La soluci¨®n cae del cielo
El agua de lluvia puede solucionar los problemas de abastecimiento de Ciudad de M¨¦xico
Ventura L¨®pez, una mujer bajita, de tez y cabello morenos, mete una manguera dentro de un gran cubo, uno de los varios que tiene en su casa de cemento visto. Su vecina, Adriana Solorio, abre su grifo y el agua comienza a correr por el tubo hasta el tambo. Viven en una zona alejada del ya de por s¨ª remoto pueblo de Santo Tom¨¢s de Ajusco, a 3.000 metros de altura. Aunque t¨¦cnicamente pertenece a la Ciudad de M¨¦xico, este asentamiento parece cualquier cosa menos una gran urbe. Carreteras de tierra, viviendas de autoconstrucci¨®n, con un 70% de la poblaci¨®n en grado muy alto de marginaci¨®n. Como una parte importante de sus cerca de 9.000 habitantes, ninguna de las dos mujeres tiene agua corriente. Pero Solorio, a diferencia de L¨®pez, instal¨® el a?o pasado un sistema de captaci¨®n de agua de lluvia. Hace un par de d¨ªas llovi¨® y rellen¨® su cisterna.
Sentada en el sal¨®n junto a su marido, Ventura L¨®pez explica que lleva un tiempo queriendo imitar a su vecina pero hasta ahora no le daba el dinero. Ella es ama de casa y ¨¦l es obrero o vendedor de tamales, seg¨²n el d¨ªa. Entran al mes unos 4.000 pesos (cerca de 200 euros) y con eso hay que dar de comer a cuatro hijos. Dos de ellos juegan alrededor. La familia depende de las pipas, camiones subvencionados de unos 9.000 litros que por unos 100 pesos llenan su dep¨®sito de agua. Pero en temporada de sequ¨ªa, como ahora, tardan en llegar.
¡°Hace 15 d¨ªas que pagamos y seguimos esperando¡±, cuenta la mujer. ¡°Para ir tirando le pido a la vecina, pero a veces nos ha tocado pagar una pipa de particulares, que vale 800 o 1000 pesos¡±. Mucho dinero. Usan una al mes. Y a ese gasto hay que sumarle el agua potable: cuatro garrafones semanales de 25 litros, a 12 pesos la unidad. Tras unos meses ahorrando, han juntado 1.000 pesos (unos 50 euros). Eso es lo que cobra la empresa Isla Urbana por instalar un sistema de captaci¨®n de agua de lluvia valorado en unos 7.000. El resto lo pone una ONG, una fundaci¨®n o la Administraci¨®n. Y hoy, por fin, vienen a instalarlo.
¡°Ya, como dice Andrea, tendr¨¦ el agua que me manda Diosito¡±, dice L¨®pez. Para la vecina, vendedora callejera de garnachas, tambi¨¦n supuso un gran esfuerzo econ¨®mico, pero ahora no puede parar de recomendarlo. ¡°Es un gran ahorro, durante seis meses [lo que dura la temporada de lluvias] no compro pipas¡±.
Mar¨ªa Hern¨¢ndez tampoco tiene agua corriente. Pero esta mujer de 53 a?os con algunas canas en el cabello, vive pegada al centro del pueblo. ¡°Solo tienen suministro los que est¨¢n en la entrada, los que llegaron al principio, y la gran mayor¨ªa usamos pipas¡±, cuenta. ¡°Hay que cuidar el agua: yo, por ejemplo, con el agua de la lavadora, luego la junto y la uso para echar en el ba?o, regar las plantas, fregar los cacharros... aqu¨ª el agua es oro¡±. Hasta ahora, cuando llov¨ªa, pon¨ªa en el patio las decenas de tambos y cubos. Pero hoy tambi¨¦n ha venido Isla Urbana a ponerle uno de estos sistemas.
