La boca peligrosa de besar
NO HAY nada que merezca la pena hasta que no veas que se aproxima y ronda a eso que deseas el peligroso adjetivo ¡°peligroso¡±. Es un adjetivo que pone en vilo a los sustantivos y desequilibra a los verbos.
En el Manifiesto incierto,?de Fr¨¦d¨¦ric Pajak, un libro bien peligroso, que inaugura un nuevo g¨¦nero donde el pensamiento narra y dibuja, se reproduce la imagen perturbadora que el escritor William Faulkner ten¨ªa de la ciencia: esa ¡°boca peligrosa de besar¡±.
Al leerlo, los ojos, claro, se olvidan de la ciencia, hacen un alto en la lectura y se quedan con la boca. Esa boca inconfundible. Adolescente y eterna. La primera boca que de verdad deseaste besar. Ese lugar que te parec¨ªa inaccesible. Que merodeabas con la mirada vagabunda, la que disimula su obsesi¨®n. Est¨¢bamos all¨ª, en el instituto, para aprender. Y de repente, todo lo que necesitabas saber estaba en esa boca. Lo cl¨¢sico y lo moderno. La ecuaci¨®n y el enigma. El concepto y la cosa en s¨ª.
La boca peligrosa de besar lo conten¨ªa todo. La Historia. La Geograf¨ªa. El Franc¨¦s. Incluso la Religi¨®n. Hab¨ªa que saberse esas cosas: ¡°Contra la pereza, diligencia¡±. ?Qu¨¦ bien sonaba ¡°diligencia¡± en la boca peligrosa de besar! Parec¨ªa una consigna de la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n. En realidad, lo que m¨¢s conten¨ªa esa boca era aquello que nos era prohibido o sustra¨ªdo. La sonrisa de esa boca era un gesto insurgente.
Todos los besos de la literatura, del cine, del arte, de la m¨²sica te parec¨ªan simples ensayos del gran beso que un d¨ªa te dar¨ªas con la boca peligrosa de besar, en aquel tiempo trastornado donde el besar era un acto furtivo. All¨ª estaba la saudade de futuro de todos los besos. Si Alejandra Pizarnik cuenta c¨®mo un d¨ªa de 1963, ?en Santiago!, encontr¨® el ¡°centro exacto del abandono¡±, justo lo contrario ser¨ªa la boca peligrosa de besar, el centro exacto del rescate. Ese ¡°cierto punto¡± que enloquec¨ªa a los surrealistas y donde lo comunicable y lo incomunicable dejar¨ªan de ser percibidos como contradictorios.
Cada vez estaba m¨¢s cerca. Eso te parec¨ªa.
La vida dio un giro inesperado. Quer¨ªas ser periodista, escritor, y alguien te abri¨® la puerta de un diario. Eras un chico de recados, un meritorio, no m¨¢s. Pero ejerc¨ªas cada noche el derecho a so?ar. Siempre eras de los ¨²ltimos en irte, con el peri¨®dico bajo el brazo. O¨ªas en el s¨®tano el arranque de la rotativa, la vibraci¨®n del suelo, y era como sentir en las tripas la pulsaci¨®n de una Fender Stratocaster. El periodismo era, s¨ª, un cuento apasionante. Y all¨ª encontraste, de verdad, la boca peligrosa de besar.
Volv¨ª a pensar en esa imagen, en la boca peligrosa de besar, durante un encuentro en Buenos Aires sobre la crisis del periodismo y sus alternativas. Habr¨ªa que decirlo en plural: las crisis del periodismo. Hay crisis en muchos campos, pero parece que el periodismo las convoca todas. Hay d¨ªas en que parece el ¡°centro exacto del abandono¡±, y que la crisis es principalmente existencial, autodestructiva, y no solo tiene su causa en la incertidumbre tecnol¨®gica y la zozobra econ¨®mica.
Al contrario de lo que enunci¨® Kapuscinski (¡°Este oficio no es para c¨ªnicos¡±), tienes la impresi¨®n de que el cinismo toma posiciones e incluso es considerado una cualidad. Es una actitud que tambi¨¦n impera en la pol¨ªtica. En las encuestas de opini¨®n en Espa?a queda situado en muy mal lugar el papel que hoy representan los periodistas. Pero, al mismo tiempo, la gente considera cada vez m¨¢s necesario el periodismo entendido como el lugar de los porqu¨¦s, un centro de rescate de la verdad. Al igual que las zonas sensibles que detectan los peligros para la naturaleza, el periodismo, en sus mejores momentos, es ese espacio ecol¨®gico que preserva el medio ambiente democr¨¢tico. De ah¨ª su fuerza y tambi¨¦n su vulnerabilidad.
El periodismo vive y sufre su propio ¡°cambio clim¨¢tico¡±. Con sus metamorfosis, saldr¨¢ adelante porque es necesario. Imprescindible. En ese encuentro en Buenos Aires, en la sede de Anfibia, una experiencia alternativa vinculada a la Universidad de San Mart¨ªn, coincid¨ªamos en que, frente a las sobreabundantes dosis c¨ªnicas, el periodismo exige un activismo del deseo. Alguien a?adi¨®: y un cierto peligro.
Otra vez la boca peligrosa de besar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.