A la desesperada
La debilidad de Maduro desemboca en el estado de excepci¨®n en Venezuela
La decisi¨®n del presidente Nicol¨¢s Maduro de declarar con car¨¢cter indefinido un estado de excepci¨®n y emergencia que suspende garant¨ªas constitucionales ¡ªy en la pr¨¢ctica le da carta blanca para ejercer un gobierno autoritario¡ª constituye una grav¨ªsima violaci¨®n de las m¨ªnimas normas democr¨¢ticas. Y sit¨²a peligrosamente a Venezuela al borde de una confrontaci¨®n social de consecuencias impredecibles, quiz¨¢ tr¨¢gicas.
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El recurso al Ej¨¦rcito, con una convocatoria de movilizaci¨®n y maniobras militares de car¨¢cter excepcional previstas para el pr¨®ximo s¨¢bado, es el ¨²ltimo y preocupante paso de un mandatario que ha perdido el favor de la mayor¨ªa del pueblo, tal y como qued¨® expresado en las legislativas del pasado 6 de diciembre con el rotundo ¨¦xito obtenido por la oposici¨®n. Un triunfo que, en un primer momento, Maduro trat¨® de no reconocer para, despu¨¦s de hacerlo ¡ªforzado por el Ej¨¦rcito¡ª, negar sistem¨¢ticamente la legitimidad a la Asamblea.
La burda apelaci¨®n a una fantasmag¨®rica intervenci¨®n militar extranjera en Venezuela, como excusa para institucionalizar definitivamente el autoritarismo, no hace sino confirmar los peores pron¨®sticos. Maduro y su c¨ªrculo no est¨¢n dispuestos a aceptar legalidad alguna ¡ªni siquiera la instaurada por el propio Hugo Ch¨¢vez¡ª que les pueda apartar del poder. Por mucho que lo repita el mandatario, ni nadie va a invadir su pa¨ªs, ni hay ¡°guerra econ¨®mica¡± alguna contra Venezuela. Lo que s¨ª existe es una desastrosa gesti¨®n que est¨¢ convirtiendo a un pa¨ªs rico en recursos en un Estado fallido en el que no faltan ni la represi¨®n pol¨ªtica ni el aislacionismo suicida.
La gran diferencia entre Maduro y la oposici¨®n democr¨¢tica es que mientras la segunda respeta la legalidad, ¨¦l la cumple seg¨²n se ajuste o no a sus intereses. La oposici¨®n, conforme a la ley, aprob¨® el 29 de marzo en la Asamblea una Ley de Amnist¨ªa para liberar a los presos pol¨ªticos (los hay en Venezuela, aunque algunos no quieran enterarse: entre otros, Leopoldo L¨®pez, exalcalde de Chacao y encarcelado en r¨¦gimen de aislamiento desde hace m¨¢s de dos a?os en una prisi¨®n militar). Maduro utiliz¨® al Tribunal Supremo, controlado por el chavismo, para desactivar la medida. Posteriormente, la Mesa de la Unidad Democr¨¢tica puso en marcha uno de los mecanismos instaurados por el fallecido Ch¨¢vez como s¨ªmbolo de transparencia en su proyecto bolivariano para Venezuela: el refer¨¦ndum revocatorio. El 2 de mayo la oposici¨®n entreg¨® a la Comisi¨®n Nacional Electoral nueve veces m¨¢s firmas de las necesarias para convocar una votaci¨®n que decida si Maduro debe abandonar el poder. Pero el estado de excepci¨®n decretado por Maduro deja en el aire todo el proceso.
En lugar de haber cedido a los llamamientos que desde dentro y fuera del pa¨ªs le animaban a entablar un di¨¢logo sincero con la oposici¨®n para facilitar una transici¨®n democr¨¢tica, Maduro ha radicalizado cada vez m¨¢s su r¨¦gimen, impasible ante la miseria material que viven los venezolanos. La oposici¨®n tiene ahora la dif¨ªcil tarea de no caer en la trampa del enfrentamiento que busca el r¨¦gimen para justificar su anacr¨®nica pervivencia.
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