Enrique Lomnitz, uno de los fundadores de la empresa, cuenta que, aunque han instalado desde sus inicios en 2010 m¨¢s de 2.000 sistemas en Jalisco, Michoac¨¢n, Durango, Nuevo Le¨®n o Guanajuato, su objetivo es convertir las delegaciones de Tlalpan ¡ªdonde est¨¢ este pueblo de Ajusco¡ª y Xochimilco en el origen de un cambio. ¡°Hemos trabajado para que esta zona se vuelva el primer ejemplo de que el agua de lluvia puede ser una parte normal de una ciudad, un lugar donde un sistema de estos en una casa sea tan com¨²n como una lavadora¡±, cuenta en sus oficinas centrales.
Estas recuerda m¨¢s a un piso de estudiantes ¡ªtanto que hasta hay un perro con una cresta violeta¡ª que a la sede de una compa?¨ªa con m¨¢s de 20 empleados. En una suerte de despacho pueden verse los premios que han cosechado. Dise?ador industrial formado en Rhode Island, Lomnitz convirti¨® su proyecto final de carrera sobre vivienda marginada en la Ciudad de M¨¦xico en lo que hoy es Isla Urbana.
Las caracter¨ªsticas de la megal¨®polis le han ayudado. Por los problemas de abastecimiento, un 60% de las viviendas tienen cisterna, que es la parte m¨¢s cara de un sistema de captaci¨®n. Esto permite dise?ar instalaciones baratas. ¡°Tambi¨¦n ayuda que la inmensa mayor¨ªa no beba agua de la llave, por lo que puedes bajar costes al no tener que potabilizarla¡±. Y sentencia, ¡°nosotros no nos dedicamos a instalar sistemas de captaci¨®n de agua de lluvia, sino a impulsar la adopci¨®n de agua de lluvia en M¨¦xico¡±. Asegura que le gustar¨ªa que en 15 a?os hubiera en la ciudad miles de sistemas instalados por centenares de empresas.
Estos sistemas solo abastecen de agua a las viviendas durante la mitad del a?o, en la temporada de lluvias de mayo a octubre. Pero, a¨²n as¨ª, ser¨ªa un alivio enorme para los acu¨ªferos del valle de M¨¦xico. Un documento de 2002 del INEGI estima que en el de la Ciudad de M¨¦xico existe una sobreexplotaci¨®n del 35%, mientras que en los de Texcoco y Valle de Chalco llega al 50% y el 19%. Tambi¨¦n contribuye el estado de la red, con unas p¨¦rdidas por el camino hasta las tomas de agua de un 40%. Es decir, que para dar un litro a una casa, hay que extraer 1,4 del embalse.
Esta sobreexplotaci¨®n tambi¨¦n es la responsable del hundimiento de la ciudad. Ya en 1947, Nabor Carrillo, quinto rector de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico, estableci¨® la relaci¨®n te¨®rica entre el hundimiento y la consolidaci¨®n de las arcillas, inducidas por la extracci¨®n de agua. Bajo los antiguos lagos de la ciudad hay muchos r¨ªos subterr¨¢neos, todos interconectados. Al sobreexplotar el acu¨ªfero, bajan las corrientes subterr¨¢neas y en la cavidad resultante, al ser suelos arcillosos, se van produciendo hundimientos en los mantos.
Los acu¨ªferos de la zona est¨¢n sometidos a una sobreexplotaci¨®n de hasta el 50% de su capacidad
Pero ni el Ajusco ni la delegaci¨®n Tlalpan concentran la mayor parte de ese 15% de las personas que en la ciudad no tienen acceso regular a agua corriente, recibi¨¦ndola en pipas o por tanteo, lo que significa que se bombea desde el sistema a determinadas horas determinados d¨ªas. Este honor corresponde a Iztapalapa, una delegaci¨®n situada en el oriente. Con 1.800.000 habitantes es la m¨¢s numerosa y, casualidad o no, una de las m¨¢s pobres. All¨ª tiene una de sus sedes la Universidad Aut¨®noma Metropolitana, donde el investigador ciego Juan Jos¨¦ Santiba?ez tiene un plan.
