨²nicas personas normales son aquellas que uno no conoce muy bien, dec¨ªa el comediante norteamericano Joe Ancis y Fernando Pessoa, el poeta portugu¨¦s, recalcaba que las personas son todas excepciones a pretendidas reglas que no existen. As¨ª que la normalidad es cosa inexistente en la vida cotidiana.
Rajoy ha conseguido ser concejal, ministro, secretario general y presidente del Gobierno sin debatir pr¨¢cticamente con nadie
En pol¨ªtica, sin embargo, normalidad es un concepto diferente, vinculado a la existencia de mecanismos institucionales, racionales y consensuados, a trav¨¦s de los cuales una sociedad es capaz de hacer frente a todo tipo de acontecimientos, normales o excepcionales. La verdad es que ¨²ltimamente esa ¡°normalidad¡± no tiene ning¨²n prestigio. Primero, porque quien dice encarnarla, el presidente Mariano Rajoy, es la evidencia misma de la anomal¨ªa pol¨ªtica. Y segundo, porque los dirigentes de las nuevas formaciones est¨¢n seguros de que hacen frente a variados d¨ªas hist¨®ricos. Hist¨®rico fue el pasado 20 de diciembre e hist¨®rico su debut en la tribuna parlamentaria. Hist¨®rico parece que ser¨¢, de nuevo, el 26 de junio. Y seguramente, el mismo calificativo merezca la primera sesi¨®n del nuevo Parlamento.
Rajoy es realmente una extra?eza pol¨ªtica. Es un pol¨ªtico, con una largu¨ªsima trayectoria y experiencia, que confiesa p¨²blicamente que no le gusta debatir con sus adversarios electorales, porque exige ¡°mucho esfuerzo¡± y ¡°mucha preparaci¨®n¡±. Y si uno repasa esa largu¨ªsima trayectoria, comprueba que es verdad, que Mariano Rajoy ha conseguido ser concejal, presidente de Diputaci¨®n, ministro en muy variadas ocasiones, secretario general y presidente de su partido y presidente del Gobierno sin debatir pr¨¢cticamente con nadie. Y si su partido no le obliga a rectificar, pretende superar esta nueva campa?a con un ¨²nico encuentro ¡°a cuatro¡±. No debe existir otro pol¨ªtico en el mundo, salvando los de China y Corea del Norte, capaz de presentar un curr¨ªculo semejante.
Los debates televisados entre candidatos presidenciales deber¨ªan ser el instrumento normal a trav¨¦s del cual ellos pudieran clarificar cuales son los objetivos que se proponen alcanzar y c¨®mo proponen a la sociedad que sea su futuro. En los debates, especialmente si participan periodistas capaces de formular, no disparos al cielo, sino preguntas particulares para cada uno de ellos, ser¨ªa posible despejar inc¨®gnitas sobre c¨®mo piensan responder a las demandas de la ciudadan¨ªa (y no a sus propias elucubraciones).
Volviendo a los d¨ªas hist¨®ricos y a la normalidad, quiz¨¢s venga a cuento recordar el discurso con el que Adolfo Suarez present¨® la reforma pol¨ªtica de 1976. Escucharlo ahora, produce asombro: Su¨¢rez empe?ado en elevar a la categor¨ªa pol¨ªtica de normal lo que en la calle era normal, explicaba con detalle que la sociedad necesitaba debatir de modo racional y congruente para poder encauzar, con justicia, la soluci¨®n de los problemas econ¨®micos, pol¨ªticos y sociales m¨¢s acuciantes. ¡°Hoy, dec¨ªa, es un d¨ªa m¨¢s en la pol¨ªtica espa?ola¡¡±. Un d¨ªa m¨¢s¡..era el 10 de septiembre de 1976 y el presidente acababa de dibujar la salida de la dictadura hacia la democracia.
Suarez abominaba de los d¨ªas hist¨®ricos, quiz¨¢s porque tuvo empacho durante el franquismo, y anhelaba mecanismos normales, institucionales, capaces de ayudar a transformar la sociedad. El d¨ªa en que se aprob¨® la Constituci¨®n en el Congreso de los Diputados, Adolfo Suarez hizo otra remarcable aportaci¨®n a la ansiada normalidad: ¡°Quienes creemos que el lenguaje es supremo don de la Humanidad, vemos en el constante dialogo, que sustituye la contienda por el debate, que supera la discrepancia por el acuerdo, la m¨¢s alta forma de vida pol¨ªtica¡±. Casi 40 a?os despu¨¦s, sigue siendo un buen consejo: por favor, no nos abrumen con tanto d¨ªa hist¨®rico y expliquen, en m¨¢s debates, qu¨¦ objetivos pretenden conseguir.
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