Al borde del colapso
La situaci¨®n de las pensiones exige un debate global inmediato sobre su futuro
La propuesta del PSOE de crear una nueva tasa impositiva para financiar las pensiones ha despertado la inquietud ciudadana sobre el futuro de la protecci¨®n social en Espa?a. Buena parte del debate sobre esta cuesti¨®n habido hasta el momento arroja conclusiones que avalan esa intranquilidad. En primer lugar, la mal llamada reforma de las pensiones aplicada por el Gobierno es solo un parche rid¨ªculamente peque?o para el tama?o de la brecha abierta en la financiaci¨®n actual del sistema; quien dude de esta aseveraci¨®n, solo tiene que comprobar c¨®mo el Ejecutivo ha tenido que ir extrayendo dinero de la llamada hucha de las pensiones para ir pagando las aportaciones anuales a los pensionistas. Por desgracia, la reforma solo contribuy¨® a disfrazar y aplazar el problema con un diagn¨®stico err¨®neo y un remedio de compromiso.
El diagn¨®stico m¨¢s ajustado es que el modelo de financiaci¨®n basado en el principio de que los cotizantes de hoy pagan a los pensionistas de hoy (contando adem¨¢s con la reserva de la hucha) est¨¢ totalmente desbordado por la crisis del empleo y, sobre todo, porque ha aumentado el periodo de tiempo ¡ªy el coste que acarrea¡ª que va desde del momento en que un trabajador se jubila y el momento de su fallecimiento. Esta es la variable que socava las pensiones actuales y que obliga a reconsiderar seriamente el sistema.
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Por una parte, la poblaci¨®n envejece y percibe sus retribuciones durante m¨¢s tiempo; por otra, disminuye la poblaci¨®n activa, y la poblaci¨®n ocupada ni aumenta al ritmo necesario para cubrir las consecuencias del envejecimiento ni sus rentas crecen a la velocidad con la que deber¨ªan aumentar los ingresos por cotizaciones para cubrir el gasto presente.
La hip¨®tesis de Mariano Rajoy, seg¨²n la cual bastar¨ªa con aumentar el empleo para disolver el problema, es ingenua y temeraria. Ni con la mejor proyecci¨®n hist¨®rica de empleo podr¨ªa compensarse el aumento del coste del modelo producido por la elevaci¨®n de la esperanza de vida. En consecuencia, la propuesta del PSOE no debe ser despachada como alarmismo injustificado. Es hora de reconocer que una parte del sistema tiene que ser pagado a trav¨¦s del presupuesto para conjurar el riesgo de colapso a medio plazo. Quiz¨¢ la f¨®rmula m¨¢s adecuada no sea una tasa finalista, sino integrar una parte de las pensiones en el cuadro de necesidades presupuestarias globales.
Pero ni siquiera la financiaci¨®n parcial v¨ªa presupuestos evita la tarea pol¨ªtica de afrontar una reforma en profundidad del sistema. En ella deben participar todas las instituciones del pa¨ªs, para decidir cuestiones tales como si el m¨¦todo de reparto debe ser corregido con medidas presupuestarias, hasta qu¨¦ l¨ªmite, si bastar¨ªa con aumentar las cotizaciones (al coste de gravar la creaci¨®n de empleo) o si es oportuno recurrir a sistemas de capitalizaci¨®n, con el Estado como depositario. Y, a continuaci¨®n, pactar las decisiones con los agentes sociales. En lugar de parches coyunturales, esta es la reforma que, si las condiciones pol¨ªticas lo permiten, necesita y merece la sociedad espa?ola.
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