¡°Nuestro sistema naci¨® de una demanda social, como una soluci¨®n sencilla y de c¨®digo abierto para que cualquiera pudiera implantarlo en sus casas¡±, explica este soci¨®logo reconvertido en recolector de agua. ¡°Pero a la hora de empezar nos dimos cuenta que ten¨ªamos que llegar a la mayor cantidad de personas con los m¨ªnimos recursos¡±. ?La soluci¨®n? Instalar los sistemas en las escuelas, ya que adem¨¢s de beneficiar a miles de alumnos, les ense?an que un sistema de abastecimiento distinto al tradicional es posible.
En una reuni¨®n social, Santiba?ez y su equipo conocieron a ?ngel Gasca, director de la escuela secundaria Francisco Bocanegra, en la colonia de muy alta marginalidad Tenorios, pegada a Desarrollo Urbano Quetzalc¨®alt, la demarcaci¨®n que aporta m¨¢s internos a las c¨¢rceles de todo el Distrito Federal. Es un hombre grueso, de 48 a?os, con un diente de oro. En su despacho, durante la conversaci¨®n, mira de vez en cuando al sistema de c¨¢maras de seguridad que tiene por todo el centro.
¡°Como director, me preocupaba de que nunca me faltase agua para evitar que los ni?os se enfermasen por no tener los sanitarios limpios¡±, cuenta. Antes de que instalasen el sistema en 2009, se abastec¨ªa con camiones, entre dos y tres a la semana. Muchas veces estas eran asaltadas por los vecinos y ¨¦l ten¨ªa que salir a negociar para que dejasen pasar a la siguiente.
Aquel a?o Santiba?ez y su equipo acudieron a la escuela. Midieron superficie de techos, la ca¨ªda... y se fueron. ¡°Yo era esc¨¦ptico, ya que aqu¨ª en el DF es muy irreal que alguien lleve a cabo algo as¨ª, y encima sin cobrarte un peso¡±, rememora el director Gasca. Pero a los pocos meses. volvieron y comenzaron a trabajar. Repararon su cisterna, pusieron canaletas de acero, varios filtros... Cuando lleg¨® la siguiente temporada de lluvias, la escuela tuvo agua durante seis meses y pudo regalar la que sobraba a sus vecinos.
La Francisco Bocanegra fue el proyecto piloto del plan de Santiba?ez. Financiado por un diputado de la Asamblea Federal, tras el ¨¦xito diferentes instituciones han dado dinero para repetirlo en m¨¢s de 20 escuelas. Y con mejoras. En otro centro educativo, el Revoluci¨®n Roja, han instalado un bebedero de agua potable, con el ahorro que eso supone para los padres de los ni?os. Y en el Raz¨®n y Fuerza de la Revoluci¨®n Mexicana han colocado un pozo de infiltraci¨®n para ayudar a la recarga del acu¨ªfero.
¡°Hemos comprobado que en 2014 ese pozo, que filtra el excedente, devolvi¨® al acu¨ªfero tanta agua como capt¨® el sistema, unas 60 pipas¡±, explica el investigador. ¡°De tener ambos en diez escuelas, habr¨ªa devuelto unos tres millones de litros y captado otros tantos¡±. Con m¨¢s de 4.000 centros en la Ciudad de M¨¦xico, Santib¨¢?ez asegura que si todas contasen con este tipo de instalaciones lograr¨ªan captar y filtrar agua suficiente para los nueve millones de personas que viven en la capital.
La captaci¨®n de lluvia supone un cambio de paradigma. El abastecimiento de agua tradicionalmente ha consistido en una infraestructura centralizada, dise?ada por unos pocos ingenieros y t¨¦cnicos para una poblaci¨®n pasiva. Estos sistemas son lo contrario. Una red atomizada en manos de los ciudadanos, que adoptan un papel activo. Tanto Santiba?ez como Lomnitz persiguen un cambio de la mentalidad en Administraci¨®n y ciudadanos, como el pasom¨¢s importante en el camino para que el agua de la lluvia ayude a salvar la Ciudad de M¨¦xico.
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