Aclarar la cuesti¨®n de los refugiados en Europa
A la UE le interesa tanto abrir sus puertas a la inmigraci¨®n, como hacerlo de forma controlada

Incluso para los est¨¢ndares europeos, la respuesta a la crisis de los refugiados es una aut¨¦ntica cat¨¢strofe. Y desaf¨ªa a la l¨®gica. La crisis encarna un verdadero reto para la Uni¨®n Europea, porque la protecci¨®n de los refugiados se integra en los derechos humanos, que forman parte de su ADN. En otro orden de ideas, por el envejecimiento de la poblaci¨®n y otros retos demogr¨¢ficos, la Uni¨®n en general, y algunos Estados miembros en particular, precisan de la inmigraci¨®n. Sin embargo, en lugar de soluciones estimulantes, la crisis actual ha hecho aflorar los aspectos m¨¢s desagradables y disfuncionales del proyecto europeo. ?Qu¨¦ nos est¨¢ pasando?
Como en tantas ocasiones, la falta de claridad est¨¢ en el origen del desastre. Si confundimos el estatuto de los refugiados con el de los inmigrantes, resultar¨¢ dif¨ªcil trabajar con eficacia en la protecci¨®n adecuada de los primeros y una pol¨ªtica realista de cara a los segundos.
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Al anuncio de la canciller alemana, Angel Merkel, de su pol¨ªtica de puertas abiertas a los refugiados el pasado mes de septiembre, le sucedi¨®, para justificarla, un despliegue de informes econ¨®micos y demogr¨¢ficos; y al centrarse en el potencial rol econ¨®mico de los refugiados, los argumentos esgrimidos han envenenado la percepci¨®n por parte de un n¨²mero creciente de ciudadanos.
Europa se enfrenta en esta crisis a tres retos diferenciados: proteger a los refugiados, con pleno sometimiento a la legislaci¨®n europea e internacional en la materia; desarrollar, desde los intereses de la UE, una pol¨ªtica migratoria eficaz y sostenible; y, por ¨²ltimo, dar respuesta al descontento de las comunidades de inmigrantes de segunda y tercera generaci¨®n que residen en Europa. S¨®lo cuando estos desaf¨ªos se abordan separadamente, empiezan a emerger soluciones eficaces, siempre que se asegure el correcto funcionamiento de las fronteras exteriores.
La radicalizaci¨®n de los inmigrantes presentes en Europa ocupa un lugar destacado en medios y debates p¨²blicos, en especial a ra¨ªz de los atentados de marzo en Bruselas. Pero a menudo se pierde de vista que adem¨¢s de residentes, muchos son europeos. Responder a la agitaci¨®n de estas comunidades desde la perspectiva de la inmigraci¨®n s¨®lo resultar¨¢ en una mayor marginaci¨®n.
Se dice que diferenciar entre refugiados e inmigrantes es un pretexto para excluir a unos y a otros. Pero no es as¨ª
En cuanto a los refugiados, la soluci¨®n pasa necesariamente por una aclaraci¨®n previa de las responsabilidades exigibles a la Uni¨®n y sus Estados miembros. El Tratado de Lisboa refuerza la obligaci¨®n de proteger a toda persona que tenga ¡°un temor fundado de ser perseguida¡± establecida en la Convenci¨®n de Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados. Pero esta protecci¨®n no tiene vocaci¨®n de permanencia; de modo que un refugiado que no haya obtenido la nacionalidad o un permiso de residencia debe retornar a su pa¨ªs de residencia cuando pueda hacerlo en condiciones de seguridad. Todos deber¨ªan entender que la obligaci¨®n de proteger a los perseguidos no es ilimitada.
Y esta responsabilidad no recae exclusivamente en Europa; interpela a la colaboraci¨®n internacional. As¨ª, en 1979 una conferencia internacional dio respuesta a la crisis de refugiados originada tras el final de la guerra de Vietnam y el caos generado por los Jemeres Rojos en Camboya. En los dos a?os siguientes, m¨¢s de 620.000 refugiados fueron acogidos en Europa, Am¨¦rica, Asia y Ocean¨ªa. Hoy es necesaria una cooperaci¨®n semejante.
Tambi¨¦n conviene arrojar luz sobre la cuesti¨®n migratoria. A Europa le interesa tanto abrir sus puertas a la inmigraci¨®n, como hacerlo de forma controlada. Y sin embargo, resulta dif¨ªcil ver en la UE o en sus Estados miembros pol¨ªticas migratorias coherentes con esta l¨®gica. La situaci¨®n exige un cambio de perspectiva y muestras de capacidad para atraer el talento y el esfuerzo necesarios para asegurar el crecimiento econ¨®mico y la competitividad.
Se dice que diferenciar entre refugiados e inmigrantes es un pretexto para excluir a unos y a otros. Pero no es as¨ª. Para responder a la frustraci¨®n creciente en Europa, es necesario comprender los factores subyacentes. Para cumplir con nuestras obligaciones internacionales respecto de los refugiados debemos ser claros sobre el alcance de ¨¦stas. Y si aspiramos a que la inmigraci¨®n beneficie tanto a quienes llegan como a las comunidades de acogida, necesitamos identificar los objetivos, y dise?ar esta pol¨ªtica. En su defecto, las fuerzas populistas determinadas a dividirnos con una propaganda xen¨®foba simplista no cesar¨¢n de extender sus tent¨¢culos.
Ana Palacio, exministra de Asuntos Exteriores de Espa?a y exvicepresidenta primera del Banco Mundial, es miembro del Consejo de Estado de Espa?a.
? Project Syndicate, 2016.
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