Palabras y poco m¨¢s
El G 7 responde con ret¨®rica a los riesgos pol¨ªticos y econ¨®micos globales
La reuni¨®n de los siete pa¨ªses m¨¢s industrializados del mundo (G 7) ha ofrecido un pobre balance sobre su capacidad para dar alguna respuesta a la delicada situaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica global. Apenas ha servido para plantear los peligros que acechan a la estabilidad geopol¨ªtica y a Estados Unidos si llega a ganar las elecciones el candidato republicano Donald Trump. Pero una reuni¨®n de la importancia que deber¨ªa tener la de Ise-Shima, en Jap¨®n, no puede limitarse a actuar de altavoz; al menos tiene que se?alar v¨ªas de soluci¨®n o de entendimiento que alienten una cierta confianza en el futuro pol¨ªtico y econ¨®mico. No ha sido el caso.
En Ise-Shima los l¨ªderes mundiales (incluida Europa) se han limitado a enunciar viejos problemas conocidos y a ofrecer recetas inconcretas o para salir del paso. Solo ha resaltado la dram¨¢tica inquietud del japon¨¦s Shinzo Abe, alertando sobre las similitudes de la situaci¨®n actual con el periodo que acab¨® en la quiebra de Lehman y el estallido de la crisis.
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Los riesgos son muy graves: estancamiento o recesi¨®n en zonas cruciales, como Europa y Jap¨®n, a pesar del uso intensivo de pol¨ªticas monetarias expansivas; crecimiento insuficiente de empleo y rentas en casi todas las ¨¢reas monetarias; crisis enigm¨¢tica en China; pa¨ªses emergentes con influencia decisiva en la econom¨ªa mundial, como Brasil y Rusia, inmersos en recesiones sin que sus dirigentes sean capaces de ofrecer remedios concretos a da?os concretos; colapso de los precios de las materias primas durante casi dos a?os, del que ahora parece salir, renqueante, el crudo; y un incipiente amago de problemas bancarios.
Pues bien, la respuesta a esta amenaza presente y real ha sido repetir la f¨®rmula ¡°est¨ªmulos fiscales y reformas estructurales¡±, en la proporci¨®n que cada pa¨ªs decida. No es dif¨ªcil explicar tanta inconcreci¨®n. Hoy por hoy, y por distintas razones, EE UU o el FMI no pueden imponerse pol¨ªticamente a la numantina defensa alemana de las ¡°reformas estructurales¡± como ¨²nica soluci¨®n para corregir la fase de estancamiento peligroso de la econom¨ªa europea. Sin embargo, la evidencia demuestra ¡ªy un an¨¢lisis econ¨®mico consciente avala¡ª que las posiciones de Merkel y Sch?uble son una losa para el crecimiento mundial. El mix reformas m¨¢s est¨ªmulos no resuelve nada, porque los agentes econ¨®micos necesitan un impulso inequ¨ªvoco de gasto e inversi¨®n, no un apa?o confuso que, al final, significa que cada pa¨ªs dominante tomar¨¢ las decisiones en funci¨®n de sus expectativas de voto.
La misma sensaci¨®n dilatoria produce el discurso sobre la crisis de los refugiados: ni una sola v¨ªa de acci¨®n para aliviar la crisis. Las dificultades del G 7 para ofrecer decisiones tienen su origen probablemente en que la f¨®rmula de las grandes reuniones de grandes l¨ªderes est¨¢ agotada por el exceso de ret¨®rica y la falta de acuerdo previo. La correcci¨®n de los problemas econ¨®micos globales exige un diagn¨®stico elaborado por instituciones p¨²blicas independientes, cuyo dictamen implique a los miembros del G 7 o del G 20 en alg¨²n grado de compromiso. Mientras no se alcance esa fase, la f¨®rmula de los G ofrecer¨¢ poco m¨¢s que palabras.
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