Lo que Adolfo Su¨¢rez prometi¨®... y cumpli¨®
El presidente de la Transici¨®n ofreci¨® en campa?a una Constituci¨®n acordada. Y se hizo.
Es lugar com¨²n afirmar hoy que las palabras de los pol¨ªticos se las lleva el viento; que nada m¨¢s vacuo que las promesas de campa?a y que nadie debe creerse los conejos sacados de la chistera de los candidatos. Se da por cierto que el cinismo es inherente a la pol¨ªtica y se justifica con el aserto de que siempre fue as¨ª. Pero no es verdad. No siempre fue cierto que las promesas formen parte de un ritual preelectoral que los ciudadanos saben falso. Lo esencial de los ¡°puedo prometer y prometo¡± de Adolfo Su¨¢rez en la campa?a a las elecciones del 15 de junio de 1977 se llev¨® a cabo; y cabe recordarlo cuando pol¨ªticos en boga, como el socialista Pedro S¨¢nchez, invocan al maquinista de la Transici¨®n aprovechando su enorme prestigio p¨®stumo.
Una autoridad moral que no era entonces tan grande, cuando los preparativos para celebrar las primeras elecciones libres en 41 a?os avanzaban entre los desgarros provocados por los enemigos de la democracia y las (l¨®gicas) cr¨ªticas de los adversarios dentro del nuevo sistema que se pretend¨ªa construir. Su¨¢rez, hasta entonces jefe del Gobierno por voluntad real, ambicionaba la legitimaci¨®n de las urnas. Concurri¨® a la cabeza de una amalgama de partidos reunidos en una coalici¨®n improvisada, Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD), que precisamente ten¨ªa en el PSOE su rival m¨¢s importante. Su¨¢rez sufr¨ªa un problema de credibilidad y necesitaba jug¨¢rsela en la ¨²ltima intervenci¨®n televisada de los candidatos antes de la jornada de reflexi¨®n. Se reuni¨® con su entonces vicepresidente, el teniente general Guti¨¦rrez Mellado, y con el jefe de prensa de La Moncloa, Fernando ?nega, y en ese encuentro se dise?¨® el ¨²ltimo discurso de campa?a, seg¨²n ha contado este ¨²ltimo (Puedo prometer y prometo, Plaza y Jan¨¦s). De la tormenta de (tres) cerebros sali¨® la idea. ¡°Entonces surge la f¨®rmula del ¡®puedo prometer y prometo¡±, explica el periodista, quien se define como el hombre que pon¨ªa ¡°la letra y un poco de m¨²sica¡± a ¡°la filosof¨ªa de fondo¡± infundida por Su¨¢rez.
Lo que prometi¨® fueron palabras mayores: una Constituci¨®n acordada por todos los grupos con representaci¨®n parlamentaria, cuando todav¨ªa reg¨ªan las Leyes Fundamentales del franquismo; una reforma fiscal y ¡°un marco legal para institucionalizar cada regi¨®n seg¨²n sus propias caracter¨ªsticas¡±, formulaci¨®n bastante ambigua, pero en la que cabe reconocer el embri¨®n del Estado de las autonom¨ªas. Su¨¢rez lo consigui¨® plenamente respecto a la promesa m¨¢s importante, que fue la elaboraci¨®n de una Constituci¨®n por consenso, y un sistema fiscal digno de un pa¨ªs europeo. Otras promesas se enredaron m¨¢s.
Esto ocurri¨® en Espa?a durante los tiempos, hoy tan maltratados, de la Transici¨®n. Y lo que se promet¨ªa entonces no solo eran buenas ideas generales de ¡°decencia, di¨¢logo, dedicaci¨®n¡±, como hace Pedro S¨¢nchez, sino medidas pol¨ªticas concretas de una enorme envergadura. ?Ingenuidad de los tiempos inici¨¢ticos? Quiz¨¢. En todo caso, no hay que permitir a los pol¨ªticos que prometan en vano. Ni se debe renunciar a luchar.
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