La poblaci¨®n cae en Cuba
Solo la reforma de derechos sociales y pol¨ªticos puede hacer frente a la crisis demogr¨¢fica
Fernand Braudel pensaba que en la demograf¨ªa se cruzan los tiempos de la larga y la corta duraci¨®n de la historia. Dem¨®grafos, economistas y soci¨®logos cubanos alertan desde hace a?os sobre la grave crisis poblacional que vive esa naci¨®n caribe?a. En menos una d¨¦cada, para 2025, la poblaci¨®n insular se habr¨¢ reducido a 10 millones de habitantes. De ellos, el 30% se concentrar¨¢ en ciudadanos mayores de 60 a?os y, por tanto, en edad de retiro. Si la emigraci¨®n sigue el ritmo de crecimiento que muestra desde mediados de los noventa, podr¨ªa alcanzar muy pronto m¨¢s de tres millones, en su mayor¨ªa, menores de 50 a?os.
El argumento oficial de que el problema demogr¨¢fico de Cuba es como el de Europa es falaz. El alto ¨ªndice de divorcios y abortos incide en ese declive y la decisi¨®n de tener pocos o no tener hijos se debe m¨¢s a la incertidumbre econ¨®mica que al desarrollo humano. Otra de las causas de la reducci¨®n poblacional es la emigraci¨®n joven, combinada con la ausencia de inmigraci¨®n. A pesar del ascenso de pol¨ªticas xen¨®fobas, en Estados Unidos y Europa, la inmigraci¨®n sigue siendo un elemento clave del crecimiento demogr¨¢fico. Tambi¨¦n lo es en pa¨ªses latinoamericanos como Brasil, M¨¦xico o Argentina, que no han dejado de ser receptores de inmigrantes.
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Cuba fue hasta 1959 uno de los pa¨ªses latinoamericanos m¨¢s abiertos a la inmigraci¨®n. Aquella l¨®gica se invirti¨® y la isla se convirti¨® en una emisora de emigrantes, cuyo potencial de ¨¦xodo joven y profesional crece a?o con a?o. No es muy diferente esa tendencia en Centroam¨¦rica y el Caribe, pero tanto en M¨¦xico como en esos pa¨ªses se reconocen los derechos del emigrante. El Gobierno dice que el mayor incentivo a la emigraci¨®n es la Ley de Ajuste Cubano, que concede facilidades de naturalizaci¨®n, pero podr¨ªa sostenerse que las leyes restrictivas contra la di¨¢spora tambi¨¦n pesan.
La reforma migratoria de 2013 fue pensada a favor de los residentes en la isla con posibilidades de viaje y residencia en el exterior. Lejos de contribuir a la retenci¨®n, esa reforma foment¨® a¨²n m¨¢s la emigraci¨®n. A la equivocada atribuci¨®n de una responsabilidad exclusiva a la Ley de Ajuste, el Gobierno ha sumado en los ¨²ltimos meses la ins¨®lita demanda de que Washington conceda m¨¢s visas anuales, que contraigan la emigraci¨®n ilegal, que crece por la peligrosa ruta centroamericana. Todav¨ªa hay miles de cubanos varados en Panam¨¢, cuyo Gobierno tuvo que cerrar la frontera con Colombia para evitar una crisis humana.
Cuba fue hasta 1959 uno de los pa¨ªses latinoamericanos m¨¢s abiertos a la inmigraci¨®n
La contradicci¨®n de La Habana no podr¨ªa ser m¨¢s evidente: por un lado, exige la derogaci¨®n de la Ley de Ajuste y, por el otro, pide un incremento de la emigraci¨®n legal. En el pasado congreso del Partido Comunista ¨²nico, los l¨ªderes de la isla eludieron la crisis demogr¨¢fica, que podr¨ªa legar a la nueva generaci¨®n, que deber¨¢ asumir el poder tras 2018, un dilema mucho m¨¢s costoso para el desarrollo y la soberan¨ªa de ese pa¨ªs caribe?o. La persistencia del partido ¨²nico se atribuye a la necesidad de mantener la independencia de la isla, pero las pol¨ªticas p¨²blicas del Gobierno son el mayor incentivo al tan temido ¡°anexionismo¡±.
Los dirigentes cubanos, moldeados en el nacionalismo y el comunismo de la Guerra Fr¨ªa, jam¨¢s han comprendido ¡ªy, por lo visto, ya no comprender¨¢n¡ª que un mercado interno din¨¢mico y un orden pol¨ªtico democr¨¢tico, basado en la libertad de asociaci¨®n y expresi¨®n, hacen m¨¢s soberanas a las naciones. S¨®lo una reforma profunda en materia de derechos econ¨®micos, civiles y pol¨ªticos, que no sacrifique la capacidad de gasto p¨²blico del Estado en garant¨ªas sociales b¨¢sicas ¡ªsobre todo, ante una poblaci¨®n decreciente y envejecida¡ª, puede hacer frente a la grave crisis demogr¨¢fica de la isla y crear mecanismos de reversi¨®n del ¨¦xodo juvenil.
Es m¨¢s. Si una reforma de ese tipo, que tan irresponsablemente se posterga, no incluye una ampliaci¨®n de derechos para los exiliados en Cuba, tampoco lograr¨¢ el objetivo de contener el colapso demogr¨¢fico del pa¨ªs. En el inmovilismo de la c¨²pula gobernante interviene el miedo a que una mayor autonom¨ªa de la sociedad civil y una expansi¨®n de la clase media presionen a favor de la democracia, pero tambi¨¦n la pesadilla de un futuro que conceda a la di¨¢spora un rol protag¨®nico en la reconstrucci¨®n de la isla. Una racionalidad de corta duraci¨®n para un conflicto en que se juega la suerte Cuba en el siglo XXI.
Rafael Rojas es historiador.
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