Libertad para las mujeres, de la cabeza a los pies
Nicola Thorp, una recepcionista de 27 a?os, fue despedida de PwC en Londres por negarse a llevar tacones
Escuchar a estas alturas que hay una movilizaci¨®n para prohibir por ley la exigencia de tac¨®n a las mujeres suena en un primer instante tan extempor¨¢neo como si averigu¨¢ramos de pronto: que est¨¢ prohibido arrancarles las orejas, cortarles concretamente el cuello o despreciar la paella que nos haga mam¨¢ los domingos, y no la de pap¨¢. ?Acaso no es de sentido com¨²n? ?Acaso hacen falta leyes para proteger cuellos, orejas o pies?
Pues va a ser que s¨ª. Va a resultar que el sentido com¨²n no basta para equilibrar los excesos y que vamos a necesitar durante m¨¢s tiempo del que desear¨ªamos leyes correctoras de igualdad.
La movilizaci¨®n la ha puesto en marcha Nicola Thorp, una recepcionista de 27 a?os de las oficinas de PwC en Londres que ha sido despedida por la subcontrata Portico por negarse a llevar tacones. Su trabajo consist¨ªa en acompa?ar a las visitas a los despachos en turnos de nueve horas y aleg¨® lo obvio, que lo puede hacer con zapato plano, seg¨²n el relato que ha hecho a la BBC. No con alpargatas o chanclas, que pueden no encajar con los c¨®digos de vestuario de las empresas, sino de zapato simplemente bajo. Los hechos ocurrieron en diciembre, pero ha sido ahora cuando Thorp lo ha divulgado en Facebook y ante la oleada de testimonios parecidos decidi¨® lanzar una campa?a para presionar.
Hay buenas noticias: la primera es que a diferencia del paleol¨ªtico, donde pasaban cosas parecidas y nadie se enteraba, las redes nos ayudan. ?Gracias, Facebook! PwC ya se ha desvinculado de lo ocurrido y Portico se lo va a pensar. La segunda es que, a diferencia de Espa?a, el Gobierno brit¨¢nico se ver¨¢ obligado a pronunciarse, ya que Thorp ha logrado m¨¢s de 10.000 firmas a su petici¨®n. Envidiable.
Y no es lo ¨²nico: Julia Roberts y Kristen Stewart, mujeres tan rotundas como carism¨¢ticas, han caminado esta semana descalzas por la alfombra roja de Cannes en solidaridad con una causa que la recepcionista de Londres comparte con las espectadoras del festival. Si por casualidad cre¨ªamos que la gran cita europea del cine era moderna, and¨¢bamos muy despistados. En 2015 vetaron la entrada a varias mujeres con zapato plano a ver Carol, pel¨ªcula donde precisamente se libera una mujer (?gracias, Patricia Higshmith, en este caso!). En Espa?a, la negativa de varias enfermeras a llevar la falda impuesta por la empresa Pascual, propietaria de la cl¨ªnica San Rafael de C¨¢diz, les acarre¨® sanciones en 2008 y solo en 2011 lograron el apoyo del Supremo, que consider¨® la exigencia ¡°discriminatoria, antigua y tradicional¡±.
Necesitamos una moda que libere y no que constri?a, que sirva para superarse y no para someterse, que ayude a aceptarse y no a morir en el intento. Unas normas laborales donde la igualdad y el sentido com¨²n tengan el sitio que algunos le niegan en la sociedad. Y, necesitamos, sobre todo, superar el paleol¨ªtico de una vez y que la libertad de las mujeres abarque de la cabeza a los pies.
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