¡°Es horroroso, horroroso¡±
Hubo un tiempo en que me sent¨ª seducida por anuncios que me emocionaban al apropiarse de consignas feministas. Ahora ya no me enga?o
Hay frases que atesoro en mi memoria porque me hacen re¨ªr sola. "Es horroroso, horroroso", de Mujeres al borde de un ataque de nervios, es una. La pronuncia Mar¨ªa Barranco, llorando, para disimular ante unos polic¨ªas la verdadera causa de su llanto: su amante es un terrorista chiita que planea un secuestro a¨¦reo. Lo realmente hilarante era ?que los polic¨ªas la creyeran! Nos re¨ªamos de los representantes de una ley tan alejada de las verdaderas preocupaciones de la ciudadan¨ªa, como para creer que una mujer era capaz de llorar a causa del modelito divinamente anacr¨®nico de Julieta Serrano: una se?ora con pistola que secuestraba una moto y a un motorista y, con la falda arremangada, persegu¨ªa a su infiel marido. Hab¨ªa otra realidad y no era divertida.
Muchas realidades siguen sin ser divertidas, pero cambiarlas exige no errar el blanco. Se debate estos d¨ªas el anuncio de un pavo que le gui?a un ojo c¨®mplice a su p¨²blico: mujeres con responsabilidades familiares al borde de un ataque de estr¨¦s cotidiano. El pavo monta un restaurante ideal cuyo ingenioso men¨² permite a su clientela exclusivamente femenina decir en alto lo que habitualmente tragan casi sin rechistar. Protegidas por el humor, expresan su hartazgo por la falta de corresponsabilidad de sus parejas masculinas en las tareas familiares, y por la presi¨®n est¨¦tica. En el spot no se afirma que el pavo est¨¦ bueno, sino que nos comprende y que somos muchas.
Hubo un tiempo en que me sent¨ª seducida y abandonada por anuncios que lograban emocionarme apropi¨¢ndose de consignas feministas con fines mercantiles. Ahora desayuno "Demos al C¨¦sar lo que es del C¨¦sar y al feminismo, precisi¨®n", y ya no me enga?o. Estamos ante un comercial, no un programa electoral. Su objetivo no es cambiar el mundo, sino conectar con el sentir com¨²n de su clientela para que el pavo no la deje fr¨ªa. El problema no son los anuncios o los documentales que dan voz a la necesidad de conciliaci¨®n, sino el descontento por la insuficiencia de medidas gubernamentales y empresariales para conseguirla en un contexto cultural horrorosamente poco propicio a las preocupaciones femeninas.
Recostada en mi otomana de leopardo, cenar¨¦ "Ensalada C¨¦sar y Cleopatra, con reducci¨®n de amor cuando intentas dominarme" y una copita de "No hay texto sin contexto", de las bodegas McLuhan. De postre, "La fiera durmiente" (sin Morfidal). Necesito descansar, que la ruta contin¨²a, verso a verso, loncha a loncha. Apago el fuego de mis cabellos mientras canta Jim Morrison: "Nunca he visto a una mujer tan sola".
@patriciasoley
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