Lo que la ¡°estelada¡± esconde
El uso de esa bandera quiebra el deber de neutralidad de las instituciones catalanas
?Se jug¨® el partido, gan¨® el mejor y, por fortuna, no hubo que lamentar incidentes violentos. Con raz¨®n se ha criticado la torpeza de la delegada gubernativa en Madrid, Concepci¨®n Dancausa, de intentar prohibir la bandera ¡°estelada¡± en la final de la Copa del Rey. Una vez m¨¢s se ha demostrado que la justicia en Espa?a no act¨²a de correa de transmisi¨®n del poder pol¨ªtico. El juez Jes¨²s Torres desautoriz¨® una decisi¨®n arbitraria en base al pluralismo y al respeto a la discrepancia, a los derechos de los dem¨¢s y a la libertad en general. Nuestro pa¨ªs no es esa c¨¢rcel que a los independentistas les gusta pintar, ni ese vertedero al que arrojan todas las cosas que no les gustan.
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En cambio, lo que s¨ª se ha puesto de manifiesto, una vez m¨¢s, es la asimetr¨ªa con la que act¨²an los soberanistas. Claman a favor de la libertad de expresi¨®n y la democracia para poder exhibir la ¡°estelada¡± en todos los lugares y momentos, incluso en eventos deportivos que no deber¨ªan politizarse con s¨ªmbolos partidistas ni menos a¨²n con pitadas contra el himno o el jefe del Estado. Sin embargo, no expresan el menor sonrojo ni autocr¨ªtica ante la probada vulneraci¨®n del principio de neutralidad de las instituciones catalanas.
Aunque el independentismo pasa por ser ideol¨®gicamente plural, y si alguna cosa tiene son articulistas, medios de comunicaci¨®n e intelectuales, ha sido imposible encontrar por ahora ni una sola voz cr¨ªtica ante los d¨¦ficits de calidad democr¨¢tica que esconde la presencia avasalladora de la ¡°estelada¡± en incontables edificios y espacios p¨²blicos a lo largo y ancho de Catalu?a desde que estall¨® la fiebre secesionista en 2012. Es la misma ceguera que, por cierto, afecta al Bar?a. Ninguna autocr¨ªtica de su directiva ante la deriva pol¨ªtica, como bien apunt¨® el juez Eusebio Palacios en la resoluci¨®n de otro recurso contra la prohibici¨®n de Dancausa, que el magistrado inadmiti¨®, entre otras razones porque censuraba que la entidad infringiera sus propios estatutos y se apartase de la neutralidad al defender la ¡°estelada¡±. Para desgracia de las pe?as cul¨¦s de todo el mundo, el Bar?a ha sucumbido a la presi¨®n del separatismo. Si bajo el franquismo fue m¨¢s que un club, la apropiaci¨®n a la que se presta lo reduce hoy a ser bastante ¡°menos¡±. El Bar?a defiende el derecho a la libertad de expresi¨®n de sus aficionados de llevar la ¡°estelada¡±, pero sus servicios de seguridad han impedido en m¨¢s de una ocasi¨®n la entrada de la bandera espa?ola en el Camp Nou. Otra curiosa asimetr¨ªa del nacionalismo.
Los d¨¦ficits de calidad democr¨¢tica en Catalu?a se extienden a otros ¨¢mbitos, como el car¨¢cter propagand¨ªstico de los medios p¨²blicos o la injerencia nacionalista en la escuela
Mucho se ha hablado estos d¨ªas del derecho de los independentistas a exhibir la ¡°estelada¡±. Y del rechazo que subscribimos todos los dem¨®cratas ante cualquier arbitrariedad pol¨ªtica. Pero nada se ha dicho de lo que la ¡°estelada¡± esconde en Catalu?a. Sorprende que nadie haya aludido a la reciente sentencia del Tribunal Supremo, adoptada por unanimidad, del pasado 28 de abril relativa a la presencia de ¡°esteladas¡± en edificios y espacios de titularidad p¨²blica. No afecta directamente a los espect¨¢culos deportivos, pero s¨ª resuelve algunas dudas sobre el car¨¢cter partidista de la bandera que ondean los separatistas, del hecho antidemocr¨¢tico de su uso por parte de las Administraciones, aunque haya sido acordado por mayor¨ªa en los plenos municipales, y del deber de neutralidad que afecta a todas las instituciones, que se extiende m¨¢s all¨¢ del periodo electoral.
Sin embargo, ?cu¨¢l es la calidad de la democracia en Catalu?a cuando vemos exhibirse de forma permanente una bandera partidista en multitud de sitios como Ayuntamientos, rotondas, paseos, avenidas o parques de bomberos, marginando los s¨ªmbolos oficiales? ?A qu¨¦ tristes circunstancias hist¨®ricas nos recuerda en las que se ha confundido la bandera de un movimiento pol¨ªtico con la del conjunto de la comunidad? ?Tienen alguna credibilidad los pol¨ªticos soberanistas cuando levantan la bandera de la libertad de expresi¨®n y la democracia, pero justifican y defienden la presencia oficializada de ¡°esteladas¡±?
Pero no acaba ah¨ª la cosa. Los d¨¦ficits de calidad democr¨¢tica en Catalu?a se extienden a otros ¨¢mbitos, como el car¨¢cter propagand¨ªstico de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, la injerencia nacionalista en la escuela y una pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica que no busca tanto la promoci¨®n del catal¨¢n como la eliminaci¨®n del biling¨¹ismo. Defendamos siempre la libertad de llevar la bandera que cada uno quiera, pero no nos olvidemos de lo que la ¡°estelada¡± esconde.
Joaquim Coll es historiador y vicepresidente de Societat Civil Catalana.
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